Poe:
El llanto de la bebé vuelve a despertarnos temprano como cada mañana, abro solo un ojo para poder ver la hora y suspiro tomando mi almohada poniéndola sobre mi rostro intentando disminuir el ruido, pero esto no ayuda en nada.
Veronica no pierde tiempo y hace el ademan de salir de la cama, pero extiendo mi brazo tomándola con cuidado hacia mí.
—Ven aquí... —La tomo como si fuera una muñequita de porcelana que tengo miedo de romper. —Buongiorno mia regina. (Buenos días mi reina)
—Buenos días...—Murmura.
Está cansada, sus ojeras al igual que las mías son muy notorias, luce frágil y la noto cabecear cuando la abrazo.
Quisiera que sintiera que no puedo contener la emoción cada vez que tengo a mi hija en brazos, a la pequeña bebé de papi que se ha robado mi corazón, a la que ahora es mi principessa.
—Vero...
Sin poder creerlo ahora tengo dos hijos y estoy feliz con la mujer que amo y que inevitablemente ha quedado otra vez dormida en mis brazos, la observo unos minutos más y dejo un beso en su coronilla antes de recostarla con cuidado y reunir fuerzas para traer a Aria hacia ella.
Ya no escucho más su llanto y camino más rápido hasta su habitación encontrándome con un somnoliento Jared, moviendo suavemente su cunita cesando su llanto.
—Buenos días. —El me sonríe y me arrodillo para desordenar su pelo. —Muchas gracias campeón, ve a descansar, yo me encargo. —El niega permaneciendo a mi lado.
La pequeña esta adormilada, sus preciosos ojitos uno de color azul y otro gris se abren y cierran con lentitud. Acerco mi temblorosa mano a su mejilla y acaricio su piel pura y suave.
Esa pequeña parte de mí, esa pequeñita de piel rosa...
—No tienes ni dos meses y ya me traes como idiota detrás de ti. —Le sonrío y la coloco con cuidado en él cambiador, Jared permanece a mi lado observando todo y riendo cuando quito el pañal sucio de la bebé. —¿Cómo es que una cosita tan pequeñita cag...?
—Mamá dice que no digamos groserías frente a la bebé. —Me interrumpe con una sonrisa y me extiende la pequeña caja de toallas húmedas para poder limpiarla.
—Usted mi pequeño príncipe, tiene toda la razón, mis más sinceras disculpas, señor. —Le hablo como en las caricaturas haciendo una reverencia logrando que volviera a reír.
Intento hacerlo lo más rápido posible, pero poner un pañal es como desactivar una bomba y mientras más Veronica me explica más me pierdo.
—Creo que las piernas no van ahí... —Dice y ambos nos quedamos mirándola, luego rascamos nuestras cabezas y nos miramos elevando los hombros.
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De un recuerdo (2) ✔️
RomansUn año recuperándose de un terrible accidente, uno que marcó un antes y un después en la vida de Verónica Lodge. Un año desde que la vida como la conocía había desaparecido y en los que había tenido que adaptarse poco a poco a la realidad que ahora...