This is the fucking house of Kurt Cobain. (Kurt And You)

Capítulo 11

Cuando entramos a la casa, es la típica casa baja cerca de la universidad, llena de universitarios, la gran mayoría tíos.  En realidad sólo me he fijado en dos chicas que han pasado de largo por la cocina. Angie persigue al chico que me ha mirado de tal forma que me ha visualizado desnuda. Y yo persigo a Angie. -Cariño, por aquí.- Me dice ella con afecto. -Vas a probar la buena hierba de aquí.- Me explica Angie. 

Cuando llegamos al salón, ella se sienta en él sofá y me deja un sitio a su lado. Él chico de los ojos golosos me pregunta:

- He oído que no eres de por aquí.

- Soy española, me acabo de mudar aquí, me llamo Amaya.

- Encantado, soy Mike. 

Nos pasa un tarro llevo de maría, y nos dice que cojamos lo que necesitemos, lo metemos en una bolsita de plástico hermética, un chivato. O así se llama en españa. Nos despedimos y nos vamos lejos de ese antro, que no sé que iba a ser peor sí el instituto o es casa llena de mierda y de gente babosa.

Angie coge el coche, yo me guardo el sobre con marihuana en mi pecho, Mike me guiña un ojo antes de irnos, y tengo ganas de vomitar, pero no porque sea feo, o porque sus intenciones no me hayan gustado, es que no me puedo sacar a Kurt de mi cabeza y ahora mismo, sólo le veo a él, y sí, es una puta locura, por que él, solo es un alma perdida, rebuscando sus ruinas en la casa donde él mismo se quitó la vida. Y es triste, pero yo quiero que encuentre su cometido y por fin salga de ahí, de esa casa llena de recuerdos, malos y peores. Esa es mi misión, encontrar la manera de que el alma de Kurt pueda descansar. Angie me saca de mis pensamientos cuando aparca en plena explanada de campo y me grita que empiece a liar el tema.

Vamos muy fumadas ya, aparte de la marihuana ha traído cerveza fría, que no sé como consigue abrirlas con la boca, pero lo hace y bebemos no sin antes brindar por nosotras, la mañana está siendo como dice Angie, la hostia.

Estamos tumbadas en el capó del coche, con cuidado de no abollarlo con nuestras botas de punta de acero. -Me encanta estar así.- Digo, demasiado ida como para poder pronunciar otras palabras. -Vamos a desayunar, me muero de hambre.- Tiene razón, todavía no he probado un desayuno americano en condiciones, así que nos bajamos del coche y vamos a la primera gasolinera que vemos. 

Una vez Angie se baja a reponer gasolina, yo me bajo del coche y me adentro en la cafetería que hay al lado de la gasolinera.

Cuando entro, mis ojos se concentran en una chica, una chica de nuestra edad, lleva el pelo corto y verde azulado, va vestida con el uniforme del establecimiento, trabajará aquí supongo, la chica es preciosa y tiene su estilo, Angie entra a mi espalda y me dice:

-Me muero de hambre.

 Y yo por ti, Kurt.