Principessa (parte 1)

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Narrador omnisciente:

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Narrador omnisciente:

La venganza es un plato que se sirve frio, uno que usualmente no se espera, porque el opuesto asegura haber ganado.

Lo que pasa, es que algunos están mal de la cabeza y no es algo perceptible a simple vista. Memphis mientras escucha detrás de la puerta los gemidos desesperados de Verónica, sonríe y camina lejos de ellos sabiendo que Christian estaba más que ocupado.

Camina como siempre dentro del hospital y saluda tranquilamente y con una sonrisa a las enfermeras que pasan por ahí.

Le da dos caladas a su cigarro de marihuana pura y lo suelta sobre el pavimento del amplio parqueo del hospital. Hay algo en su cabeza que se rompe... tal vez algún demonio que estuvo atrapado y era mejor dejarlo así.

—Arruinémosle la fiesta a Moore.

A pesar de sus problemas siempre fue un chico calmado, uno que, si no se metían con él, pasaba desapercibido, hasta un día

Ese día en el que dañaron algo en su cabeza que jamás se pudo remediar, el día en que su madre murió y lo dejaron en la calle sin poder verla porque según ellos, era una vergüenza para la familia.

Era un peso para todos ahora y solo pudo estar con su madre cuando estuvo a metros bajo tierra. Las burlas de algunos sin corazón aumentaron ese daño y pasó de ser un chico tranquilo, a uno callado pero lleno de odio.

Uno que a simple vista luce como un ángel, pero es capaz de competir cara a cara con el diablo.

Así terminó en el hospital, un trágico día en el que unos chicos lo ataron con nudos insignificantes e intentaron abusar de él, su instinto le jugó en contra y al soltarse se abalanzó sobre uno de ellos.

Los golpes iban y venían, él estaba cegado, intentaron separarlos, pero la adrenalina que recorría su cuerpo desnudo le daba una fuerza inhumana.

Desquitó todo su dolor en el pelirrojo que duras penas intentaba defenderse de los puños que se impactaban en su rostro una y otra vez.

Uno... se marea.

Dos... todo negro.

Tres... pierde la conciencia.

Cuatro...

Su rostro reflejado en el charco a un lado eran una abominación, manchado con la sangre de su víctima, humedecido con el sudor y las lágrimas y sin una pizca de arrepentimiento.

Se sienta a un lado del cuerpo inmóvil del otro chico y espera tranquilamente a la policía. Nunca fue su intención, nunca quiso hacerlo, pero algo en su cabeza se rompió ese día.

Ellos lo supieron, por eso no está en la cárcel sino en un hospital, había avanzado tanto en sus programas que ya era como un empleado más del mismo.

De un recuerdo (2) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora