El mayor se aseguró de dejar más folletos en el mueble de la recepción del lugar, asegurándose de pedirles a los empleados que había asignado a ese sitio que los entregaran a cada persona que ingresara a la exhibición. En cuanto estuvo seguro de que no había nada más que hiciera falta, regresó al interior de la galería, acomodando de nuevo la corbata y alisando el traje que vestía. Y no era que hiciera verdadera falta tomarse tantas molestias por su aspecto, pues continuaba luciendo tan pulcro como hacía cinco minutos. Era simplemente que se encontraba demasiado nervioso, e incluso se percibía fuera de lugar entre todas esas personas, aunque no era su primera vez organizando un evento de esa magnitud ni exponiendo alguna de sus obras.
Quizá era simplemente que, desde había despertado, un extraño presentimiento se había hecho de él y todavía no conseguía eliminarlo del todo, así como tampoco podía bridarle una razón para ser. Todo lo que podía hacer, entonces, era pensar que se debía a que aquel día, como todos los anteriores desde hacía varios meses, añoraba a JiHoon. Había esperado tanto ese momento para recorrer la galería de su mano, que ya ni siquiera podía encontrar un motivo para estar ahí si no era enseñar a aquel pequeño demonio un poco de lo mucho que hacía fuera de casa.
Los sentimientos de SeungCheol comenzaron a desbordarse, como ocurría siempre que pensaba en ese chico, y volvió sobre sus pasos hasta el punto donde se encontraba ese único cuadro que había querido mostrar al mundo, más por haber hecho el compromiso en tiempos buenos, que por desearlo verdaderamente en ese instante.
Sus ojos se pasearon por el lienzo, reavivando en él cada sensación que ocupó su ser mientras pintaba. Era como si pudiera revivir sus mejores épocas con sólo apreciar cada pincelada y mezcla de pintura que componían aquella pieza. Y el mundo pareció volverse inexistente a su alrededor mientras se perdía en esos detalles que solamente él podría haber observado, pues conocía tan bien a su musa que podría plasmarlo en el lienzo o el papel incluso a ciegas.
—¿Cuál fue su inspiración al momento de pintar esta obra? —le preguntó uno de aquellos hombres de cara estirada y voz que causaban ganas de darle un golpe en la cara.
SeungCheol abandonó esa burbuja de memorias y melancolía, para observar al grupo de personas que se habían aglomerado alrededor de su pintura. Entonces miró un momento el cuadro; un chico sosteniendo un libro bajo la luz de un atardecer de diciembre. Era JiHoon, y quizás había elegido esa como su pintura a exhibir porque era el recuerdo que más le gustaba de su tiempo juntos. Observando esa imagen, casi podía escuchar la suave música de piano que sonaba de fondo, mientras el menor se maravillaba con el primer libro que había leído desde hacía más de seis años. Nunca olvidaría el momento en que ese pequeño chico se giró a mirarle con la expresión de un infante que aprecia la lluvia por primera vez en su existencia.
—Maldición, esto es genial —había dicho el más bajo, antes de volver a leer.
Nadie habría pensado que un joven como aquel podía terminar una obra de casi mil páginas en apenas una semana, pero ese había sido el inicio de un nuevo gusto para su amado.
—Realmente fue sólo un impulso —respondió SeungCheol al hombre, girándose entonces a su público—. Sólo quise pintar algo que pudiera representar un momento de tranquilidad pura para...
Su voz se apagó de poco mientras, entre las personas, unos cabellos oscuros iban de aquí a allá, siendo ocultos la mayor parte del tiempo debido a que se cruzaban con personas más altas. SeungCheol dejó de respirar por unos segundos, pues creía estar alucinando; hasta que un distraído JiHoon se detuvo frente a esa parte donde iniciaba la sección en que se encontraba su pintura. Un adelanto de las obras a encontrar ahí, en la pared que tenía al lado, donde se podía apreciar una fotografía del cuadro del mayor. No hacía falta ser un genio para saber que era JiHoon quien había sido capturado en el lienzo, y debajo de aquella imagen podía leer el nombre de su ex novio. Probablemente eso no tendría que haber asustado al más bajo; pero no recordaba que en ningún momento SeungCheol le dijera que planeaba usarlo para su trabajo, mucho menos se esperó que al dar media vuelta para marcharse de ese sitio, presa del dolor, su mirada volvería a encontrarse con la de ese ángel, que de nuevo vestía de negro; justo como la maldita primera vez.
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Hide-and-seek
FanfictionCada mañana, Lee JiHoon despierta con dos cosas que desearía olvidar: la resaca después de sus habituales borracheras, y el recuerdo del visitante de ojos oscuros en el hospital psiquiátrico. +18: enfermedades mentales, asesinato, abuso físico.