11. Perdedor || Final ||

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Me tardé porque quería perfeccionarlo. Hasta volví a leer uno de mis libros favoritos para inspirarme, y no me queda más que agradecerle a Oscar Wilde por ser la razón por la que empecé a escribir.

 Hasta volví a leer uno de mis libros favoritos para inspirarme, y no me queda más que agradecerle a Oscar Wilde por ser la razón por la que empecé a escribir

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Aquella noche de sábado murió la última neurona de Baji.

No se supo si se trató de un suicidio apoptótico, de un cruento asesinato sin premeditación producto de un arrebato iracundo, un crimen pasional, o si fue un fallecimiento por agotamiento y una sobre explotación laboral sin precedentes.

Baji apostaba por las tres opciones, mas en aquella noche lo último que figuraba en su lista de deseos era apostar.

No sabía qué le molestaba más; el haber perdido, o el conocimiento de que Mikey perdería la virginidad antes que él. Porque luego de aquella muestra teatral que hicieron frente a su puerta, no le cabía duda de que debían estar estrenando el cabezal de la cama de Draken con un entusiasmo desmedido. Con lo fastidioso y ruidoso que era Mikey en su estado natural, hasta podía imaginar que el burdel entero sabría el chisme.

Despertó el domingo con una vinagrera que vaticinaba una semana de nerviosismo y mucho estrés. No podía negar que se sentía desolado. Parte de su confianza se había esfumado con aquel rechazo y le estaba generando un conflicto sin par el hecho de desear recuperarla.

Estaba frustrado, frustradísimo. Se la pasó echado sobre su cama mirando el techo con un semblante que estaba indeciso entre la tristeza, la decepción y la furia.

La furia de perder contra Mikey y tener que humillarse, arriesgándose a un segundo rechazo, pero en aquella ocasión con espectadores.

Se dedicó a sufrir el resto del domingo, en silencio y mirando el techo sin asomarse al teléfono. Estar triste también era una demanda por parte de su espíritu.

Cuando amaneció y fue lunes se sintió aún más abatido. Tendría que ver a Chifuyu, puesto que si su madre se percataba de que se había ausentado a clases por un desamor, se entrometería, y de paso se daría cuenta de que era por Chifuyu.

El día pasó con Baji escabulléndose por los rincones de la escuela, yendo y volviendo temprano para no encontrar una oportunidad de verse con el objeto de sus desvelos. No se trataba de cobardía, sino de un acopio de valor. Si Chifuyu le rechazaba el viernes una vez más, se rendiría y volverían a la normalidad; sin embargo, hasta ese día necesitaba una paz mental de la cual carecería si le viera. Era menester que pasase con él el menor tiempo posible para poder concentrarse en lo que haría y canalizar su lomo para un rechazo multitudinario.

Sabía que Chifuyu malinterpretaría el asunto, mas todo le cerraría cuando se humillara frente a él como un idiota. Debía huir de su compañía para que nada alterase su producción y su meditación hasta el día en cuestión. Nunca se echaría atrás ni con una apuesta ni con una declaración, mas ante la primera ausencia de sosiego, arruinaría todo nuevamente. La fortaleza mental que requería lo que haría era abismal, y Chifuyu la destruiría con solo sonreírle. Por primera vez en su vida, Baji intercambiaba palabras con los nervios, y definitivamente no se agradaban el uno al otro.

La gran apuesta |(Draken/Mikey)|(Baji/Chifuyu)|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora