| Parte Única |

65 14 3
                                    

Bakugo era una persona de muy pocos amigos, o mejor dicho, de ninguno.

La gente que siempre estaba a su alrededor desde pequeño, eran seguidores. "Extras", cómo solía decirles, que sólo obedecían lo que se les edecía.
No sabría si por admiración o miedo, pero siempre había conseguido que gente estuviera ahí.

Lo más cercano a un amigo según los demás, era Midoriya, pero este, para él no era más que una molestia, un grano en el culo que no podía reventar.

Ninguno era su amigo.

No le importaba realmente, nunca había tenido un amigo, por ende, no puede hacerte falta algo que ni siquiera sabes qué es.

Hasta que entró en la UA.
Hasta que, conoció a Kirishima.

Kirishima era un chico entusiasta de cabello horrible con una extraña obsesión por lo masculino.

Podríamos compararlo fácilmente con el sol: brillante, molesto y caliente.

Brillante.

No hablo de la inteligencia si no, de su sonrisa.

Su sonrisa brillaba cómo si del sol se tratase. Junto con su alegre personalidad, podía hacer que hasta el más amargado se ponga de buen humor.

Molesto.

Pese a ser un solecito, su brillo podía ser muy irritante a veces.

Y más con la increíble personalidad y paciencia de Bakugo.

Caliente.

¡Oh, vamos! Hasta tú lo has pensado alguna vez.

Cualquiera que tenga dos ojos, podría notarlo. Además, sumémosle que Bakugo era un adolescente con las hormonas revoloteadas.

En fin.

Esos fueron los pensamientos del rubio cuando no lo conocía muy bien.

Después de haberlo conocido hace casi un año, lo compararía más bien con una goma de mascar pegada a la suela de su zapato. 

Maldecía el día en que lo había conocido. Aquella vez que lo vio en el bus, los pensamientos que tuvo de él y más, que justo fuese a ellos dos, los que ese villano de segunda, hubiese mandado a pelear en el mismo lugar.

Sus palabras, ofensivas pero precisas, hicieron que el pelirrojo lo admirara y cambiara su perspectiva de él.

Kirishima creía, cómo muchos, que el rubio sólo era un tipo agresivo. Fue cuando quiso enfrentar a los villanos que se dio cuenta de que era mucho más.

Pero no te confundas, no fue cómo cualquier otro que seguidor; el muchacho se encargó de dejárselo en claro desde el principio. Porque a pesar de que lo admiraba, no seguía lo que le mandaba al pie de la letra: apuntaba sus errores, diciéndole cuando no le parecía correcto y convenciendolo de hacer cosas que jamás hubiese hecho antes.

Kirishima se había metido en su vida de una manera en que ya no podía dar marcha atrás.

Bakugo era reacio al inicio, alejando de sobremanera al chico. Pero este, terco cómo una mula, siguió estando a su lado hasta que lo aceptó.

Ellos no congeniaban en muchas cosas.

Bakugo no era para nada adorable, Kirishima le parecía insoportable.

Para Bakugo, Kirishima le parecía un "moralista" molesto.

Para Kirishima, Bakugo era un antipático gruñón.

Comidas, juegos, libros, materias, colores, ideales y más. Tenían muchas diferencias.

Pero de alguna manera, se llegaron a comprender.

Y a querer.

Bakugo se había enamorado de esa tonta,  irritante, pero dulce y perfecta, goma de mascar.

No era únicamente por su apariencia, el pelirrojo lo hacía sentir bien, feliz, especial.

Enamorado.

No pudo comprender ese sentimiento hasta que en una visita a su casa, por aburrimiento, se quedó con su madre mirando una telenovela.

Los actores se besaron e inconscientemente imaginó la misma escena pero con él y su amigo cómo los protagonistas.

"Lindo", pensó.

Cuando los personajes subieron el nivel de sus besos tocándose en lugares "no permitidos", Bakugo se avergonzó tanto, que soltó una explosión quemando el mueble.

Corrió a su habitación siendo seguido por los gritos de su madre que reclamaba por su sofá. Se encerró y pasó el resto del día, investigando acerca de esos extraños sentimientos que lo atormentaban.

Para resumirles, llegó a la conclusión de que era amor.

Insufrible amor.

¿¡Cómo se pudo haber enamorado!?

Kirishima era un baboso que ni siquiera podía aprobar matemáticas, pero que daba lo mejor de sí para enmendar su error; era un idiota que se deprimía fácilmente, al que tenías que recordarle lo increíble que es para que vuelva a sonreír con esa estúpida hermosa sonrisa que siempre porta; un chico tan alegre que sólo por el hecho de estar ahí te pone de feliz; un bastardo admirable que lucha por superar sus inseguridades; un tipo con la cara y el cuerpo esculpido por las manos de los Dioses Griegos; un chico que estaba siempre en tus malos y buenos momentos; un tonto que hacía que te diviertas junto con otros tontos auque no lo quieras admitir.

Se veía vulnerable en ocasiones, irrompible en otras.

Kirishima y su sonrisa, Kirishima y su pelo teñido, Kirishima y su marquita en el ojo, Kirishima y sus irresistibles ojos carmesís.

Se veía besable.

Kirishima era una maldita goma de mascar.

Estaba enamorado de una maldita goma de mascar.

Y para siempre amaría a esa maldita goma de mascar.

Goma de Mascar | KiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora