Capítulo 1: conociendo mi cruel destino

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  Probablemente estén acostumbrados a que las historias comiencen explicando los detalles de quien las escribe. como su edad por ejemplo o su nombre, sin embargo, creo que es más apasionante si nos vamos conociendo en el camino.

Mi vida no era tan divertida, me había graduado en una carrera de comunicaciones por lo que no soy tan malo con el uso de la palabra, sin embargo, aunque tenía el título, aun no había podido ejercer. Tenía 22 años, logre conseguir un empleo de repartidor en un restaurante de comida china, no era gran cosa, pero ganaba lo suficiente para comer, pagar el alquiler y de vez en cuando comprar cerveza.

Me gustaba mi empleo, a pesar de las circunstancias vivía en paz, recorría los lugares en motocicleta y de vez en cuando ¡aleluya! O algún corazón bondadoso me otorgaba algo de propina o algún otro apresurado se iba sin esperar a que llegara su pedido y podía quedarme con los fideos, la vida era tranquila hasta que abrieron esa nueva empresa de bienes raíces a 5 cuadras, aquí comienzan el viaje en nuestra montaña rusa.

Mi jefe, el día de la inauguración llego feliz a trabajar, un edificio de 5 pisos lleno de oficinistas solo podía representar más dinero, más pedidos, en fin, una gran oportunidad de llenar sus bolsillos. Al día siguiente, como era de esperarse, comenzaron los pedidos extra del gran edificio de 5 pisos, 2 o 3 cuando mucho hasta que se empiece a conocer el restaurante en el edificio.

El tercer día pidieron del edificio 20 cajas, me decía a mí mismo que lo más probable era una broma de mal gusto que sin dudas pondría de muy mal humor al jefe y me tocaría escucharlo gritar toda la tarde, pero al mal paso darle prisa, las 20 cajas iban de camino al edificio. llegue a la recepción, una chica de más o menos mi edad me atendió, su nombre era Sofía, sin embargo, el papel de la entrega decía que quien pagaría era alguien de nombre Janet, la política de mi trabajo me impedía darle el pedido si no aparecía la persona que iba a pagar.

Sofía trataba de llamar a Janet, pero no tenía resultado exitoso, mi corazón decía que algo no estaba bien y mi madre siempre me decía que no debía ignorar esas cosas, pasados 30 minutos de espera y discusión con Sofía, alguien con furor abre una puerta tras la recepción y con un rugido se atrevió a decir:

- Desconocida: ¿Qué ocurre con el sujeto de la comida china? ¡El edificio muere de hambre, son más de las 12:00, como de costumbre el servicio es pésimo o el idiota del repartidor se perdió en el camino!!!

Sentí una puñalada en el pecho, no hiriéndome, al contrario, me llenaba de ira y ganas de tirarle los fideos en la cara a la bruja que se atrevió a llamarme idiota, sin embargo, respiré para conservar mi empleo y con toda la arrogancia del mundo le dije:

- Repartidor: El "idiota" de los fideos llego hace más de media hora, puede hacerle reclamos a la señorita Janet, que de no ser por su ineptitud e incompetencia al no dejar con la recepcionista el dinero del pedido usted estaría disfrutando de su delicioso almuerzo.

La mujer se quedó helada, yo parecía serio, pero dentro de mi había una sonrisa maligna que me decía ¡bien hecho! Sin saber que la celebración de victoria me duraría muy poco. La mujer tomo su cartera y saco unos cuantos billetes, los puso sobre la mesa y le dijo a Sofía que quería la comida lo más pronto posible en el comedor, dio media vuelta y se fue sin decir nada.

Cuando se cerró la puerta me empecé a reír y volviendo a ver a Sofía que extrañamente no se reía conmigo le dije:

- Repartidor: ¿puedes tratar de llamar de nuevo a Janet? Los fideos se enfrían

A lo que ella respondió:

- Sofía: La que acaba de marcharse es Janet, creo que el dinero que dejo sobre la mesa es para ti

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