𝐈𝐍𝐓𝐄𝐑𝐌𝐄𝐃𝐈𝐎

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Tras sacudir su pantalón, se sienta en el suelo nuevamente.

Talla su ojo derecho, el sonido de la lluvia golpear sobre el techo tiene un efecto adormecedor sobre él. Reprime un bostezo y se acomoda en el lugar, abrazando sus piernas. Se lamenta un poco, el piso del gimnasio no está tan limpio como le gustaría, seguro se llene de polvo. Pero es que no hay gradas. No tiene porqué haber tampoco, el gimnasio estaba hecho para que los agentes entrenen, no para tener espectadores.

Sus ojos aburridos recorren la habitación. Grupos de hombres luchando entre sí, y otros tantos alentando. Algunas mujeres aquí y allá tambien. Pero una vez más, su vista se detiene justo en medio, donde el grupo más grande está, donde hay una fila de personas esperando luchar con el agente del sector especial 4. Inclina la cabeza. ¿Tan bueno es ese humano?

Todos parecen querer entrenar con él, y así lo hacen. Pasan uno tras otro y todos terminan igual de deplorables. Con el labio roto, con la nariz sangrando, o con un moretón en el ojo. Totalmente derrotados. Y mientras que él... Él se ve impoluto. Erguido, estoico. Inamovible. Elegante incluso, por su postura, porque no suda a cántaros como los demás. ¿O son sus rasgos finos los que dan esa impresión? Porque sí uno lo ve con detenimiento, si lo son.

No sabe cuanto tiempo ha estado así, observando como la fila se acorta mientras él acaba con uno y otro.

Tuerce su boca un poco desinteresado, nunca se le dio bien la pelea cuerpo a cuerpo. Le parece una pérdida de tiempo entrenar ello de más, cuando sabe lo justo y necesario. Al menos eso cree él. Su más mínimo toque hace todo el trabajo después de todo.

Con un estruendo, cae otro al suelo. Y ahí va el último. Entre gestos de aburrimiento, ve como hablan un rato. Sobre lo bueno que es, sobre cuando volverán a entrenar juntos, sobre lo increíble del senpai, tan admirable. Lo puede oír bien, no está lejos y el gran centro de entrenamiento hace eco de las palabras que alaban. Lo ve despedirse con una sonrisa, y pestañea. Ahora quizás un poco interesado, porque es de las pocas veces que ve sonreír al sombrío humano. Sus hombros se alzan un poco.

Sin embargo, así como esa sonrisa apareció, se fue, en un segundo. Sus hombros vuelven a su lugar. No, no ha visto algo genuino de parte de él. La sonrisa fue por mero compromiso con sus compañeros, no le es difícil distinguirlo.

Ese agente parece siempre tener el rostro consternado, preocupado, con el ceño fruncido; en otro plano, pensando y pensando. Sobre el demonio pistola, escuchó una vez por los pasillos de la organización. Ese era el pensamiento de la mayoría de los agentes.

Los humanos realmente son todos iguales, piensa. Mentirosos incluso a la hora de expresarse.

Se despidió de sus compañeros y se acercó. A medida que lo ve mejor, destaca algunas gotas perladas en su rostro. Las peleas no fueron muy graves, pero al parecer si le han quitado de su energía. Toma casi por instinto la toalla a su lado y se la extiende.

―Gracias ―le dice seco. No le responde de vuelta, y en cambio se pone de pie. Con un par de palmadas limpia la suciedad de su pantalón. ―No era necesario que esperaras aquí, demonio.

Lo mira de costado y está tomando de su botella de agua. Se encoge de hombros.

―No tenía nada mejor que hacer, humano.

No miente. Es mejor quedarse allí a esperarlo, que vagar por los pasillos y cruzarse a algún superior que le asignara alguna tarea.

Lo mira un segundo, y voltea, sabe que se va a duchar. De reojo observa su espalda ancha alejarse, al tiempo que vuelve a sentarse en el lugar. Otra vez va a esperar. Tienen trabajo que hacer cuando termine, simple patrullaje, pero trabajo a fin de cuentas.

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2021 ⏰

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𝐀•𝐕𝐀𝐍•𝐓𝐈 ━━━ 𝘊𝘩𝘢𝘪𝘯𝘴𝘢𝘸 𝘮𝘢𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora