XIII

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(Silence - Jannik haverland)-Ponerla ahora-.

'Tenía que ocurrir'

—¡Rengoku-san!—Akuma, estalló, y su mano, directamente desenfundó su Nichirinto, en una combustión. Y de un momento a otro ya se encontraba tras Akaza, que tenía sobresaliendo el brazo derecho,  por las entrañas de Rengoku.

Sin embargo Rengoku-san, no podía reacciónar, estaba, quieto, pero nervioso. Como el mismo demonio, que sufría de estrés por casi la salida del sol.

—¡El sol!—El demonio cada vez apuraba más sus movimientos mientras gotas de nervios, surfeaban sus mejillas.

—Eres... Eres...—Akuma todavía estaba en shock, pero literalmente, no era el, el que se preparaba para cortarle el cuello al demonio.

—Tsk... Mierda... Vamos...—Decía aquello apunto de conseguir, que el brazo saliera y provocara un derrame de sangre.

—¡Eres un hijo de puta!—Sin más, aquella palabra, fue la que provocó un destello de luz enorme, surcar los cielos, que seguía el recorrido de un tajo limpio de una Nichirinto.

Literalmente la cabeza del demonio, fué expulsada hacia la otra punta de china, siendo perseguida por el mismo destello de luz, que a simple vista, podría parecer un meteorito. Incluso Tanjiro, e Inosuke (Que llevaba la máscara puesta) lograron quemarse los ojos por culpa de aquella luz.

—¡Hijo de puta!—Estaba tan furioso que hasta las pupilas se le hicieron pequeñas, y estaba cortando a trozos el cuerpo del demonio que todavía tenía el brazo atravesando las entrañas de Rengoku.

—¡Imbécil!—Vaya, quien iba a decirlo, literalmente parecía un demonio, esa agresividad, no tenía piedad. Era literalmente Satán.

—¡Que le has hecho a Rengoku!—Pero, pasaba algo, cada corte que hacía, también provocaba que su cuerpo recibiera otro, en partes aleatorias.

Tanjiro e Inosuke tampoco reaccionaban, estaban impresionados y no sabían que hacer, pero Rengoku, Rengoku lo presenciaba, asustado incluso.

—P-para...—Dijo el pilar, intentando calmar con sus escasas palabras al contrario. Sin ninguna respuesta positiva.

—¡Muere! ¡Muere!—Empezaba a llorar, no sabía el por qué la Nichirinto se movía sola, su vista se nublaba, sus pupilas volvían a ser normales de nuevo, aquellos destellos aflojaban su intensidad cada vez más.

—M-muere... Muere...—Decia cada vez disminuyendo más el tono de voz, pues parecía cansado y la intensidad de los cortes hacia el cuerpo del demonio también disminuía.

Pero... ¿Por qué el cuerpo del demonio no lograba desintegrarse?

—El demonio...—Comentó tanjiro.—No ha muerto...—.

—¿Que dices?—Susurraba el jabalí, que todavía estaba atónito de la situación.

—Le ha cortado la cabeza pero no ha logrado desintegrarse, y cualquier demonio lo haría—Dijo nervioso, puesto que el olor se intensificaba más, un olor, un olor a sangre.

—Es... Es verdad...—Dijo entrando en razón el jabalí—Pero... Quería saber, si tú también lo presenciabas... Me había dado cuenta antes—Como siempre, el ya lo sabía todo.

—Si... Ya lo sabías—

Y entonces, El rostro de Akaza, más bien, su cabeza entera, aterrizó a una velocidad increíble, en su cuello. Pero, de manera incorrecta, pues estaba en sentido contrario, mirando a Akuma, muy enfadado.

—¿¡Que tenemos aquí!? ¿¡Un nene valiente?!—La tensión entre ellos dos era alta. Pero justo en ese momento, por alguna razón de la vida, Akuma ya no era el poderoso cazador que logró cortarle la cabeza.

—A-ah... ¿Q-que hago aquí?—Dijo confundido, y muy asustado por estar frente a la luna superior. De hecho, dejó caer la Nichirinto al suelo, y se apartó varios metros, logrando que se tropezara con una piedra, y cayera al suelo de espaldas.

—¡Pagarás las consecuencias!—El demonio, dijo aquello, retirando el brazo atravesado, y logrando partirlo por la mitad, regresando su cabeza a su posición, y acercándose lentamente a Akuma, que se alejaba con cada paso que daba el contrario.

—E-ehm... Y-yo...—No sabía que decir—

¡Aaaaaah! ¡Aaaaaah! ¡Jod-der!

En cuestión de segundos después de haber vuelto a la normalidad, el dolor de sus propias heridas había incrementado, logrando que se retorciera de dolor, incluso las venas de su cuello y su rostro (que no eran muchas) lograban marcarse.

—Akuma-shōnen—Rengoku, ya en el suelo, con las piernas soportando el peso de todo su cuerpo restante. Estaba preocupado.

—Akuma...—Susurró el demonio cada vez más cerca—¿Así es como te llamás?—Dijo sarcásticamente pues ya lo sabía.

—S-si...—Respondió sin más.

—Entonces—El demonio, posó su pie derecho, en el abdomen de Akuma, logrando que así, no se moviera más.

—Morirás... Lentamente... Y me encargaré de que sufras lo máximo...—

Y así... Fué como Akuma comenzó a ser, azotado... Lesionado... Roto...
—¡Para! ¡Ya basta! ¡Joder, basta!—lloraba, como un niño y sufría muchísimo.
Fué, fué muy triste... Verlo tirado en el suelo, y a punto de morir. Su cuerpo, que solo era cubierto por el pantalón, roto. Se veía, tan destrozado... Sus heridas eran graves, y la sangre, se apoderaba de su nublada vista. Respiraba muy lentamente. Muy... Pero que muy lentamente...

—¡Lo siento! Pero es que... 'Tenía que ocurrir'—Dijo el demonio, antes de que Akuma por suerte, quedará inconsciente.

Continuará...


𝑴𝒂𝒔 𝒃𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒔𝒐𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora