CAPITULO 5.
CUERVOS.
El caos comenzaba a surgir en una de las alas del Kanner, exactamente en la zona de estacionamiento privada, en la entrada de ello, yacía el cuerpo de una jovencita no mayor de veinte años, la gente que aún quedaba en el bar, sobre todo aquellos curiosos accedieron al lugar para echar un vistazo de la situación, todo mundo sabía que aquel lugar era una de las zonas más seguras, el bar era reconocido por ser elegante, de buen servicio, pero sobre todo seguro. Nunca había pasado una situación así, por eso la gente cuchicheaba lo extraño de la situación. En medio de esas personas, la figura de Orestes y Simone podían verse inéditos, con una expresión de impotencia; pues ellos más que nadie, sabían que el cadáver de esa jovencita, no era más que una de las muñecas de los Jerarcas, la habían visto regularmente días anteriores, y justo esa noche, volvieron a verla sentada en las piernas de los asquerosos jerarcas.
Simone, observaba aquello con las manos apretadas, entonces, recuerdos pasados llegaron nuevamente a ella, ahí de pie, miraba el cadáver tirado boca abajo, su cabello regado tapando parte de su cara, las manos por encima de su cabeza, sus piernas semiabiertas sin zapatos, seguramente los había perdido por la prisa que traía al correr de sus verdugos, y en su espalda, cinco disparos los cuales le habían cegado la vida. De pronto, la imagen de dos personas a las que había amado con toda su vida, llegaron a su mente. Respiró hondo, tratando de despejar su mente y relajar su cuerpo al ver que inconscientemente sus puños se habían cerrado. Así que metió sus manos a los bolcillos de su pantalón y miró a Orestes que parecía igual o más impotente que ella.
—Malditos hijo de puta— susurró Orestes mientras una lagrima resbalaba por su mejilla, Simone sonrió a medias y paso una de sus manos por los hombros del chico, ella más que nadie sabía lo sensible que era Orestes a esos temas de violencia y abuso a las personas.
—Guarda silencio, si dices algo más, podrían escucharnos— el chico asintió, y se limpió las lágrimas con la manga de su camisa —Recuerda que este lugar tiene oídos y ojos por todas partes—
—Sí, Perdón. Solo fue el sentimiento triste de ver a una chica joven morir de esa manera, escapando de un infierno que quien sabe cuánto tiempo vivió— tragó grueso para luego volver a ver a su amiga que parecía haber perdido el brillo de sus ojos.
Simone a pesar de su humor negro, y lo alegre que solía ser con aquellos que le llegasen a caer bien, nunca la había visto con sus ojos brillantes, menos que expresasen algo, aquella chica parecía un robot expresando palabras, inteligencia, bromas, pero por dentro, era como si algo le faltase, como si su amiga solamente existiera, mas no viviera en su mismo mundo. "¿Qué podría haberle pasado? ¿Por qué cada vez que sonreía parecía una triste imitación del Guasón?" Eran preguntas que rondaban en la cabeza de Orestes, pero de las cuales nunca se atrevió a preguntar, no quería excavar en las profundidades de aquella mirada triste y vacía, porque tenía la impresión que, al hacerlo, sería como esos libros de portadas bonitas, pero que, en cada página escrita, solo es tragedia y dolor.
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TEN PIEDAD DE NOSOTROS [BL]
RandomEN OCASIONES NO ES NECESARIO ESPERAR POR UNA RESPUESTA CUANDO EL DESTINO CRUELMENTE MOSTRARA EL DULCE SABOR DEL PECADO ANTES DE LLEVARTE A LA REALIDAD DEL INFIERNO. LA VIDA HABÍA LLEVADO A YEUDIEL HASTA JUDÁ. EL HOMBRE QUE LE HABÍA MOSTRADO EN CAR...