~Capitulo 2~

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He tenido dos ataques de pánico en menos de una hora, mi mente me juega en contra y me hace dudar de si todo lo que me rodea es real, empieza el miedo por despertar en cualquier momento y que vuelvan a decirme "Eres Veronica Lodge

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He tenido dos ataques de pánico en menos de una hora, mi mente me juega en contra y me hace dudar de si todo lo que me rodea es real, empieza el miedo por despertar en cualquier momento y que vuelvan a decirme "Eres Veronica Lodge..." seguido se información de mi misma que me cuesta creer.

—Otro más. —Me mira calmada esperando a que mis manos temblorosas lleven la sopa a mi boca, pero otra vez el líquido vuelve a caerse desesperándome. —Tranquila, ya podrás.

Toma la cuchara de entre mis dedos y con cuidado toma pequeñas cantidades dándomelas como si fuera una bebé, esto es vergonzoso y me irrita no poder mejorar y volver a ser yo.

—Tienes tu primera terapia de grupo en veinte minutos, Christian vendrá por ti y estarás con él los siguientes dos días, él es... algo especial, pero sabe hacer su trabajo. —Toma otro poco de sopa y me niego al verlo entrar como si la habitación fuera suya.

—Así no va a mejorar. —Dice serio y le hace señas a Lea de que se levante, su aspecto era rudo, sus tatuajes se llegaban a divisar dándole más fuerza a la impresión anterior.

—Ha pasado por mucho solo...

—¿Aun sigues aquí? —La interrumpe. —Debes firmar y poner tu culo fuera de este hospital querida. —Sentía sus ojos clavarse en mí, pero mirarlo sería un suicidio, era como ver a Poe, pero una versión de el oscura.

Leanette me sonríe y lo abraza saliendo de la habitación dejándonos solos en ella.

—Termínate tu sopa. —Se cruza de brazos sentado frente a mí y yo trago en seco volviendo a tomar la cuchara y esta vez temblaba tanto que no era capaz ni de tomar algo de líquido, tenía dos días que no comía bien y tal vez iba a ser así hasta que pudiera mejorar. —¿No me escuchas? Termina tu sopa.

Dejo la cuchara a un lado en la bandeja color piel igual de aburrida que todo el hospital, tenía hambre y estaba débil por la falta de comida.

Apoya sus codos en la mesa y me mira fijamente respirando pesado.

—No tienes ningún problema mental, no estas sorda y puedes usar perfectamente tus manos ¿Hablamos el mismo idioma?

No le respondía ni lo miraba a los ojos y aunque sabía que eso lo estaba irritando no tenía las fuerzas para responderle, me toma de la barbilla y me obliga a mirarlo y habla muy cerca de mis labios.

—No tienes todo el día y esto no es un puto hotel en el que puedes comer cuando quieras, si no pones de tu parte no vas a salir jamás de este lugar así que toma esa cuchara y termina de comer y si a tus veintitantos años debo tratarte como una niña malcriada lo haré, no sabes lo que me gustan... —Se aparta y me suelta mirando la cuchara y luego a mí. —No saldremos de aquí hasta que no la termines y no te confundas tu no me importas en lo absoluto pero mi trabajo depende de ti.

No tengo espacio en mi mente para sentirme mal por lo que decía o la forma en la que me habla, pero tiene razón con lo que dice así que respiro hondo y tomo la cuchara y con bastante esfuerzo la levanto con un poco de sopa llevándola a mi boca sonriendo como niña cuando lo había logrado.

De un recuerdo (2) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora