—Es muy difícil —murmuró con voz quejumbrosa, echándose sobre la mesa del mismo lugar donde habían apostado—. Chifuyu es tan bonito que lo quiero explotar.
—Ambos sabemos que no es eso lo que quieres precisamente, Baji —refutó Mikey entre pequeñas risas. Sentado en su asiento con sus pies sobre el mismo y las rodillas pegadas a su pecho.
—Aunque me interese no soy uno de esos —se defendió, comprendiendo el sentido subliminal, recuperando su postura y echando sus hebras negras hacia atrás—. Mis pensamientos son puros.
—Muy puros considerando que ayer estuviste con él, ¿no? —le preguntó, recordando vagamente—. En su habitación.
—Oye, ¿y tú? —decidió permanecer a la defensiva—. Tú has dormido con Draken en su casa. ¿No vive él en un burdel, incluso? —cuestionó—. He oído a Mitsuya largar algo de eso.
—Así es —asintió, desperezándose en su asiento—. Dormimos en la misma cama.
Baji, quien había hecho una pausa para beber su soda, se atragantó al oír aquello; no porque le sorprendiese del todo, sino porque la idea de él durmiendo con Chifuyu cruzó su mente como un rayo. Se tapó la boca mientras tosía ligeramente y sentía el calor agolparse en su rostro.
—¿Y cómo puedes tolerar eso? —le cuestionó con la voz amortiguada por la tos—. Incluso el ambiente de ese lugar es propicio.
—No me molesta el lugar; deberías saber que tengo el sueño de una marmota y ningún ruido me despierta —se encogió de hombros. Baji y él habían dormido juntos muchas veces cuando niños, por lo que no era información nueva.
—Pero ¿es que no te genera nada? —le objetó, moviendo los ojos de lado a lado como si buscase palabras para expresar su gran duda—. Es que yo, bueno, nunca he dormido en la misma cama que Chifuyu, pero...
—Ya veo cuán puros son tus pensamientos —se burló, con aquella voz tan apacible—. No lo sé, mi relación con él siempre ha sido así. Habíamos dormido juntos tantas veces antes de que me gustara que ya lo tengo normalizado.
Ambos querían a su manera; mientras el amor de Baji era tímido, temeroso y transparente, el de Mikey era firme y culpable. Mientras que Baji temía espantar a Chifuyu y fracasar, Mikey sabía que Draken jamás se alejaría de él aunque fracasase rotundamente. Poseía una certeza que el otro no.
—Ya veo —murmurando y viéndose expuesto—. En fin, hablando de Draken, ¿cómo te fue a ti?
—Fue fatal —reveló, echándose sobre su asiento. Siendo aquello una competencia no debía verse reflejando sus fracasos, pero era Baji, y sabía que le había ido igual de mal que a él, quizás peor—. Es inmune a mis encantos.
—Es lo que obtienes por vivir tocándole —se rio, sabiendo que le había ido peor que a él.
—Al menos tengo las agallas para tocarle —contraatacó, apoyando su mejilla sobre la palma de su mano y su codo sobre la mesa.
—Perdóname por respetar el espacio de Chifuyu —se atajó, fulminándole con la mirada de un caballero—. Me limito a abrazarlo como mi buen amigo que es.
—Pues sí —le dio la razón, mirando hacia el techo—. Si te atrevieras a hacer algo más que un abrazo, de seguro se desmayaría.
Baji rio, imaginándose aquella secuencia como algo muy realista. Sonrió ante el pintoresco retrato de Chifuyu ruborizándose. A diferencia de Mikey, él era excesivamente obvio y expresivo respecto a lo mucho que le gustaba.
—Carajo —soltó, cambiando su semblante en medio segundo al recordar su nerviosismo del día anterior—. ¿Qué haremos? A este ritmo ninguno ganará una mierda y nos sentiremos como unos perdedores.
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La gran apuesta |(Draken/Mikey)|(Baji/Chifuyu)|
FanfictionA Mikey le gusta Draken. A Baji le gusta Chifuyu. El primero en ser correspondido gana la apuesta.