RILEY
El sonido de la televisión de fondo llegaba a mis oídos mientras sacaba el espagueti recalentado del microondas, alguna repetición del programa de Jimmy Fallon. La oscuridad me envolvía a excepción de algún que otro rayo alumbrando el pequeño espacio en el que me encontraba, las gotas de lluvia golpeando mi ventana me daban el sentimiento de calma que ningún tipo de droga podía darme, las calles se encontraban vacías dándome el tipo de anonimato que requería para lo que iba a hacer a continuación.
La mochila junto a la puerta de entrada llamaba mi nombre, lo que contenía en su interior tenia un peso extra en mi conciencia, un peso extra sobre mis hombros.
Las imágenes de lo que tuve que hacer para llegar a donde estoy golpeaban mi mente en un montón de flashbacks de sangre, muerte y gritos de dolor.
Me senté en el maltrecho sofá con el plato con comida caliente sobre mis piernas, no me había duchado y la sangre seca de mis pantalones me escocía en la piel de mis muslos. La mochila seguía en el mismo lugar en el que estuvo las ultimas tres horas, luego de que llegara de ese deposito abandonado.
Jimmy Fallon seguía hablando en la televisión frente a mi rostro, contando los mismos chistes que contaba en cada uno de sus programas. Pero mis oídos no lo escuchaban. No, ellos estaban pendientes de otros sonidos, sonidos que la gente normal no oiría, personas que no fueron entrenadas para convertirse en el tipo de persona que yo soy.
La oscuridad me envolvía, a excepción de las leves luces de la televisión, el plato de comida caliente comenzaba a enfriarse, pero no podía apartar mi mente y mi vista de la puerta de entrada frente a mis ojos, exactamente a un metro y medio a la derecha de la televisión. A un lado la mochila seguía en el mismo espacio, lo que contenía en su interior llamaba mi nombre.
Jamas tuve remordimiento de lo que hacía para ganarme la vida, entonces ¿Porque el contenido de esa mochila azul perturbaba tanto mi mente? Tal vez sea porque hoy fue el día en que finalmente viole mi ley principal. No mataras a niños.
No sabia que al momento de explotar los cimientos de ese edificio me llevaría conmigo la vida de tres niños, tres niños rehenes, que no tenían la culpa de estar en el lugar en donde estaban.
El sonidos de pasos en el corredor me quitaron de mis pensamientos, el mundo es un lugar oscuro, malo y sin compasión. No hay lugar para arrepentimientos. Lo hecho, hecho está.
Me encontraba en un edifico de clase media, el pequeño departamento servia como refugio entre misiones, pertenecía a un matrimonio de ancianos que ya no se encontraban en este mundo, por lo que no había razón para asociarlo conmigo o con mi gente. Después de todo, no existimos. Por lo que los niños, las madres y padres trabajadores iban y venían durante todo el día, no debería de sentirme perturbada por escuchar pasos en el corredor a las diez de la noche.
Pero lo hice, me sentí perturbada. En especial porque eran pasos que pretendían no ser escuchados, como dije anteriormente, fui entrenada para percibir cosas que el resto de las personas no perciben, detalles insignificantes que muchas veces pueden salvarte la vida, o como es en mi caso a continuación ponerla en peligro.
El sonido de la ventana de mi habitación a mi derecha a través del pasillo siendo abierta llego a mis oídos, al igual que el de los silenciosos pasos fuera de mi puerta de entrada. No tenia caso intentar huir, ya me tenían rodeada. Deje el plato con el espagueti frío en la mesa de café frente a mis piernas, y me agache a ajustar mis dr martens negras. Silenciosamente saque mi Glock 9 milímetros de la almohada a mi derecha y la guarde en la cintura de mis pantalones, conté mentalmente dieciséis segundos cuando sentí el cañón de una Colt calibre 45 presionarse en mi cabeza desde atrás.
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Crows Academy
AcciónCrows Academy no existe en ningún registro gubernamental, ninguna persona a la cual le preguntes la conocerá, y si lo hace lo negará. Es solo un fantasma de algo que pudo haber sido pero que jamás fue. Al menos ante los ojos de los simples mortales...