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Después de esa repugnante humillación me fui a cambiar al baño, por alguna razón –no sé cuál–, tenía una camiseta extra en mi mochila, era de manga larga que me llegaba hasta la medida del tiro alto de mis vaqueros, de color verde marfil, bueno, a...

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Después de esa repugnante humillación me fui a cambiar al baño, por alguna razón –no sé cuál–, tenía una camiseta extra en mi mochila, era de manga larga que me llegaba hasta la medida del tiro alto de mis vaqueros, de color verde marfil, bueno, al menos podría hacerme sentir menos incomoda y poder salir como si nada. Por otro lado, estaba que el líquido había caído en algunas capas de mi cabello, no tenia de otra, más que lavarme también el cabello con abundante agua, aunque sea para que no quedara pegajoso y lavármelo bien hasta que llegara a casa.

En cuanto terminé, salí del baño de chicas y me dirigí al salón de clase, ya que, dentro de poco tiempo tenía la clase de literatura y lo que menos quería era llegar tarde a clase.

Llegué al salón y todos –literalmente– me observaban de la cabeza hasta los pies, desde algunos integrantes del equipo de futbol, porristas, las del equipo de voleibol, algunos de los miembros del club de teatro y robótica y claramente el quipo el equipo completo de guerreros huecos, me di un momento para dejar de sentir la horrenda humillación y la rabia que corría por mis venas.

Tome mi lugar al lado de Amber, quien me guardaba un lugar como siempre en cada clase, mientras esperábamos a que llegara el maestro Collins, los demás no hacían sino conversar entre ellos y hacer comentarios fuera de base –como siempre–, y eso fue hasta que Alex, uno de los integrantes de futbol soccer decidió hablar.

–¿Sheyla con que se te apetece acompañar ese jugo de naranja? ¿Un sándwich de jamón y queso? –sabía a qué se refería, pero me hervía la sangre al escucharlo hablar del tema –. Digo a no ser que también te lo quieras embarrar ya sea por el cabello –en eso lanzó una gran risa que provocó que la mayoría lo acompañaran en su carcajada.

–Deja de molestarla, idiota –habló Max con furia marcándosele en su vena de la frente casi a explotar.

–¡Uy! Vino el noviecito a defender a la cuatro ojos –le respondió Alex a Max –. Esperaba más de ti Max, pensé que tenías mejores conquistas –volvió a reírse, al igual que los demás.

–No empieces algo de lo que no querrás haber iniciado y te dejo algo claro, ella se llama Sheyla, no cuatro ojos como le dices, ¿quieres que te refresque la memoria en donde debes saber las mujeres merecen respeto? ¿O es que esa palabra te queda grande decirla? Sí ella y yo estamos saliendo o no, no es tu problema, así que como te digo, no te busques algo que no quisiste encontrar –Max sonrió ladinamente al ver que Alex n decía nada –. Y no quería decirlo, pero porque no más bien te aseguras de que tus pases en el campo si hagan al menos un gol y no te roben el balón –finalizó dejándolo en total silencio, sin faltar que la mayoría dijera el típico "Uh", abucheándolo por no saber que más decirle al fullback de equipo de futbol americano.

Alex le pensaba responder a Max, pero en eso llegó el maestro Collins, bueno al menos evitó una rivalidad de sub-capitanes de cada equipo en pleno salón de clases.

–Jóvenes empecemos la clase, abran sus libros en la página quince –el maestro Collins dio la orden y eso todos hicimos como si no hubiera pasado nada hace un instante.

La cuatro ojos y el quarterback (JeanCarlo León)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora