Capitulo 8. ¿QUIEN ERES?

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¿QUIEN ERES?

—¡NO! Es... Espera ¡Detente! — la voz era una mezcla de cansancio y miedo, como el miedo atragantado en la garganta de un atleta luego de correr una maratón para salvar su vida, y para desgracia de aquel que ahora suplicaba arrastrando sus rodilla por el cúmulo de tierra y hojas secas sus piernas ya no respondian, su corazón palpitaba por la fatiga y la adrenalina de verse seguido por un desconocido que lo había herido en su brazo derecho como en su pierna. Su alma se llenó de panico y su respiracion comenzó a faltar de nuevo, cuando con la tenue luz de luna llena de esa noche, la figura de un hombre alto vestido de negro lo observaba fijamente, el viento revoloteo la copa de los arboles y algunas hojas secas se levantaron dejando un siseo a su paso... Elevando el miedo de unos de los cuervos del Reich, Rafael.

Por los tenebrosos rincones de sus ojos, la unica parte desnuda de su cara lejos de aquel color negro que envolvia su cuerpo en una traje elegante y sobre el, una gabardina del mismo color abotonada a la altura de su cintura, dejando expuesto una corbata roja oscura como el color de su cubrebocas al igual que la cinta sobre la copa de su sombrero negro. El deseo de acabar con su vida nadaba en aquel par de ojos amarillos, como una vil fantasía excitante de un psicópata, esperando en silencio de plasmar su arte sádica en su piel con aquel par de hachas cortas vikingas en sus manos enfundadas en un par de guantes de cuero.

La pinta de hombre frente a los ojos de Rafael, era como el ente de la famosa leyenda urbana... El justo juez de la noche, pero a diferencia de tal leyenda, No había caballo relinchando en medio del silencio nocturno, no había una capa negra ondulada por el viento, solo un hombre vestido elegantemente con su singular sombrero observando fijamente a Rafael que ahora, rogaba no ser cortado por las hachas de aquel extraño hombre. Entonces, el sudor en la frente de Rafael se hizo más intenso, sus ojos enrojecieron con el nudo y la desesperación al ver cómo paso a paso, el desconocido de las hachas se acercaba a su cuerpo ya herido.

—¡Alejate! — Gritó con desesperación en un hilo de voz, quiso ponerse de pie, pero su pierna herida no respondía a la acción que su cerebro deseaba para sobrevivir —Qué... ¿Qué es lo que quieres de mí? ¡Ni siquiera te conozco! —

Conmigo van, destinados a morir sin que de ellos quede rastro... —Siseo paso tras paso haciendo crujir las hojas y ramas con la suela de sus zapatos, su porte era recto y parsimonioso al caminar, era como si no realizara ninguna arruga en su gabardina y pantalón en su andar, sus manos apretaban con más fuerza el mástil de madera incrustado con diseños de aquella época salvaje nórdica —Conmigo van, el último aliento de media noche, Conmigo se quedan sus últimos recuerdos que en la mañana no podrán recordarse...

—¿Qué intentas decir maldito? — Rafael desesperado no podía alcanzar el arma corta que guardaba tras su camisa como emergencia, su arma había quedado en el camino luego que intentara defenderse del ataque que el desconocido de negro había propiciado una vez estuvo solo. —¿Quién eres? — inquirió sin dejar de verlo, se arrastró hacia atrás con la ayuda de sus pies que arrastraban sobre la tierra como sus manos —¿Por qué me atacaste? ¿Eres una psicópata? ¿Un lunático drogadicto? —

TEN PIEDAD DE NOSOTROS [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora