Buscando soluciones

264 22 3
                                    

“Solo los buenos sentimientos

pueden unirnos; el interés jamás

ha forjado uniones verdaderas”

-Auguste Comte.

¿Ahora qué voy hacer?

¿Qué voy hacer?

Salí de la oficina furioso, agarre mi morral y me fui a la calle.

Simplemente caminé, caminé sin rumbo fijo… Necesitaba despejarme.

Caminé caminé y caminé, no podía hacer mas.

Llegue a un pequeño parque, mi estomago rugía, me había saltado el almuerzo y ya comenzaba a oscurecer.

Trate de ubicarme, estaba lejos de casa… pero por lo menos sabia a donde estaba. Era una buena zona podía andar tranquilo un rato mas.

Caminé con más calma, viendo a mí alrededor. Me encontraba en un parque, todavía se podían ver a los niños jugando, a lo lejos se veía una anciana con una cava de anime… bollitos6, decía el anuncio pegado a él.

-Buenas noches señora ¿a como tiene los bollitos?

-Buenas noches joven, los de maíz a 60 bs y los de carne o pollo a 30.

-Me da uno de carne y uno de pollo, por favor.

-Aquí tiene joven –dijo metiendo los bollitos en una bolsa de plástico- que pase buenas noches –me sonrió-

Le di el dinero y le agradecí, caminé buscando un sitio donde sentarme a comer tranquilo.

Unos pasos más allá encontré un sitio donde había bastante grama, decidí sentarme ahí a cenar en paz.

Los bollitos estaban ricos, la carne suave y con ese toque picante producido por el ají que tanto me gusta.

A los minutos un perro se acerco a mí con un poco de miedo, olfateaba lo que comía.

-¿Tienes hambre, eh?

El perro se sentó a unos metros frente a mí e hizo la cabeza a un lado como si me entendiera.

-Yo también tengo hambre, ¿pero sabes? El segundo lo compartimos entre los dos, espero que te guste el pollo –le sonreí-

Me comí la mitad del otro bollito y como le prometí a mi “amigo” se lo di, el pobre no duro ni un minuto en devorarlo.

-Lo siento viejo, no hay más.

El pobre se acostó en la grama y se coloco las patas en los ojos, como si le diera pena.

-Lo sé amigo, yo también quiero más. –Dije acariciándole la oreja-

Dure como media hora más sentado al lado del perro, no tenía raza pero era peludo y de un color canela, a pesar de no tener placa no se veía sucio.

-Eres muy lindo, si tuviera casa te llevaría conmigo. Pero ahora me tengo que ir, cuídate ¿sí? –Dije acariciándole la cabecita-

Me levante con mucha pereza de la grama, me sacudí un poco los pantalones y cuando levanté la vista, el perro ya no estaba.

Mire a mí alrededor para comprobar si aún seguía cerca y lo vi a unos metros de mí.

Estaba con la chica de cabellos de fuego, inclinado en sus patas delanteras jugando con ella.

Su risa llego hasta mis oídos, era una risa de ángel, delicada como ella.

En Busca de tu Retrato (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora