CAPÍTULO TRES

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Las almas gemelas se encuentran porque están en el mismo escondite.

Aprendí muchas cosas a la mala, no creo que el destino sea el culpable, en cambio, yo fui quien tomó estas decisiones que ahora mismo me cuestiono demasiado, a veces preguntándome seriamente que hubiera pasado si no hubiera hecho aquello ¿habría sido feliz?

Fruncí el ceño con fuerza al oír las notificaciones de mi celular molestar de forma insistente, voltee el rostro hacia donde estaba el celular en la mesita de noche, tomando el aparato en mis manos para después mirar las notificaciones.

Era un número desconocido, aquello me inquietó, no solía dar mi numero para nada, ni mucho menos era de recibir mensajes, era más de las videollamadas. Esboce un suspiro y aleje todo pensamiento negativo, desbloqueando la pantalla y yendo a la bandeja de mensajes con curiosidad.

Número desconocido

Hola!!!!!!

Viktor me dio tu número después de pedírselo

insistentemente durante horas, espero que no

me haya tendido una trampa dándome el

numero equivocado, si es así estoy dispuesto

a darle una patada en los huevos.

Por cierto, fresita, soy Kyung Heil, puedes

decirme Key ;)

Chico zanahoria

¿Kyung? Oh, Vik te dio mi numero, es

raro, no suelo escribir mucho, prefiero las

llamadas.

De acuerdo, puedo llamarte Key, aunque no

lo creo necesario, apenas te conozco...

Kyung Heil

Pero ¿confirmas que eres Archer? ¿El

chico bello de cabellos color

zanahoria?

Que horror sería si llegaras a ser un

hombre de 50 años.

Oh, entonces te llamaré.

Casi pego un brinco ante la llamada entrante que estaba teniendo de dicho número, con cierto pánico a decir verdad, pero no dude en responder, salvo por un pequeño detalle que puede y me haya hecho indignar un poco.

—¿Hola? No quería incomodarte con los mensajes, así que te llame, espero y no este mal, perdón si llegue a interrumpirte en algo, es solo que, no puedo evitarlo, eres realmente interesante, me robaste la atención en tan poco tiempo, fresita. Me pregunto cómo puede ser eso posible, porque he conocido a diferentes tipos de personas en este mundo con una belleza inimaginable, pero no se comparan para nada contigo, eres tan hermoso, Archer... ¿te incomoda? Perdón si lo hice, a veces hablo sin pensarlo, es una mala costumbre que tengo—Escuche su risa al otro lado de la línea.

¿Estaba bromeando? ¿Realmente lo sabia o solo se hacia el idiota?

—Oye, ¿dije algo malo? Esta bien si no quieres hablar conmigo, se que suele ser irritante lidiar con personas como yo que hablan sin pensar, así que perdóname, en verdad, yo solo-...—Lo detuve, escuchando cómo sonaba la notificación en su móvil, había enviado un mensaje a su chat.

Chico zanahoria

¿Se te olvidó que soy mudo?

Alcance a escuchar cómo maldecía a su persona.

—Mierda, que idiota soy, perdóname, Archer, estaba tan emocionado de esto que por unos minutos se me fue de la mente ese detalle, dios, que vergüenza, que ganas de que me trague la tierra, en verdad, no puedo con mi estupidez. Mierda, Key, ponte serio—Expresó con rapidez, atropellándose con sus palabras apresuradas, era gracioso oírle.

Sin evitarlo, esboce unas risas, sentándome en la cama mientras sonreía como tarado a la pantalla del teléfono. Mis risas fueron correspondidas con las del contrario, no mentiría, eso había sido divertido y gracioso, creo que al final del todo, no es tan malo como creía.

—¿Te da risa que haya hecho eso? Dios, entonces, la cagare de ahora en adelante, tu risa es hermosa y muy especial, Archie—Comentó, haciéndome callar casi de golpe mientras sonreía como idiota.

Me senté apropiadamente en la cama y recargué mi teléfono en una almohada frente mío, para poder encender la cámara y así hacer mejor nuestra "plática".

—Yo no puedo encender la cámara ahora mismo, discúlpame, estoy algo ocupado en mi trabajo a decir verdad, pero, puedo verte, y puedo hablar contigo, pequeña fresita.

—"Bien, Key"

Gesticule con mis manos, mostrando solo la mitad de mi rostro por cierta pena a ello, era un sentimiento extraño invadiendo mi pecho, hacía latir con fuerza mi corazón con sus palabras, el tener paciencia para hablarme y verme al mismo tiempo, y el que lo hiciera mientras trabajaba me hacía sentir realmente lleno de una inefable felicidad que hacía sonrojar mis mejillas.

—Prométeme algo.

—¿Qué cosa?

—Siempre estarás conmigo, no te vayas nunca; siempre seremos amigos, hasta viejos; seremos amigos hasta la muerte ¿Lo prometes, Vik?

Suspiré con fuerza, posando mis manos sobre la cicatriz en mi cuello, sintiendo el pequeño hilo húmedo recorrer mis mejillas, ahogué un sollozo y me di la vuelta en la cama, mirando a la pared mientras me aferraba con fuerza a una almohada, ocultando allí mi rostro en busca de controlar mis emociones.

Inhale y exhale, inicie a contar con calma tal cual mi psicóloga me había enseñado, pero el dolor en mi pecho parecía no querer cooperar a tranquilizarme.

—¿Cuál es tu nombre? ¿Tienes un lugar a donde ir? ¿Puedes decirme?

Alce mi vista, la persona delante mío me ofreció su mano, yo la acepte sin saber que tenia espinas.

—Viktor dijo que no se iba a tardar, me dijo que esperara aquí—Murmuré con un puchero en mis labios, pero el atardecer me distrajo, y por unos momentos solo pude pensar en cómo el sol se ocultaba, y yo desaparecía. Las almas gemelas se encuentran porque están en el mismo escondite.

Recordé sus palabras de nuevo, pero cuando lo intente, sentía ahogarme, abrí los ojos con fuerza, aquello me hizo volver a sentir la asfixia y el dolor en mi cuello intensificandose, haciéndome esbozar el agotado sollozo adolorido.

Escuche los pasos apresurados de Viktor por los pasillos para venir a ayudarme, supe que estaba realmente preocupado tras su abrir de puerta, sus ojos casi lagrimeando por el pánico me hizo sentir fatal, y solo pude alzar mis brazos y aferrarme al moreno en un fuerte abrazo. 

—Tranquilo, tranquilo, aquí estoy, estoy aquí, Archie, no me iré, me quedaré contigo por siempre—Me susurro al oido, y solo asenti, ahogando mis sollozos poco audibles en su hombro.

Sus manos acariciando mis cabellos y espalda me recordo a mi madre cuando se quedaba recostada en el sillón, mirando televisión y yo buscaba su atención ¿ella se sentía como yo en este momento? ¿Ella estaba bien? 

Y justo al instante de ello, juro haber escuchado su voz, su voz tranquila y armoniosa, su voz algo desgastada y que dejaba un sentimiento de lucha inmensa. Su voz me recordó todo, y eso no me ayudó con mis sollozos silenciosos en el hombro de mi amigo consolandome, no hasta que este intento calmarme con su voz, cantando en casi un susurro nuestra canción. Canto y canto sin importarle que su garganta doliera por ello, él lo hizo hasta que logré dormirme, tanto fue mi cansancio que caí tan rendido en sus brazos, escuchando el eco de su voz e imaginando un mundo donde yo pudiera ser capaz de acompañarlo en su canción.

Nos vemos en OtoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora