Ella

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La Noche era la más fácil de encontrar, pues cualquier alma desamparada que salía cuando la luz del sol desaparecía podía encontrarla caminando por las calles más desiertas.

Y en ese pueblo, solo existía una.

Cuando llegó, le costó recordarse a sí mismo que nadie podía hacerle daño. Que la gente al verlo saldría corriendo. Pues si bien no había persona alguna caminando por la calle, era una soledad tétrica en la que las sombras y la niebla jugaban con la mente de las personas.

Y, sin embargo, una niña jugaba bajo las farolas.

Llevaba pantis, un abrigo negro largo y botas del mismo color. Su pelo negro bailaba con las sombras, acortándose y alargándose según sus movimientos, y jugaba ajena a la soledad que la rodeaba.

Y, con una voz tan dulce como fría le dice al monstruo que ha tardado.

No hay nada cálido en su voz. No hay nada que le dé un atisbo de fe, pues La Noche no se deja engañar por las emociones. La Noche es decisiva.

La Noche es justicia.

El monstruo asintió.

Ella, sin mirarlo aún espero a que hablara.

Y el monstro comenzó su explicación.

Le dijo que no quería asustar a la gente, que él no había nacido para ver el horror en los ojos de las personas, y que sabía que lo merecía, pero que ya era suficiente. Era suficiente era suficiente.

La niña lo miro, pero se quedó ahí, expectante, y el monstruo le explicó que quería ser un humano, lo que sea, cualquier cosa menos un monstruo. Cualquier cosa con tal de no dar miedo. De no darles miedo aellos.

La niña ahora sonrió, mas su sonrisa no era cálida o comprensiva como esperaba el monstruo, y tanto él como su sombra temblaron de miedo: Era una sonrisa lobuna, de alguien que sabe que es el cazador, y él, su presa, y ella le recordó que un error es para toda la vida. El monstruo iba a refutar, pero la niña lo interrumpió con fuerza y le dijo que se fuera. Su voz ahora cortaba como el filo de una espada, y su sonrisa había dado paso a una expresión tan fría como el hielo, y le dijo que nada de lo que él diga podría hacerla cambiar de opinión. Un castigo es un castigo, y los suyos eran permanentes".

De los ojos del monstruo comenzaron a brotar lágrimas de desesperación.

Y le rogo. Le rogo con toda su alma cayendo de rodillas ante ella, pues no podía soportarlo más. No podía. No podía. No podía.

Las lágrimas ahora le impedían ver con claridad, pero es que era imposible calmarlas.

Era imposible hacer algo más que llorar y suplicar.

Pero La Noche es fría y decisiva, y no había ni un rastro de compasión en ella.

Le recordó que el único responsable de su conversión era él, y que ella solo había personificado la forma en ellos lo veían.

Y desapareció dejando a un monstruo destrozado a sus pies.

El monstruo no supo cuánto tiempo estuvo en esa acera llorando. Quería culpar a la sombra por haberle dado esperanzas.

Quería culpar a La Noche por ser fría y sin corazón...

...pero sabía que el único culpable era él.

La sombra no lo molestaría si no se hubiera transformado en un monstruo.

La Noche no lo hubiera convertido en un monstruo si no mereciera el castigo.

Y el castigo... el castigo era por una vida horrible.

Una vida de la que no se enorgullecía.

¿Por qué le darían una segunda oportunidad a él, habiendo tantas personas buenas en el mundo que realmente la merecían?

¿Por qué alguien sentiría compasión por un monstruo que cumplía con su merecida condena?

"Pero si hay una persona que podría tener el corazón lo suficientemente blando como para darte esa segunda oportunidad..." le recordó la sombra suavemente.

El monstruo se estremeció.

Eso era incluso peor que ver a ella, pues Él era todo eso que el monstruo deseaba. Y todo lo que temía.

Pero la sombra tenía razón.

Si Él no le daba esa segunda oportunidad, entonces nadie lo haría, y entonces sabría que era hora de rendirse.

Pero antes debía intentarlo.

Si acaso no se lo debía a el mismo, sí se lo debía a él.

Así que se puso de pie, se limpió las lágrimas restantes con su brazo y partió con una mirada decisiva en su rostro, como hace mucho que no miraba, por esa segunda oportunidad.

Terrores de La NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora