Tú Prostituto [L.S]

Capítulo 5

⩶⩶⩶ Vuelve ⩶⩶⩶

Louis estaba demasiado sensible por lo que acaba de suceder, no podía parar la agitada respiración, sus sentidos estaban completamente alterados, su vista estaba negra ya que estuvo ciego por la venda que llevaba; tenía una de sus manos levemente alejada de su pene que estaba en un tono rosadito y podía sentir fuertemente un latido proveniente del mismo, si lo llegaba a tocar tenía miedo de correrse u orinarse nuevamente, su otra mano estaba sosteniendo su ya débil cuerpo sobre el piso. Se sentía increíblemente humillado y quizás ese no era el mayor problema, sino que él se encontraba ¡excitado por esto! Nunca en su vida había experimentado tanta humillación y excitación a la vez, el creía que jamás esas emociones se podrían mezclar, eran tan opuestas que esto lo estaba mareando y haciendo perder la cordura, la poca que le quedaba.

"Y tu aun no haz probado nada de mi" Realmente ¿habría más? ¿Estaba asustado o con asco o aun peor? ¿quería más? Louis a puros suspiros no podía soltar ninguna palabra.

- Muñeco... - Harry se dirigía hacia los cabellos que estaban bastante despeinados del más joven, pero antes de que pueda rozarlo suena su celular. – Styles – respondió al llamado - ¿Realmente pueden ser tan inútiles? Les doy órdenes para tener que hacerlo todo yo... Cállate, en media hora estaré allí, intenta mantener todo en orden hasta que llegue. – y colgó el teléfono.

- Se terminó el juego.– se inclinó en el suelo susurrándole al oído. – adiós. – terminando con una risita malvada. Louis lo único que pudo reaccionar fue con un sobresalto por la cercanía de este hombre que lo había hecho acabar solo con un vibrador y apenas usando sus manos y no solo eso que lo obligo a orinarse encima, suspiro agitado y se puso rojo como un tomate. ¿Esto sería todo? ¿No habría más nada para él?

- Cuando yo salga de aquí podrás sacarte la venda, llamare a tu manager para que te venga a buscar. - dijo arreglándose el saco y dirigiéndose a la salida.

- Pero... - Louis instintivamente quiso preguntar – No, no te volveré a... ¿sentir? – dijo con su cabeza agachas simulando verlo, pero aun tapado con las vendas.

- Lo dudo. – respondió el mayor para cerrar la puerta tras él dejando un rico aroma de perfume del caro inundando las fosas nasales de Louis.

El menor sintió que algo dentro de él se sobresaltó, una sensación inigualable se había despertado en él, sentía nerviosismo y aún seguía excitado. Se levantó, se quitó esa venda que traía puesta y vio como el lugar y su cuerpo estaban hechos un desastre por todo lo que habían "jugado" con su cuerpo, en seguida salió de ese lugar sintió mucha vergüenza y no podía dejar que Naill viera todo eso y se imaginara algo de lo que pudo haber pasado.

⩶⩶⩶⩶⩶

Pasaron días, semanas y meses. Louis seguía trabajando, pero a pesar de que sus clientes tenían penes grandes, deliciosos y grandes billeteras nada podía sacar de su mente esas manos que rozaron su espalda, sus muslos y su columna.

- Oye niño, ¿estas aburrido? Estas cabalgándome sin realizar ningún tipo de expresión, ¿acaso te aburro? – Indago su cliente uno de los que siempre pedía por él, porque nadie más que Louis podía follar tan salvajemente, pero hoy algo le pasaba.

- ¿Eh? No, no sucede nada señor, lo siento – respondió el pequeño chico que se encontraba sobre las piernas de su cliente.

Dándose cuenta que se quedó pensando demasiado tiempo en su jefe. Tenía que trabajar de buena manera, entonces agarro un vibrador rosado que había en una mesita cerca del sillón donde se encontraban, paro de auto penetrarse con el miembro de su cliente introduciendo el artefacto dentro suyo corriendo y aprisionando aún más el pene de quien ya estaba dentro de Louis, lo puso al máximo, cerró los ojos y como si una gran ola de recuerdos lo arrasaran comenzó a gemir como un loco, cabalgando y dejándose llevar por ese recuerdo donde las manos que lo tocaban actualmente se convirtieron en el roce majestuoso que había recibido semanas atrás por alguien al que no conocía ni su rostro pero que había jugado con él de la manera más sucia que existía, o por lo menos de la que él conocía dejando su tacto marcado en su piel.