Habían pasado tres días desde el entierro de Federico Catahumbert, el Presidente de Asanova, y el ambiente aún estaba cargado de tensión e incertidumbre. Que el hombre con el mayor cargo político del país hubiera fallecido y que su sucesora fuera una cría de apenas 21 años no era algo que me alegrara especialmente pero, siendo sinceros, tampoco iba a amargarme la existencia. Así que decidí dar una de las mayores fiestas que había dado hasta ahora en mi mansión. Muchos lo veían como un acto frío por mi parte, pero como hay pocas cosas en esta vida que me hagan lamentarme no me eché para atrás.
Tenía ya todo preparado para la celebración: mesas llenas de los manjares más deliciosos del país y del alcohol más caro de Nabalía, la iluminación perfecta, la banda de música que tocaría mientras todos bailáramos y lo que sabía que sería el centro de atención de aquella noche: mi vestido.
Me lo había confeccionado a medida una de las modistas más célebres de Asanova, Cecilia Maltés, que se dedicaba a la elaboración de los vestidos y trajes de los sectores más adinerados, especialmente de los políticos y miembros de la élite.
No era la primera vez que se encargaba de mi vestuario para una fiesta -pues las hacía con mucha frecuencia y podía permitirme el lujo de contratar sus servicios para cada evento- pero sí era la primera vez en la que me emocionaba tanto por llevar un vestido. Cuando vi el resultado de su trabajo una semana antes de la celebración, los ojos se me abrieron como platos. Nunca había tenido un vestido tan bonito que mezclara a la perfección la elegancia con la comodidad, dos características imprescindibles en un vestido si se quiere disfrutar de la fiesta -y todo lo que ello conlleva- pero también demostrar quién es la anfitriona.
El vestido en cuestión era de un color granate llamativo, con un gran escote en forma de pico y una falda que me llegaba por debajo de las rodillas. Tenía algunas joyas de tamaño minúsculo incrustadas en las mangas y en la zona del pecho, junto con muchos brillantes, y yo había decidido acompañarlas con collares y pendientes del mismo valor. Además, me había puesto unos suaves guantes de color blanco que, aunque no dejaran a la vista mis anillos, me daban un toque de glamour que me encantaba.
Al contrario del precioso vestido que marcaba cada una de mis curvas, decidí que el peinado debía ser más sencillo. Me recogí dos pequeñas trenzas, una de cada extremo, en la parte posterior de la cabeza, dejando que el resto del cabello me rozara la cintura. De esta manera, mi pelo negro y lacio hacía resaltar el vestido granate.
Al mirarme esa tarde en el espejo, sentí un profundo orgullo de mí misma. Había conseguido quererme por encima de todo y que me diera igual lo que los demás pensaran de mí.
Al terminar con todos los preparativos, me acerqué a hablar con el grupo de música que había venido a actuar aquella noche. La banda de jazz estaba ganando cierta popularidad en Nabalía y no podía dejar pasar la oportunidad de que tocara en una de mis fiestas.
Lo último que faltaba para que comenzara el evento era lo más importante: los invitados. La mayoría de ellos era gente joven, como yo, que gracias a las herencias recibidas no tenía que preocuparse por trabajar. Tan solo tenían que dedicarse a la buena vida, disfrutar de ella como muchos otros no podían. Y eso era lo que quería que ocurriera aquella noche.
Poco a poco fueron llegando los invitados, en solitario o en grupo, y mi ama de llaves, Amalia, los acompañaba a una salita para que dejaran ahí sus pertenencias. Muchos de ellos traían también regalos como muestra de agradecimiento por la invitación.
A pesar de la apariencia que dábamos todos de personas serias y elegantes, la realidad era muy diferente. Nuestras fiestas no tenían nada que ver con los eventos llevados a cabo por los sectores más adinerados e influyentes del país, donde tan solo se dedicaban a conversar, bailar lentamente y hacer recaudaciones para sus proyectos. Aquí se disfrutaba, pero de verdad.
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Asanova
FantasíaEn Asanova todas las personas nacen con un don, al menos así ha sido siempre. El nacimiento de niños sin habilidades, un cambio de gobierno repentino y una organización secreta que busca mantener el orden establecido traerán mucha inestabilidad al p...