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Estábamos en Pensilvania, habíamos hecho una parada para bueno ya saben el cuerpo tiene necesidades.
En otras noticias, ya estaba mejor, podía moverme con facilidad y ya podía usar mi hermoso arco, ya puedo volver a matar zombies por deporte, me puse como meta personal superar a 10k y aunque mi puntería no sea tan buena como la de el, no hay nada que me guste más que matar Zetas.

—Les digo que no queda nada, ni recuerdos, ni pensamientos, ni alma nada —La voz de Doc me saco de mis pensamientos. 

—Pues no están muertos algo quieren —contesto Cassandra. 

—Si, cerebros —volvió a hablar el viejo. 

—No se puede querer algo sin estar consiente, sin tener alma. 

—Cuando mordieron a mi papá me dijo que lo atara antes de que se convirtiera —comento 10k, me gire hacia el —Me hizo prometer que le daría piedad, que mataría el cerebro, no pude, no pude lastimarlo, sin importar en qué se convirtiera —Puse una mano sobre la suya dándole apoyo —Mire sus ojos por mucho tiempo buscando alguna señal de que seguía ahí. 

—¿Viste algo? —pregunto Cassandra, negó con la cabeza. 

—¿Que hiciste? —no había que ser un genio para saberlo, me miró de reojo antes de responder. 

—Lo mate. 

—Maldición muchacho ¿Mataste a tu propio padre? —cerré los ojos al escuchar esa pregunta. 

—No a el, a esa cosa —contesto algo molesto. 

—Si no estaba vivo, ¿Como lo hiciste? —Sabemos quien ganó el premio a preguntas estúpidas, señoras y señores, Cassandra. 

—Lo apuñale, justo aquí —Señalo el centro de su frente —Fue el primero, siempre desee que lo supiera, ¿saben? Que de alguna forma cumplí mi promesa.

Después de eso nadie más hablo y aunque yo quería hacerlo, no sabía que decirle, nunca fui buena consolando personas, al menos no con palabras, si no, con acciones, eso era más fácil que decirle a una persona que estaba bien, demostrárselo es lo que uno debe de hacer, así que me límite a darle un pequeño apretón en la mano que el me devolvió.

🧟

—Humanos a las seis. 

Fijé mi vista en el pequeño auto que había comenzado a seguirnos, no era rápido y de hecho parecía que en cualquier momento dejaría de funcionar. Adelante había una pequeña orda de Zetas, comprendí entonces que era lo que estaba pasando, 10k pareció darse cuenta de lo mismo ya que saltó de la camioneta en cuanto está bajo la velocidad.

—No frenes —dije/grité a Garnett. 

—Si les pasamos por encima dañaremos más la camioneta —contesto Warren. 

—Rodealos. 

—No son muchos, hay que quitarlos del caminó. 

Todos bajaron de la camioneta, ignorando lo que les había dicho hace unos segundos, suspiré, tome mi mochila y mi skate, básicamente todas mis cosas, no quería perder nada, baje de la camioneta y me quedé a un lado de la carretera.

—Algo está mal mira sus pies —la voz de Warren llegó a mis oídos. 

Los pies de los Zetas estaban encadenados, el auto que nos seguía se detuvo detrás de nosotros y resultó que los Zetas en realidad eran hombres disfrazados, o bueno, la mayoría lo era, nos apuntaron con sus armas rápidamente y aunque Warren saco su arma ya era demasiado tarde como para poder hacer algo.

𝔉𝔲𝔫𝔢𝔯𝔞𝔩 𝔇𝔢𝔯𝔞𝔫𝔤𝔢𝔪𝔢𝔫𝔱𝔰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora