Seda gris

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Era terrible verlo ahí, de pie, como si nada hubiera pasado, usando el terno gris con el que su familia lo había enterrado. Gris como él en general, sus ojos, su cabello, incluso su piel se veía gris a la luz turbia del farol.

No podía escapar. Mover los pies era un esfuerzo impensable. Estaba atrapado por la aparición plantada a dos metros de distancia con esa expresión de tedio que da la muerte, como si no quisiera estar ahí pero no le quedara de otra.

Movió la mano en un saludo y él respondió de la misma manera casi sin pensarlo. Iba hacia él pero se detuvo a medio camino cuando vio con horror que la mano que lo saludaba en realidad asía firmemente algo que él conocía muy bien. Había dormido con esa bufanda desde que la robó del departamento del perito judicial que habían mandado a la escena. La guardaba cada madrugada, justo antes de salir, en el rincón más profundo del armario.

La sintió como si estuviera presa en su propia mano. Seda gris, cálida, perfumada y humedecida con sus lágrimas. El gris había sido el color favorito del suicida que lo miraba. Tal vez por eso se había enamorado de él, por sus ojos grises, tan sosegados y fulgentes como la propia prenda.

Obedientemente, ella se había deslizado a través del nudo y alrededor del cuello. Comprimió el nervio vago en medio segundo y le regaló una muerte instantánea. Ser médico tenía sus ventajas: el conocer dónde y cómo lo encumbraron sobre los demás suicidas y sus chapuzas grotescas.

En la calle desierta sopló una corriente que disolvió al espectro lentamente, como si estuviera hecho de arena dispersándose en la atmósfera nocturna. Sintió cómo le daba de lleno en la cara bañada de lágrimas silenciosas. La bufanda emprendió el vuelo cuando no hubo mano que la sostuviera y fue a dar en su pecho, donde la aferró con fuerza.

Despertó en su cama cubierto de sudor frío y un fuerte dolor en el tórax. Se contrajo en un ovillo tratando de mitigar la opresión en los brazos y el cuello. Entonces lo supo. Su corazón no resistiría por mucho más tiempo. Se moriría de tristeza.

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