Capitulo I

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 Conclusiones inesperadas se postran hoy ante mí, simulando un mar embravecido,lleno de inseguridad, tristeza, incertidumbre, impotencia, angustia y dolor, todas las tragedias y horrores que podrían llevar a la locura a un desdichado mortal. "¿A dónde me conducirá mi tan gastada debilidad?", esta y otras preguntas tormentosas rondaban mi mente desgastada. Y para todo aquel que encuentre este escrito o dese saber la verdad de los acontecimientos del día 15 de Septiembre de 1937, tendrá que leer detenidamente y estar consiente que lo que descubrí y me fue mostrado, me orillo a llevar a cabo mis pecados más retorcidos y grotescos que solo un demonio estaría dispuesto a concebir, además, desconozco si la presencia del nombre o relatos del ser que sembró sobre mi esta tragedia, dejara caer el mismo proceder sobre aquel que lo mantenga en su conciencia. 

Como era de costumbre, comencé mi día manteniendo mi rutina diaria, por las mañanas me levantaba, almorzaba con mi esposa, mi hijo el mayor y mi pequeña hija y acudía a la biblioteca que había pertenecido a mi abuelo y que ahora se encontraba en mi posesión, me gustaba meditar escuchando música, con un viejo fonógrafo que mi padre me había dado en mi día de bodas, dos años antes de su misteriosa desaparición. Como era de esperarse de un escritor me pasaba las horas plasmando mis relatos en hojas de papel primeramente escritas a mano, ya que la máquina de escribir me resultaba un tanto tediosa, a pesar de no considerarme un excelente escritor, sin duda sacaba a relucir todo el conocimiento y fantasías que había desarrollado, gracias al interés y persuasión por parte de mi abuelo paterno, el cual recuerdo de manera inocente, solía comprarme una golosina por cada libro que leyera, gracias a eso para cuando había llegado a mi adolescencia había acumulado una considerable cantidad de libros en mi habitación y ahora contaba con un gran repertorio de ingenio el cual me ayudaba a crear mis relatos. Pero un día 1 de septiembre de 1937, un trago amargo cruzaba por mi garganta y me mantenía escéptico ante un viejo y polvoriento baúl que había pertenecido a mi abuelo, me fue dado por la familia poco tiempo después de su lamentable y misteriosa muerte, y aunque su muerte perturbo a la familia, lo que hizo y la manera en que murió sin duda fue lo que causo temor y angustia entre muchos, ya que no solo se había quitado la vida, sino que había asesinado a cinco de sus sirvientes de una manera horrible. Ya hacía un año de su fallecimiento y seis meses desde que me fue dada su casa, como parte de la herencia que me había dejado, ya que yo había sido hijo único y el hermano de mi padre jamás tuvo prole, posteriormente era el único heredero directo que quedaba, pero durante todo este tiempo fervientemente me negaba a descubrir los secretos que habían pertenecido y llevado a mi abuelo a su trágico final, al igual que me intrigaba el por qué me lo había dado a mí en su testamento, a pesar de todo lo sucedido, yo realmente lo había llegado a querer profundamente y me esforzaba de no derrumbarme e intentaba diariamente el sopesar a mi familia, por sobre cualquier mal suceso en mi vida. El baúl había permanecido guardado e intacto en un pequeño almacén que tenía a lado de su vieja biblioteca, guardado bajo llave, nadie se había tomado la molestia de abrir o siquiera mirar dentro del almacén. 

Recuerdo perfectamente el día que comencé a leer los textos, manuscritos y a mirar las fotografías de antiguos pictogramas pertenecientes, no solo a un legendario ser sino a toda una cultura de gran antigüedad. Transcurrían las 11:00 de la noche, había comenzado una tormenta y a las afueras de mi ventana podía divisar un viejo árbol que había plantado mi abuelo junto con mi padre cuando este solía ser solo un pequeño niño, ya hacia postrado a lado de mi ventana principal, el cual con sus ramas arañaba la ventana como lamentándose de su vejez, inerte y poroso, sabiendo que no atribuía nada de belleza al jardín, había tomado un color cenizo y rojizo a la vez en su tronco y en cuanto a las hojas se habían tornado de un rojo carmesí opaco, lo extraño en todo esto es que siempre se había caracterizado por su gran belleza vivaz, pero se había tornado de esa grotesca apariencia después de la muerte de mi abuelo, ya que este se había colgado en una de sus ramas y se había prendido fuego aún con vida, y a pesar de que el árbol no había sufrido quemadura alguna, comenzando por la rama en que se colgó, comenzó a infectarse poco a poco de esa grotesca apariencia, los demás criados que eran fervientes religiosos y supersticiosos habían comenzado a decir que el alma de mi abuelo ya hacia sellado en el árbol lamentándose de su existencia por el horrible pecado que había llevado a cabo y aun que me resultaba molesto, ignoraba todas esas habladurías por la antigüedad y por el cariño que les había tenido mi abuelo en sus tiempos de cordura. Dando comienzo a mi investigación, entre sus escritos encontré un diario el cual entre sus páginas tenía una vieja fotografía de un símbolo, el cual era una especie de ojo traspasado verticalmente por una espada, pero lo que en verdad llamo mi atención fue el dibujo que tenía la portada del diario, la cual tenía el mismo ojo solo que este mantenía una apariencia más grotesca, ya que el iris era rojo, la esclerótica y la pupila del ojo era de color negro, al igual que el anterior, se mantenía atravesado por una espada, pero este sangraba en la parte inferior y toda la sangre se escurría por la punta de la espada, y a un lado se encontraban escritos los siguientes versos: "Oculus qui omnia videt, etiam in tenebris, erit tueri populum suum".

A pesar de encontrarse en latín pude entender vagamente lo que decía, gracias a las horas que había pasado mi abuelo impartiéndome el latín en mi niñez. Lo que me sucedió después de leer estas palabras, fue que caí en un profundo sueño, mi mente se perdió por completo en un sueño en el cual irónicamente, no podía soñar nada en lo absoluto, solo contemplaba una profunda y vacía oscuridad, de pronto con un solo parpadeo desperté atontado en el cual extrañamente permanecía de pie y de mí lado izquierdo un viejo árbol, un tanto similar al de mi casa cuando aun reverdecía, situado en una extensa pradera con grandes pastizales, un tenue sol a lo lejos en el horizonte y un sublime cielo azul, que sin duda traía alivio a mi cuerpo, un pequeño rio de color cristalino causaba un ligero ruido deleitable para el oído al correr sus agua chocando contra las rocas... Pero de pronto una tempestad se suscitó sobre el lugar, de sensación enigmática y de una opaca oscuridad la cual iba infectando todo el entorno a su paso, el bello sol y el hermoso cielo azul perdieron la vida y belleza que me habían mostrado, a su vez vi como poco a poco los verdes pastizales se tornaban y teñían de un rojo carmesí grotesco y nauseabundo mientras que el rio emanaba una sensación y un burbujeante olor fétido a sangre podrida, de pronto un perturbador escalofrió llego a recorrer toda mi espina y llegue a temer por mi vida, pero mis piernas simplemente se negaban a abandonar el lugar como si forzosamente debiera contemplar la inmensidad del lienzo apocalíptico que ya hacia sobre todo el lugar hasta donde la vista podía alcanzar a contemplar. De pronto, un gran estruendo como el de un millar de trompetas rugió salvajemente sacudiendo mi conciencia y trayéndome de regreso a la realidad, confuso y tambaleante, desperté del horrible sueño, temblando y con un frío sudor recorriendo todo mi cuerpo, el zumbido ensordecedor de las trompetas aun me mantenía atontado y perdido en una sensación tan desagradable y dolorosa, que me resulta difícil de describir. Tratando de regresar a mis cinco sentidos completamente, aun con espasmos en todo mi cuerpo,trate de reincorporarme acudiendo a mi escritorio temeroso de olvidar lo que había experimentado, tomando una hoja comencé a dibujar mi pesadilla, extrañamente y a la vez fascinante comencé a crear un diabólico paisaje, que al terminar, me sorprendió al igual que me estremeció al ver las imágenes nuevamente del espantoso lugar. Por la mañana, desperté en el suelo e intente seguir con mi rutina diaria, aunque me resultaba sumamente difícil pero era necesario para no preocupar a Sara y los niños, pero a pesar de todo esto no podía hacer desaparecer mi curiosidad por seguir investigando respecto a los datos que contenía el baúl. Me encerré en la biblioteca nuevamente y procedí a seguir con mi investigación, a diferencia de mi primer contacto con aquel extraño símbolo y aquellas enigmáticas palabras, comencé a leer sin ningún contra tiempo.

 En el diario de mi abuelo daba información sobre el relato de una antigua civilización y ciertos detalles de unos seres en especial. Narraba la historia de un príncipe, el segundo de sus hermanos, que desde muy joven solía abandonar su lugar de origen para deambular, experimentar y divertirse en el mundo de los débiles y mortales humanos, ya que según esto, éramos una raza débil y falta de conocimiento. Aquel ser provenía de un mundo lejano, inmenso y lleno de seres de distintas razas y especies del cual provenían todos los antiguos dioses conocidos por el hombre y todas las leyendas contadas por los mismos durante todos estos miles de años. Al ver esto, no podía evitar el considerar esto una mera fantasía sacada de la imaginación de un viejo e inestable hombre, pero habiendo recordado a mi abuelo siempre como un hombre recto, serio y de fervientes creencias de un dios único y verdadero, sin dejar de mencionar que las imágenes que se me habían mostrado aún permanecían vívidamente en mí, termine cediendo a los relatos inmediatamente. Pasada ya la media noche, una inesperada y precipitada tormenta se suscitó en el lugar, un aguacero acompañado de unas salvajes ráfagas de viento abrieron abruptamente las ventanas de la habitación, creando un caos total entre mis cosas y demás, de pronto un caudal de lamentos comenzaron a escucharse en la habitación, alaridos sollozantes y gritos desgarradores podían percibirse entre todo el caos que ya reinaba la habitación por completo, todo esto se emanaba como si en cada muro, puerta, ventana y rincón del lugar, por diminuto que fuera, mantuviera docenas de personas a mi alrededor siendo torturadas brutalmente, después de esto mi conciencia se perdió nuevamente pero en esta ocasión en una habitación sin color, ni sonido, ni olor, como si me encontrara perdido en un vacío absoluto fuera de mis cinco sentidos, inerte en el espacio, sin oxígeno que respirar, ni melodía que escuchar y mucho menos sin ninguna imagen que contemplar, lejano a todo lo familiar que había llegado a experimentar, hasta ese entonces.

CORDIBUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora