CAPÍTULO 1

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YURI

Wonyoung se queda mirando la lista que hay encima de mi escritorio.

–Es increíble que ya hayas hecho una lista, ¡todavía faltan siglos para la universidad! Cómo te gusta planificar las cosas...

Aparto la hoja de papel de debajo de sus narices, cabreada conmigo misma por haberla dejado a plena vista, y más teniendo en cuenta que lleva las palabras «tampones super plus» garabateadas en la parte de abajo.

–Las listas me ayudan a dejar de angustiarme, ya lo sabes.

Empiezo la universidad en septiembre y ya estoy cagada. Esta es la vigesimoquinta lista que hago, y aún estamos en julio.

–¿Qué razón hay para angustiarse? –pregunta Wonyoung–. Iremos juntas, y vamos a petarlo en la semana de bienvenida para los de primero. –Curva la boca hasta esbozar una media sonrisa–. Sobre todo, equipadas con esos tampones super plus.

Pero es evidente que ella también está cagada. Se le tensa la piel de alrededor de los ojos y se toquetea el pelo.

Yena está tirada en mi cama, aferrada a su iPad y echando un vistazo a la página de la revista musical NME.

–Espero que esos tampones super plus no sean lo único que le enseñes a tu vagina este año, Yuri.

–¿Queréis para con la chorrada de la virginidad? –protesto–. Es como volver al instituto.

Cierro las cortinas para ocultar los restos del anochecer con la esperanza de que mis amigas capten la indirecta y se vayan para que yo pueda acostarme. Desde que cesaron los sueños raros –aquellos en los que parecía una anciana extraña con los ojos del color de las manzanas verdes–, me he dedicado a dormir de forma compulsiva. Es maravilloso no sentirme agotada a todas horas.

Yena se echa a reír y las pecas se le ensanchen con la sonrisa.

–Solo era una broma. Sé que te estás reservando.

–«Tal vez muy pronto ya, mi príncipe vendrá» –canta Wonyoung con un agudo gorjeo de Blancanieves.

–No quiero un príncipe –digo–. Quiero justo lo contrario, un antipríncipe, una persona auténtica y honesta...

Me interrumpo antes de que esas imágenes ya familiares vuelvan a horadarme el cerebro como si fueran gusanos; antes de que me confundan por completo, de que me revuelvan las tripas con un amasijo de excitación, miedo y nostalgia. Son imágenes de plumas que estallan en el aire, de ojos del color del invierno, de pelo negro sobre una piel traslúcida.

Wonyoung da vueltas en mi silla giratoria, a todas luces aburrida ahora que ha terminado «Queer Eye».

–Bueno, en la semana de bienvenida de la uni habrá un montón de chicos adolescentes carentes de higiene personal y habilidades sociales. Allí encontrarás a tu antiprícipe.

Se oye el tintineo de su móvil. Se lo saca del bolsillo y comienza a deslizar los dedos sobre la pantalla y a escribir con un repiqueteo de uñas.

–¿Crees que será raro? –pregunta Yena–. Lo de que seamos un año mayor que todos los demás.

–No. –Me siento a los pies de mi cama–. Habrá muchos alumnos que se hayan tomado un año sabático.

–¿Podemos llamar a lo nuestro «año sabático»? –pregunta Yena.

–Podemos llamarlo como queramos –respondo.

–Mark –dice–. ¿Podemos llamarlo Mark?

Me río.

LA CANCIÓN DEL PATÍBULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora