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Advertencia: actividades sexuales con  consentimiento dudoso. 

─ A – Xu, ven conmigo – susurró, tomándolo de la muñeca lo atrajo al calor de su cuerpo

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─ A – Xu, ven conmigo – susurró, tomándolo de la muñeca lo atrajo al calor de su cuerpo.

Zishu se dejó abrazar por su esposo, aspirando el aroma a sándalo, transmitiéndole cierta tranquilidad. La mano de Wen Kexing acaricio el largo cabello de Zhou Zishu, y aspiró su aroma; al quitar el pelo del hombro descubrió el chupón en el cuello. Sus manos temblaron de rabia y apretó el cabello de su esposo, sacándole un quejido de dolor.

─ Lao Wen – llamó con un suspiró lamentable – no tan fuerte.

─ ¿Quién fue? – su tonó de voz era peligroso.

¿Qué?

Zishu sisea de dolor y se lleva una mano al cabello intentando soltar el agarre, pero fue inútil. Wen Kexing, tiró hacia atrás obligando a Zishu a mirarle a los ojos.

─ ¿Quién mierda fue? – pronunció palabra por palabra, dejando muy claro su mensaje. Wen Kexing estaba encolerizado, tanto que le impedía ver el daño que le estaba generado a su esposo; los ojos de Zishu se llenaron de lágrimas.

¿Cómo llegamos a esto?

─ Voy a matarlo, a cada uno de los que te tocaron – amenazó enloquecido. – A – Xu, los desollare vivos y luego cortare sus extremidades...

Wen Kexing, sus ojos brillaban irritados; todas sus expresiones reflejaban la locura que encerraba en lo más profundo de su inconsciente; la lucha interna que vivía Lao Wen por mantener a raya al malvado, Señor del Valle Fantasma.

Esto era su culpa, él lo había provocado, escarbando más profundo de lo que debía en la mente de Wen Kexing; ahora estaba pagando las consecuencias de sus acciones.

Zhou Zishu estiró su mano libre y tocó la mejilla de Wen Kexing, tiernamente. Sin querer, sus lágrimas se desbordaron corriendo por sus mejillas; rodaron como gotas de lluvia.

─ Lao Wen – llamó, acaso podía ser más lamentable. – me duele.

Vio un destello de confusión en los ojos de su marido, entonces horrorizado soltó el doloroso agarre que sostenía sobre su esposo. Zishu soltó un suspiró de alivio, pero no pudo contener el sollozo, saliendo como un jadeo ahogado. Wen Kexing, lo abrazó posesivamente con miedo; sus temores eran infundados, pero Wen Kexing no podría vivir si su esposo lo abandonaba.

─ Lo siento, Zishu – murmuró, apoyando fuertemente su mejilla contra la cabeza del más bajo. – soy un bruto, no puedo controlar mi fuerza con mi esposo.

Aún no era suficiente, tenía que traer a su Lao Wen.

─ No puedo soportar que otro te toque, solo deseo arrancarles los ojos y encerrarte, no te dejaré salir nunca más – dijo, repartiendo besos por su coronilla.

No importa donde te escondasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora