Capítulo 5. Hermanos

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Pov narradora.

— ¿Estará bien?— preguntó Joey.

— Tranquilos, sólo está dormido. Parece que su cuerpo lo está obligando a tomar aquello que se ha privado por tanto tiempo— la rubia retiró el estetoscopio del pecho del tricolor y se levantó de la cama.— dejémoslo descansar. Vamos a la sala a hablar.

Todos los presentes salieron de la habitación de Mai. Ya hace media hora que habían traído al tricolor y este aún no despertaba.
El chico estaba recostado en la cama de la rubia ya que esta se había ofrecido a revisar su estado, pues no parecía ser lo suficientemente grave para llevarlo a un hospital. Afortunadamente, la rubia era doctora, pero a pesar de ya no contar con una licencia, sus conocimientos eran algo que no le podían quitar.

Una vez en la sala, la chica dejó el estetoscopio que sostenía en la mesita de centro y tomó asiento. Los chicos hicieron lo mismo.

— Díganme... Desde hace cuando no duerme bien.

— Hace un mes— respondió el rubio.

— ¿Un mes?— respondió sorprendido Yami.

— ¿Porqué tanto?

— No lo sé, no me dice nada. De hecho se supone que no sé nada respecto a sus turnos dobles.

— ¿Yugi necesita dinero o algo?

— Comienzo a sospechar que si. Hoy mencionó su entrevista y no creo que haya sido broma.

— Se ve que eres su amigo más cercano. ¿Porqué no le preguntas qué le ocurre?

— Porque sé que no me dirá. No es por falta de confianza, si no que iría que el resto cargue con problemas que son de él.

— Y sin embargo está dispuesto a ayudar al resto...— comentó Yami.

— Es un noble idiota— dijo el rubio

— Intenten hablar con Yugi. No lo conozco mucho pero, algo me dice que él necesita que lo escuchen.

— ¿Pero y si no quiere hablar?

— Entonces solamente denle un abrazo.

— ¿Un abrazo?... ¿De la nada?

— Confíen en mi...

Ya habían pasado poco más de 3 horas desde que habían llegado a la casa de la rubia y junto con Yami ella se encontraba en el primer piso de la vivienda, es decir, en su floristería

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Ya habían pasado poco más de 3 horas desde que habían llegado a la casa de la rubia y junto con Yami ella se encontraba en el primer piso de la vivienda, es decir, en su floristería.

— Gracias por su compra, vuelva pronto.

— gracias jovencito— dijo la viejecita.— Oye Mai, que ayudante más guapo te has conseguido— la rubia solo sonrió.

— Tenga cuidado al volver a casa señora Nakamura.

— Lo tendré querida. Nos vemos.

Y sin más, la mujer de cabellos plateados salió de la tienda.

Club de la Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora