Noches de intranquilidad.
Noah había disparado la flecha, obviamente el contrincante al que se enfrentaban, lo detuvo. Sin embargo, al presionar el botón que activaba la bomba de su flecha, esta estalló...
La máscara de aquel dictador se rompió del lado izquierdo. Tsuki logró soltarse de su agarre y se alejó de él. Cuando el humo se disipó, todos, sintieron el vuelco en su estómago y la horrible sensación de una nostalgia y furia los invadió de tal modo que, no podían articular palabra, ni siquiera respirar. El rostro del enemigo, los dejó completamente atónitos.
—¿Por qué? —Fue lo único que Tsuki pudo pronunciar con una voz baja y opacada por la impresión...
Miraiki despertó inhalando una bocanada del susto, no fue una pesadilla, de hecho, ni siquiera sucedió todavía...
Los soldados Norcranianos estaban reunidos en la gran sala, en donde el antiguo trono del rey se hallaba sobre unos grandes escalones y los estandartes de Norcrania con la figura de un cuervo que decoraban los alrededores de aquel salón. Kaleb estaba ahí, junto a otros detrás suyo. El gran dictador de Norcrania, reunió a sus soldados debido a las circunstancias pasadas y comenzó a decir:
—A menos que hubiese una forma de cambiar el pasado, la gente la aprovecharía, pero este es el presente, lo que sucedió es irremediable, lo único que se me ocurre hacer para solucionar los errores del pasado, es acabar con lo que amenaza el futuro —Pronunció Kaleb en la gran sala del castillo negro, siendo escuchado por los cientos de soldados, que estaban allí presente—. Empezando por esas alimañas que se hacen llamar guardianes y a aquellos que se interpongan en el camino.
El presidente de Alaquía y el Rey de Velgrania se encontraban detrás del dictador Norcraniano mientras que, pronunciaba unas palabras de "motivación" para sus soldados. Cada uno vestidos con trajes de General Supremo con los colores representativos de sus países; Velgrania era el verde con negro y Alaquía el Rojo, blanco y negro.
—Saben muy bien, que este trabajo, no pienso dejárselo a nadie más, morir antes de cumplirlo no está en mis planes...
En el cuartel general Rujarco, Henry era atendido por los médicos y le daban de comer con los cuidados que siempre debió tener.
—Pero, dos personas —Su voz se agravó más por el enojo—. Desecharon parte de mis planes, uno está muerto.
Henry recordó al doctor Bernard, cuando uno de los médicos se puso a platicarle sobre su vida para distraerlo un poco
—El otro ya fue castigado.
Trevor con mucho cuidado, se colocaba una manta para cubrir las heridas que le fue ocasionado por las piedras.
—Si algún otro intenta sabotear, todo esto —hizo énfasis en "todo"—, todo esto que logramos en muchos años, no dudaré en dar el peor castigo a aquel infeliz que lo intente.
Luego de aquella clara advertencia y motivación para sus soldados, Kaleb se dirigió al laboratorio en el que producían aquel suero con la sangre de Henry. Esta vez había más de dos doctores, químicos y guardias en el área.
Aún quedaban varias muestras de sangre de Henry, por lo que le serviría para mantenerse por cinco años más. De todas formas, necesitaba tener al muchacho de vuelta.
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© 𝐑𝐮𝐣𝐚𝐫𝐪𝐮𝐢𝐚 II
Ficção Científica↣𝕾𝖆𝖌𝖆 𝕰𝖑𝖊𝖒𝖊𝖓𝖙𝖆𝖑 𝖂𝖆𝖗↢ 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨 𝟐 "Las cosas que ocurren de golpe pueden aturdir a la mente más fuerte, y solo uno mismo debe encontrar la fuerza para mantenerse cuerdo" Shiroi Kottayama Una guerra que va intensificando su ritmo, a...