Primer día.

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[Temática elegida: Mafia/Yakuza AU, besos, sangre.

No saben lo emocionado que estaba por esta semana como para que no tuviese buena inspiración a ultimo momento. No tengan altas expectativas por favor, no se como voy a sobrevivir esta semana.]

— ¡Piedad, por favor!

Aspiro el humo de la nicotina, jugando con el cilindro entre sus labios, tan aburrido y monótono. El grito de desespero de su víctima lo conocía tan bien, tan conocido a sus oídos que ya ni siquiera le importaba escucharlos.

— ¡Se lo pido! ¡Piedad!

Dejo soltar el humo toxico que guardo sobre sus pulmones, expulsándolo en un suspiro hacia arriba. Sus ojos cansados miraron al pobre hombre que le faltaban varios dientes, junto a sus dedos meñiques que se los habían quitado como parte de su trabajo. El trabajo era siempre el mismo: recaudar informes del bastardo que los desafió y luego matarlo. No importaba cuando rogaran, el destino era el mismo, todo dejado a sus propias manos manchadas de sangre de inocentes, en un lúgubre silencio en el cual siempre se encontraba de luto.

Nunca quiso esta vida.

— ¡Pied-...!

— Ya te escuché. Solo guarda silencio.

Dijo, soltando la colilla a medio acabar en algún punto de aquella residencia. El mismo dueño estaba bajo sus pies suplicando misericordia, pero siendo tan cruelmente en vano. Sus dedos pulgares acariciaron el arma de fuego entre sus manos, el silencio al fin se hizo presente cuando el otro hizo caso, deshaciéndose entre sollozos de dolor e hipidos de miseria. Inhalo con fuerza y exhalo con sutileza, el pobre hombre desangrándose temblaba del mismo terror, dolor y frio que creaba la noche en plena entrada al invierno.

¿Cuánto tiempo más tendría que esperar?

Sus pensamientos fueron callados con la misma pesadez de unas botas llegar atrás suyo en un andar tranquilo, girando hacia aquella persona que regresaba junto a él con las manos en los bolsillos de su abrigo. Su mirada, tan rojiza y muerta, era igual a la suya, al igual que casi toda su apariencia; mismos caballeros rosados, unos más oscuros que el otro; la misma complexión bien ejercitada, los mismos gestos muertos y casi los mismos movimientos. La única forma de diferenciarlos era los raros gustos diferentes del otro y aquellos ojos que ya no contenían la dicha de seguir viviendo.

Eran gemelos, después de todo. La desgracia de uno era parte del otro.

— ¿Has encontrado algo?

Pregunto. El mayor entre los dos negó.

— Una mierda. Es eso.

— No me gusta que digas malas palabras, Sukuna.

El mencionado chasqueo la lengua, irritado, mirando a su gemelo el cómo preparaba el arma con silenciador puesto. La víctima, arrodillado, chillo de miedo.

— ¡No, esperen! ¡Por favor! ¡N-...!

Un disparo y los gritos habían cesado. Un cuerpo inerte se sumaba al bonito charco de sangre que crecía conforme pasaban los segundos, Yuuji se alejó unos pasos para que sus propias botas no se manchen de rojo y que no dejara huellas rojas al andar.

No quería dejar ningún tipo de evidencia en la escena. La policía estaba tan cerca pisando los talones de su jefe, y lejos de tenerles miedo a la justicia, le tenían miedo a lo capaz que puede hacer su señor para desaparecerlos aun estando bajo el cuidado de los federales. Toda la zona de Tokyo era su maldito monopolio, y ellos, sus más grandes y fieles perros.

Yuuji, guardo el arma una vez le haya quitado el silenciador, sacando su cajetilla de cigarros y tendiéndole uno a su hermano, aceptando gustoso. No progresaron nada en el largo rato que estuvieron torturando a la pobre alma que ahora vagaba en pena sobre el infierno. Ni una pizca de la información que les habían encomendado, así que solo había dos errores en medio de la misión; o ellos fueron los inútiles o la presa que buscaban era otro. El hombre, ahora muerto, no era más que un ejecutivo que decían haberle robado una carga a su poderoso jefe, pero el maldito no hablo en ningún momento de la tortura brindada por Yuuji, y Sukuna no encontró nada en la jodida casona del vejete. Una maldita pérdida de tiempo.

SukuIta Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora