A veces soy alguien bipolar, me cuesta incluso comprender mis propios sentimientos la mayoría del tiempo, pero agradezco tanto a las personas que siguen a mi lado, que me demuestran lo bello del mundo, que me hacen desear más momentos a su lado.
Vik era una de esas personas increíbles, como una paloma mensajera que llegaba para dedicar palabras realmente profundas y conmovedoras.
—Habiendo tanto piso, decidiste pisotear mis malditos sentimientos, hijo de las remil putas.
Bueno, en ocasiones.
Abrí mis ojos, sintiendo ardor ante la borrosa visión y la luz fuerte entrar en mis ojos somnolientos, tallando estos con mis manos mientras una sonrisa se ensanchaba en mi rostro al sentir como me era arrebatada la manta cálida que cubría mi cuerpo helado, abriendo de nueva cuenta mis ojos y notando al menor doblar con sumo cuidado y delicadeza la manta que me acababa de quitar.
—Pensé que estabas muerto, no despertabas y ya es mediodía, además, ya casi cancelo el plan de llevarte a conocer esa cafetería que tanto insististe en ir—Comentó, sentándose a mi lado una vez dejo la manta a los pies de la cama, mirándome a los ojos en busca de algo que no podía distinguir.
Mi sonrisa se mantuvo en mi rostro mientras mis manos se dedicaban a tomar las del moreno y dejar unas que otras caricias en sus dorsos y nudillos, sus manos eran realmente cálidas, grandes y con una textura tan suave que me era adictiva. Sus manos me recordaban a los campos de girasoles.
Viktor era alguien tan genial, tanto que no sabría como seguir en este mundo.
—¿Si vamos a ir, Archie?
Asentí con la cabeza a su pregunta, liberando las manos del moreno, para después jalarlo hacia mi y poder ser capaz a abrazarlo con fuerza, ocultando mi rostro en el hueco que se formaba entre su cuello y hombro, inhalando su aroma a café recién hecho y esbozando un delicado bostezo, restregando mi rostro contra su cuello como un pequeño minino buscando atención.
Viktor rió alto, correspondiendo a mi abrazo con cuidado y dejando unas palmadas en mi espalda, después acostándose a mi lado, para abrazarme por mi costado.
—Si no queremos atrasarnos, debes de despertarte ahora mismo, toma una ducha, lávate los dientes de conejo que tienes y ponte hermoso, que hoy fingiré que eres mi pareja y te tratare como si fueras el único en este mundo—Ronroneo con un tono gracioso y afeminado, acomodando mis ondulados cabellos anaranjados que posiblemente estaban enredados entre sí.
—"Bien, iré a tomar una ducha rápida, y me pondré extremadamente hermoso para nuestra vigésima cita, Viktor"
Gesticule con una apenas audible risilla, sentándome en la cama y recorriendo mis pies a la orilla de está, mirando la alfombra para después mirar al techo y estirarme, sintiendo mi cuerpo crujir ante los estiramientos; sonriendo divertido ante aquella satisfacción inefable, bostezando después e impulsándome a levantar, sintiendo lo suave de la alfombra en mis pies descalzos para poder después caminar de esa forma por la casa de mi mejor amigo.
Nuestra primera parada bien sería el ir a buscar mi ropa en la otra habitación -la de Viktor-, abriendo mi equipaje y sacando la ropa para ponerla en la cama, mirando esta para preparar un outfit, aunque mi cabeza estaba levemente estresada al tener que escoger un outfit cuando normalmente no lo hacía, pues la verdad me daba tremenda flojera hacerlo, para que al final del día nadie te haya elogiado por tremenda vestimenta.
Al seleccionar después de repasar el "De tin marín" con cada prenda, las tomé entre mis brazos, casi corriendo por los pasillos hasta llegar al baño, donde me encerré por unos cuantos minutos, lo prometido era durar poco para no atrasarnos. Salí vestido, con una toalla en la cabeza y mi cabello que apenas era visible -por la toalla que lo cubría- goteando cada segundo.
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Nos vemos en Otoño
RomanceArcher es un joven mudo y pesimista que decide tras la insistente palabra de su madre iniciar de cero y conocer el mundo. Chicago fue su destino, donde encontraría la receta para ser feliz. BritishIwen || 12.07.21 Historia en proceso, primer borrado...