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Hora del receso, hora en que toda la población estudiantil sale como loca a hacia la cafetería a sucumbir con sus antojos de comer algo, no voy a negarlo ya que yo me considero uno de ellos

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Hora del receso, hora en que toda la población estudiantil sale como loca a hacia la cafetería a sucumbir con sus antojos de comer algo, no voy a negarlo ya que yo me considero uno de ellos.

Me encontraba haciendo la fila con Amber para poder comer algo, lo que sea que este en el menú de la cafetería.

Luego de un rato haciendo esa larga fila opte por pedir un sándwich de jamón de pavo y queso, y de tomar un jugo de naranja, en eso ya estabamos buscando lugar, para podernos sentarnos.

En la cafetería estaban los diferentes lugares para uno sentarse, en una esquina del ala este de la misma se encontraban los del equipo de soccer entre ellos las porristas que prácticamente se abalanzaban hacia ellos para besuquearse –eso era asqueroso–, en la otra esquina se encontraban los populares, aquellos que se destacaban solo por creerse mejor que todos solo por ser hijos de padres con dinero –simplemente eran los niños de mami y papi–, en uno de los tantos rincones también se encontraban los diferentes grupos, por ejemplo, los de robótica que los consideraban los nerds robóticos, los de teatro que ensayaban durante el receso, en otro espacio estaba el equipo de futbol americano –los huecos– y que claramente por alguna razón se la pasaban con algunas porristas e integrantes del equipo de voleibol femenino y claramente no podían faltar los que se hacen aparte de todos que se consideran los antisociales, entiendo bien por qué no se juntan con los demás grupos, el noventa y cinco por ciento de la población estudiantil son plásticos, con eso diré todo.

Para ser exacta, tanto Amber y yo no pertenecemos a uno de esos grupos, algunas de las integrantes del equipo de atletismo al que hago parte, se mezclan con los de teatro, robótica o cualquier otro grupo, pero jamás se les ven juntas aparte de los entrenamientos.

–¿Ves algún lugar para sentarnos? –preguntó Amber a lo que yo revisaba algún espacio para ella y yo.

–No. –Rodé los ojos al no encontrar nada –. Parece que a todos por ser el primer día de clases se les ocurrió la idea de venir a la cafetería –mencioné un poco molesta.

–Bueno sigamos buscando a ver –dijo Amber con algo de positivismo.

Mientras seguíamos buscando un lugar para hacernos, estudiábamos a detalle que casi no había lugar o eso pensaba, caminábamos entre los pocos espacios que había para poder caminar hasta que una voz se oyó al instante.

–¡Sheyla! –creí reconocer esa voz, la había escuchado un par de veces cuando iba a mi casa en el verano para encontrase con Jackson.

En cuanto voltee a ver me sentí espeluznada al verlo, si me dieran la oportunidad de correr ahora mismo lo haría, pero me comportare al margen, sin parecer que hubiera visto un fantasma.

–Hola chicas –nos sonrió y le devolvimos la sonrisa –. Vi que estaban buscando lugar para sentarse y bueno, me preguntaba ¿Si les gustaría hacerse con nosotros?

La cuatro ojos y el quarterback (JeanCarlo León)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora