Capítulo 1: Dépaysement

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{When someone is taken out of their own familiar world into a new one}.

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¿Has escuchado sobre la leyenda más famosa de todas? Y la más peligrosa. El último de los Misterios Divinos: la Estrella Negra, Salem.

Dicen que si vas a lo profundo del bosque, allá donde la luz no llega, puedes invocar a Salem para que te conceda un deseo.

Pero nada es gratis.

Debes hincarte frente al Árbol Maldito con una vela negra encendida frente tuyo y rezarle a la última estrella:

«Salem, estrella del atardecer. Tú, quien concedes una última voluntad, ¿me puedes escuchar?»

(Dépaysement)

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Dio otro pequeño chillido cuando escuchó el crujir de una rama detrás suyo. Volteó por enésima vez en lo que llevaba la noche. Las voces y risas fantasmales que se camuflaban con la ventisca le provocaron escalofríos. Por el rabillo del ojo vio una sombra detrás de los árboles, que en un parpadeo de esfumó. Se reprendió a sí misma.

Debería estar en su casa, durmiendo como cualquier adolescente normal haría un viernes por la noche, cansada por la semana escolar y buscando procrastinar para no pensar en la tarea. O podría estar en el cine, o una piyamada, con sus amigos en lugar de congelarse en el bosque. Bueno, si tuviera amigos.

Se levantó del suelo por quinta vez, bufando. Sacudió la tierra de su pantalón negro, pero soltó un quejido al sentir el ardor en las rodillas expuestas. Se maldijo por su curiosidad. Debería estar dormida como su horario indicaba, pero por culpa de la monotonía se despertaría tarde y toda su agenda se desorganizaría. ¡Solo por el interés de averiguar un rumor se encontraba subiendo la montaña cerca de la medianoche con un vendaval en plena actividad! Tonto aburrimiento.

Se abrazó más con la capa para lluvia, cubriendo la pequeña bolsa de cuero oscuro de la llovizna, mientras luchaba contra el viento. Iba a terminar con un resfriado mañana, estaba segura de ello.

¿Cuánto más faltaba para llegar? La leyenda decía que era en las profundidades más oscuras del bosque, pero aún podía ver las luces de la ciudad. Además, con las nubes tormentosas ya estaba bastante oscuro el lugar.

Pensó en su compañera Melissa cuando divisó la «humilde» mansión al filo de la montaña que se sabía que era su hogar. Esa mañana la chica popular había hablado fascinada sobre fantasmas en la ciudad con sus amigos. Uno de ellos, Diego, había complementado la conversación con teorías conspirativas, mientras que la otra, Emma, desestimaba todo lo que escuchaba. Por su parte, el novio de Melissa, Marcus, apoyaba cada cosa que salía de su boca, aunque no se veía realmente cómodo con el tema. El último, Alex, se mostró evasivo y hasta, desde su perspectiva, angustiado por las historias. Ella, en cambio, escuchó todo como una intrusa al mismo tiempo que terminaban el trabajo en clase grupal, al cual Melissa la invitó por pena.

Una de esas leyendas le interesó tanto como para arriesgarse a morir de hipotermia en ese lugar. O morir por culpa de un fantasma.

Cuando al fin dejó de divisar el cielo, sacó su teléfono para encender la linterna, aunque apenas podía distinguir figuras. Los árboles ridículamente frondosos dejaban la zona en penumbras, tanto que ni la lluvia llegaba con facilidad. Estaba cerca. Aún tenía tiempo de darse la vuelta antes de que la llovizna se transformara en una tormenta que le impidiera regresar. El eco de sus pasos crecía al mismo tiempo que se quedaba sin energías para continuar. Había escalado varios kilómetros en pocas horas.

Aeipathy's CurseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora