Capítulo 2

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-Bueno chicos el día de hoy practicaremos la improvisación ¿Tori sabes lo que es?

-Ehhm no

-La improvisación es la capacidad que tiene el actor de poder actuar sin la necesidad de un guion así que practicaremos ahora mismo Jade tienes el primer grupo

Cuando Jade escucho eso una sonrisa de total satisfacción cubrió su rostro, definitivamente iba a agradecerle infinitamente a su loco profesor, la oportunidad de quitarse de encima a la que consideraba una total molestia, así que a medida que la improvisación que protagonizaban fue avanzando se le fue ocurriendo la mejor manera de humillarla, y en consecuencia alejarla de ella y, que mejor manera que hacerla pasar por un perro mismo al cual le volteo un vaso entero de café frio sobre la cabeza, Jade estaba segura que la chica saldría llorando ansiaba el momento en que eso pasara para que esta chica Tori supiera que con Jade West nadie se metía, pero grande fue su sorpresa al ver que la chica no hizo nada solo se quedó allí con la cabeza gacha y a cuatro patas, casi como si hubiera deseado que eso le pasara, lentamente se puso de pie y viendo a Jade le dio una débil sonrisa y se dirigió a su puesto sin decir nada más y allí se quedó quieta y con la mirada perdida en alguna parte, todo el salón se encontraba en un absoluto silencio, hasta que el loco de los cocos decido interrumpir.

-No te gustaría irte a lavar el cabello Toro

Con una cara de total extrañeza Tori respondió –Mi nombre es Tori y no se preocupe estoy bien así tampoco se ve tan mal y el olor es agradable siempre me gustó el olor del café decía dando una gran sonrisa a Jade

Jade se encontraba anonadada, confundida y molesta se suponía que esto no debía pasar, acaso esta chica era masoquista o algo por el estilo, como era posible que después de haberla humillado frente a toda la clase sonriera de esa forma, además en sus ojos aún estaba esa mirada cargada de melancolía que le causaba pesar, de repente y sin que ella se diera cuenta allí en medio del escenario, empezó a sentirse mareada los sonidos se apagaron y un nuevo dolor de cabeza la ataco obligándola de nuevo a cerrar los ojos y así de la nada se desmayó.

Una Jade de unos 12 años de edad se encontraba de nuevo en esa antigua casa del árbol en aquel viejo parque, se encontraba sentada de espaldas a la entrada con unas tijeras en la mano derecha cortando a diestra y siniestra cualquier cosa que en su camino se interpusiera, cuando de repente oyó un ruido a sus espaldas pero ella ni se inmuto.

-Si vienes a fastidiar Cat que sepas que no estoy de humor.

-Dudo mucho que Cat quisiera subir sabiendo que estas molesta.

Jade al oír aquella voz su corazón se agito un poco, pero rápidamente se compuso

-Al menos ella es inteligente no como tu empiezo a creer que eres una gran boba.

En toda la conversación Jade no apartaba la mirada de lo que estaba haciendo dándole la espalda a la persona que se encontraba detrás de ella.

-Jejej quizá lo sea un poco pero admítelo eso te gusta de mí.

-Pff en tus sueños, si vas a ser tan molesta porque mejor no te largas no ves que quiero estar sola-esto último lo dijo gritando sin ni siquiera voltear escupiendo toda su rabia.

Luego de que esas palabras fueron dichas no se escuchaba absolutamente ningún ruido, y el sonido de la soledad por algún motivo que ni ella misma entendía le dolía, incluso más que la reciente pelea que tuvo con su padre, sus manos seguían cortando ese trozo de tela vieja que había encontrado tirado en el suelo, pero sus ojos fijos en lo que hacían reflejaban varias emociones siendo la más predominante la tristeza, la culpa y la soledad, siempre se preguntaba porque tenía que ser así con las personas que más quería solo las alejaba y por un breve tiempo se imaginó a ella misma en el futuro sola, y ese solo pensamiento la aterro a tal grado que una solitaria lagrima resbalo por su mejilla, sin darle tiempo a limpiarla sintió como una cálida mano proveniente desde su espalda la retiraba muy gentilmente mientras sentía otro cálido brazo rodear su cintura la dueña de dichos brazos se encontraba arrodillada detrás de ella, y con este simple acto un alivio como ningún otro la lleno, sintió un suave aliento golpear su oído antes de que las palabras que nunca olvido fueran dichas

El río fluye en ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora