Capitulo 6

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Amigo o Enemigo...?

Anaís


Tengo serías dudas de este trabajo.

Se supone que debo cuidar a el chico del batido rojo, pero yo lo ví grandecito como para tener que cuidarlo.

Además desde que salimos del parque Samuel no deja de insistir en que tenga paciencia.
¿Paciencia por qué? ¿Tan malo es que me ha dicho ya más de 30 veces que sea paciente?

Y si es así, no creo durar en este empleo.

La paciencia se me da, pero con moderación, y la verdad ya me dió miedo.

Sin mencionar que desde que llegué me siento observada, miro a todos lados tratando de hallar la mirada tan penetrante que hay sobre mí.

Mientras Samuel sigue hablandome de como la paciencia es una virtud.

-... Y es por eso que la paciencia es la mayor de las virtudes, desarrolla...- interrumpo su discurso.

- Tienes razón, oye, ¿Aquí hay cámaras?

- No, ¿Por qué?

Porque eso tal vez explicaría está extraña sensación.

- Por nada - Sabía que seguiría hablando de la paciencia así que decidí cambiar de tema - Y... ¿qué debo hacer ahora? Tengo que firmar algún contrato o algo así.

- Sí, pero no te preocupes no es algo tan formal y el contrato es flexible.

Empezó a sacar unas carpetas dejándolas en escritorio y buscó lo que supongo era el dichoso contrato.

Mientras yo buscaba el origen de mi incomodidad, tratando de hallar la mirada intensa que tengo encima desde hace ya 15 minutos, pero nada, había muchas personas alrededor, pero ninguna que yo pudiera decir que me observaba.

- Oye, ¿Te encuentras bien?

La voz de Samuel me sacó de mis pensamientos.

- Oh, sí estoy bien.

- ¿Segura? ¿Te sientes incómoda aquí?

- No exactamente, ¿sientes tú qué alguien te observa?

- No, yo no siento nada de eso.

Entonces solo me observan a mí.

- ¿Tú te sientes así?

- Sí, un poco, tal vez estoy equivocada.

No lo estoy, podría apostar hasta mi brazo a qué sí me están viendo y no es una mirada normal, pero no quiero molestar a Samuel con eso.

- Si quieres podemos ir a una sala aparte o a mí oficina.

Quería decirle que no se molestará, pero estoy muy incómoda y sí sigo así terminaré con un ataque de nervios.

- Por favor.

Me dirijío a lo que yo supongo era su oficina, una vez cerrada la puerta sentí alivio, ya no sentía esa mirada tan intensa.

- ¿Mejor? - Pregunto y algo me decía que realmente me creía y se preocupaba.

- Sí gracias.

- ¿Puedo hacerte una pregunta?

Esa ya es una pregunta.

Lo pensé pero no lo dije.

- Adelante - dije con una sonrisa.

- ¿Tu siempre sientes cuando alguien te observa?

- Sí, incluso cuando estoy dormida puedo sentirlo.

Anaís Y PhillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora