Los fabulosos viajes del Dr. Pock

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Los fabulosos viajes del Dr. Pock

Cuando el Dr. Pock terminó de leer, sintió un golpe helado en el pecho que lo dejó sin respiración, saltó de su vaselgun cayendo al abismo, tenía los ojos y el corazón cerrados, en su mente tan solo giraban sin orden ni control las cinco palabras con las que su hijo había concluido la carta.

Los búfalos observaban con incredulidad la caída del Dr. Pock, quedándose inmóviles en el aire. Les causaba un profundo dolor que el doctor no les pidiera ayuda, sufrían ante la impotencia a la que el destino los había condenado, pero así tenía que ser, ellos no podían cambiar el orden natural de las cosas; como es bien sabido, los búfalos no pueden ayudar a quien ha caído en desgracia, a menos que éste pida auxilio cantando y lo único que se podía oír en el valle era el silbido del aire que rozaba el cuerpo del doctor, empujándolo con mayor fuerza hacia el vacío, ningún canto.

En el rostro del Dr. Pock no había expresión alguna de enojo, tristeza, miedo o dolor, era tan solo un pedazo inerte de materia cayendo entre búfalos que flotaban pasmados en el aire con miradas suplicantes que emergían desde lo más profundo de sus entrañas, implorando al doctor su canto, pero él calló.

Tomando en cuenta la velocidad con la que el Dr. Pock caía, es entendible que los búfalos no se hayan percatado de la presencia del ser que discreta, pero heróicamente acompañaba al doctor en su caída: una mosca.

El Dr. Pock llevaba la mano izquierda pegada al pecho apretando la carta, la mosca sintió gran temor y desconsuelo al percatarse que de la carta brotaban raíces de soledad que envolvían al doctor, crecían como tentáculos que recorrían su brazo llegando hasta su pecho, multiplicándose y esparciéndose rumbo a su tórax, sus pies, su espalda, subiendo rápidamente por su cuello hasta llegar a su rostro, el cual se iba haciendo cada vez más grande. Los tentáculos raíz entraron al cuerpo del Dr. Pock, por su boca, sus orejas, su nariz, invadieron su cerebro, bajando por su garganta y su tráquea, ahogando de esta forma la tentativa de canto que pretendía dirigir a los inmóviles búfalos, testigos mudos de la frenética caída.

Las raíces tentáculo llegaron a su destino final, abrazaron con miseria y desolación el atormentado corazón del Dr. Pock, quien de esta forma ahogaba sus sueños en un caldo espeso, negro y putrefacto que irremediablemente los atrapaba, los envolvía y los succionaba, dejándolos secos, convirtiendo en algo imposible el más grande anhelo del Dr. Pock: el retorno a Lorenthal.

Lorenthal

Lorenthal emergió de una semilla plantada por el Profesor antes de que los hombres comenzaran a contar el tiempo. El suelo de Lorenthal está cubierto por una superficie en la que se puede caminar o rebotar, según se desee, compuesto por suaves burbujas cubiertas de pasto verde que contrastan con el azul permanente del cielo. El valle está rodeado de blancas montañas que lo enmarcan con formas caprichosas. Todos los habitantes del valle saben que si se cierran los ojos justo en el momento en que el sol se oculta tras las nubes que lo abrazan cada día, se puede ver claramente en la cumbre de cada montaña un árbol guardián de sueños.

El "Túnel de Endien" situado en el extremo sur del valle, es hasta hoy la única forma conocida para poder acceder al valle de Lorenthal. En la entrada del túnel se puede leer un aviso que, con grandes letras doradas, da a los viajeros su enigmática bienvenida: "Lorenthal, lugar en donde los sueños muertos renacerán".

Nadie ha podido explicar el origen y significado de la enigmática frase, nadie sabe quién la escribió, la grabó en la placa y la colocó a la entrada del túnel; sin embargo, los habitantes del valle cuidan la placa con gran recelo, protegiéndola del paso y las inclemencias del tiempo, si eso es posible.

El río Mefis atraviesa el valle dibujando extravagantes formas a su paso, subiendo y bajando a lo largo de las colinas, formando hermosos e inigualables puentes de agua que pasan por arriba de los caminos que los habitantes del valle han construido en los últimos tiempos. El río Mefis es el centro de la vida en Lorenthal. La ciudad se traza y vuelve a trazar conforme el río cambia su cauce. Se dice que la plaza central de Lorenthal ha cambiado de ubicación en al menos trescientas treinta y tres ocasiones, lo cual desde luego nadie pone en duda.

El río Mefis desemboca en la "Laguna de la Soledad", espejo de agua cristalina que se encuentra rodeado por las "Cavernas Afónicas". En la Laguna de la Soledad

Más allá de la Laguna de la Soledad se encuentra el "Abismo de los Sueños".

En Lorenthal existen orugas con alas, cuya mayor afición es volar en círculos hasta lo más alto de las montañas que rodean el valle, sintiendo la brisa helada del viento en sus mejillas y sus abultados cuerpos, juego extremadamente peligroso ya que de no medir con precisión el momento exacto en que deben emprender el camino de regreso pueden morir en pleno vuelo congeladas, pintando de esta forma una estrella más en el cielo del valle de Lorenthal.

En Lorenthal las moscas son desde hace tiempo el mejor amigo del hombre, no emiten irritantes zumbidos, sino que cantan cuando a alguien lo invade la tristeza, para tratar de brindarle un poco de consuelo. Desde luego, el canto de las moscas únicamente lo puede escuchar aquel a quien tratan de consolar, ya que las moscas han desarrollado un gran sentido de la prudencia y no consideran pertinente que cualquiera esté enterado de la tristeza ajena. Las moscas gozan de una gran gama de colores y diseños que cubren sus pequeños cuerpos, convirtiéndolas en pequeñas obras de arte vivientes. Los científicos atribuyen esta extraña pigmentación tan especial al golaste, comida favorita de las moscas que sólo puede ser encontrada en las lagunas de Alaveon.

En Lorenthal los caballos no pueden ser heridos en forma alguna. Se piensa que quien beba una sola gota de la sangre de un caballo se convertirá en un ser inmortal, a ello se debe que en una lejana época los caballos hayan sido objeto de una cruenta persecución, la multitud enardecida los atacaba, atrapaba y torturaba tratando de obtener su sangre. Actos de la más profunda bajeza se llevaron a cabo en aquella obscura época. Sin embargo ningún método funcionó, los caballos no sangran, no sufren, no mueren en Lorenthal.

En Lorenthal vale más tener un fuseltong que cualquier otro tesoro o riqueza. Los fuseltongs son animales imaginarios, que solo pueden ser vistos, tocados y cuidados por quien los ha creado. Se han dicho y escrito múltiples teorías sobre los fuseltongs, buscando describirlos y explicar sus orígenes, aficiones y miedos, pero, al igual que el dolor, solo quien lo siente/crea conoce verdaderamente a su fuseltong. Cuando un fuseltong muere todas las luces del valle se apagan, las moscas rodean al creador del fuseltong fallecido y entonan con profunda compasión y tristeza un canto lento, pausado y quedo. La tristeza también existe en Lorenthal.

En los límites del valle, siguiendo hacia el norte el curso del rió Mefis, más allá de las Cavernas Afónicas, existe un profundo abismo en el que viven, retorciéndose en el suelo cubierto de una sustancia gris y viscosa, cientos de pulpos con tentáculos cubiertos de afilados dientes, seres malignos que atrapan a sus presas para solo devorar y succionar sus sueños. Cuenta la leyenda que quien logre cruzar el abismo de los pulpos tendrá durante el resto de sus días riquezas infinitas, pero a cambio de ello, nunca más podrá volver a soñar. Es por ello que todos los caminos que salen de Lorenthal se encuentran situados al sur del valle, ¿quién quisiera dejar de soñar?

Continuará...

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⏰ Última actualización: Feb 28, 2011 ⏰

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