Capítulo 3 - Diana

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El lunes lo estuve buscando por todo el campus, pero no apareció. Estaba hecha una furia. Era cierto que Marcus no se había comportado bien conmigo (y no iba a defenderlo), pero él no era nadie para meterse en una discusión con mi ex. Y mucho menos, para golpearlo como lo hizo. Tenía ganas de decirle de todo, de llamarlo peor que a Judas, pero no estaba. Simplemente había desaparecido.

El resto de la semana seguí buscando ese par de ojos azules, pero su mirada tampoco se chocó con la mía.

- Creo que me estoy obsesionando. -Dije mientras sorbía mi té por la pajita.

- Pero Di, ¿para qué quieres verlo? ¿Le vas a echar la bronca? No tiene sentido. Si tienes que decirle algo, es gracias. Si no, déjalo en paz. Será la mejor solución.

- ¿Darle las gracias? - Miré a mi amiga estupefacta. No era posible que esas palabras hubieran salido de su boca. - ¿Por qué iba a darle las gracias? Yo no le pedí ayuda y agredió a Marcus. Y me llamó rubia. Me llamo Di. Diana para él. -Crucé los brazos sobre mi pecho exteriorizando mi enfado.

- Pues mira, Diana - enfatizó mi nombre dándole un toque sarcástico - exactamente como hiciste tú con él, y no te lo ha echado en cara. - Abrí mucho los ojos.

- ¡Jane! ¿De qué lado estás? - Mi amiga puso los ojos en blanco.

- De ninguno Di, solo doy gracias por que si no llega a intervenir, vete a saber qué te hubiera hecho Marcus... Te saca dos cabezas, y es bastante más fuerte y corpulento que tú.

- Marcus no me hubiera hecho nada... - Mi voz fue un susurro, como si las palabras que estaba pronunciando fueran un intento de autoconvencerme.

- Lo que tú digas Di. Si haces algo, procura darle las gracias. O lo haré yo por ti. - Jane se levantó, me guiñó un ojo y se marchó a su próxima clase mientras se despedía con la mano.

La semana se me había hecho demasiado larga. Había estado estudiando para los finales y estaba realmente cansada. Quizá por eso me sorprendí saliendo del campus y dejando atrás las últimas dos clases. Me dirigí al parque que había al lado de la Facultad con la intención de relajarme un poco. Sentarme en un banco y leer ese libro que hacia semanas llevaba en la maleta. Y eso hice.

De verdad, que lo único que buscaba fue relajarme. Quitarme un poco el agobio de la Universidad. Pero me fue imposible. Porque esos ojos claros, por suerte o por desgracia, chocaron con mis ojos oscuros. Él vestía una sudadera negra y llevaba puesta la capucha. Estaba apoyado en una valla con las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Pude ver perfectamente la transacción que se llevó a cabo entre él y otro chico. Por lo visto, era cierto. Supe, por sus movimientos, que se disponía a marcharse, así que me levanté todo lo rápido que pude y fui como un miura hacía donde se encontraba. No puedo deciros por qué, pues mis piernas empezaron a moverse solas. Sin el consentimiento de mi cerebro. Cuando llegué me miró con curiosidad.

- Tú. -¿Qué se suponía que iba a decirle?

- ¿Qué pasa, rubia? - Me enfurecí aún más, y ni siquiera sabía el motivo.

- Primero, me llamo Diana, no rubia. Segundo, - Me interrumpió.

- ¿Siempre eres así de repelente? - Me miró con una sonrisa divertida. Dios, odiaba a ese tío.

- ¿Y tú siempre tienes que interrumpir a la gente cuando habla? - Esta vez su risa fue sonora, le salió de lo hondo de su garganta, como si le hubiera hecho gracia de verdad.

- ¿Querías algo? Tengo buena mierda si es lo que estás buscando. - Entonces sacó su lengua, y entre sus dientes acogió el piercing que tenía en la lengua.

- ¿Tengo pinta de querer algo de lo que vendas?

- Rubia, creo que prefiero no decirte de qué tienes pinta... - ¿Eso era un cumplido o ... ? De todos modos, puse los ojos en blanco.

- Mira, solo venía a decirte que no quiero que te metas en mi vida. No me debías nada, no es tu problema. Son mis rollos y no quiero que- Volvió a interrumpirme. ¿En serio?

- ¿Cómo te metiste tú en la mía? - Punto para él. Levantó una ceja, y se mordió el labio de abajo. - Mira, lo pillo. Solo quería devolverte el favor. Se te veía incómoda, y no quería perder la oportunidad de pegarle un buen gancho a Marcus Hastings. Tranquila, no volverás a verme el pelo. - Se giró para marcharse, pero, no sé por qué, volví a abrir la boca.

- Oye, yo... - Me vinieron a la mente las palabras de Jane "Si tienes que decirle algo, es gracias. Si no, déjalo en paz ". Odiosa Jane. Iba a tragarme mi orgullo. - Solo quería darte las... Uhm, gracias. - Lo dije muy bajito, pero segura de que él podía escucharlo. Volteó la cabeza, sonrió, y la sonrisa le llegó a los ojos.

- Perdona, es que no te he escuchado muy bien - Mentiroso - ¿que tú querías qué? - volvió a morderse el piercing de la lengua. Suspiré.

- Que gracias - dije en tono más alto esta vez. - por defenderme de Marcus. Se estaba comportando como un imbécil.

- Ya, por lo visto te van de ese estilo. - Giró sobre sus talones, y me dejó allí plantada, con el ceño fruncido y el corazón encogido. ¿Qué diablos me pasaba?

Estaba claro que él y Marcus se conocían, ¿pero de qué? Era hora de hablar con el que podría darme algunas respuestas, y obviamente, era el que no tenía los ojos bonitos. Saqué mi teléfono y rápidamente marqué el número de mi ex novio. Tardó en cogerme la llamada tres tonos.

- ¿Hola? - Fue una voz femenina la que salió por el auricular.

- Em... ¿Estoy llamando al móvil de Marcus, verdad?

- ¿Quién lo pregunta?

- Soy Di, perdona, pero ¿quién eres?

- Soy su novia, ¿quién narices eres tú? - Guau, su novia... Sí que había tardado poco en sustituirme. Por alguna razón, sentí un pinchazo en el pecho.

- Perdona, yo, solo... - Ugh - Me he equivocado. - Colgué la llamada.

Necesitaba algunas respuestas en cuanto a la relación-norelación entre Marcus y Edric. Ya hablaría con el primero en otro momento, cuando los ojos me dejaran de escocer y el pecho de doler.

El pactoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora