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Son las 7 de la tarde de un sábado y Yoongi sigue en pijamas metido en la cama. Había estado rechazando "por accidente" todas y cada una de las llamadas que ha recibido de Eunbin. Eso, hasta que se le ocurrió la grandísima idea de poner su celular en silencio. Los sábados son el único día en el que puede cumplir su sueño de dormir todo el día después de una semana larga de clases y trabajo, y no iba a dejar que su estúpida y molesta vecina lo arruinara. No otra vez.

Yoongi se levanta de la cama para ir a tomar un poco de agua (dormir por la tarde en pleno verano siempre lo deshidrata). Por inercia, toma su celular y se encuentra con que Eunbin lo ha llamado 79 veces en las últimas tres horas. Tantas llamadas podrían significar una emergencia, pero Yoongi necesita solo un par de movimientos de su dedo para que la emergencia en forma de notificaciones desaparezca de su pantalla. Si es algo realmente importante, seguramente Eunbin llamará por octagésima vez.

La mitad del agua ya está bajando por dentro del cuerpo de Yoongi cuando una nueva llamada entrante enciende la pantalla de su teléfono. La rechaza, una vez más. Inmediatamente, una nueva llamada entrante de Eunbin hace su celular vibrar.

Esta vez, Yoongi decide responder.

...

Yoongi está parado frente a la puerta del departamento 5 - D. Mientras espera a que le abran la puerta, se pregunta cómo fue que permitió que su sábado por la noche se convirtiera en esto.

—¡Yoongi! —lo recibe Eunbin abriendo la puerta con ese mismo entusiasmo con el que siempre anda por la vida—. ¡Gracias! de verdad no sabes cuánto te agradezco que me hagas este grandísimo favor.

En un segundo, Yoongi ya está dentro del departamento, sin zapatos y con ambos brazos de Eunbin colgados a su cuello.

—Me estas sacando de un gran aprieto. Te juro que no voy a durar mucho tiempo fuera. ¿Puedes creer que llame a toda mi familia y nadie pudo hacer siquiera el intento de ayudarme? —Eunbin suspira, tomando aire para seguir hablando—, pero claro que mi vecino Yoongi siempre está dispuesto a salvar la noche de su vecina favorita.

Aturdido por la forma tan rápida y expresiva de hablar de su "vecina favorita", Yoongi toma ambos brazos de la chica y los retira de su cuello, haciendo un gesto de incomodidad.

—Para la charla. Solo dime qué tengo que hacer. No tengo absolutamente nada de experiencia en esto.

Eunbin camina a la cocina con determinación y después de tomar un suspiro empieza a darle a Yoongi su primera clase exprés de Cómo Cuidar A un Bebé (para principiantes).

—Acabo de ponerlo a dormir, así que seguramente no va a despertar en las próximas 3 horas. Aun así, si llegara a despertar, solo tienes que poner dos cucharadas de leche en dos onzas de agua, meneas bien y le das el biberón —explica Eunbin tan rápido que Yoongi no está seguro de poder recordar las medidas.

La chica camina de un lado a otro del departamento, poniéndose aretes y poniendo pañales en la mesa de noche que está a un lado de la cama, todo al mismo tiempo. Cuando termina de explicarle a Yoongi cómo cambiar un pañal, se da una vuelta frente a él, el vestido que lleva puesto revolotea por los aires.

—¿Cómo me veo? —pregunta Eunbin con una sonrisa pìntada de rojo por su labial.

Yoongi aún no se siente lo suficientemente despierto como para prestar atención a todo lo que Eunbin le está diciendo, distraído con la incómoda idea de tener que cambiar un pañal, pero sí puede darse cuenta de que Eunbin luce hermosa.

—Mejor que en mucho tiempo —dice Yoongi, riéndose un poco cuando Eunbin le golpea el brazo—. Te ves muy hermosa —dice honestamente al final.

—Deja de babear, Yoongi —bromea Eunbin con una sonrisa, su voz llena de esa confianza en sí misma que la caracteriza.

Quizá Yoongi nunca ha cuidado a un bebé y la idea de hacerlo tampoco lo emociona mucho, pero tiene que aceptar que Eunbin se ve muy contenta. Esta es probablemente la primera vez que Eunbin sale desde el nacimiento del bebé, y Yoongi no podría sentirse más feliz por ella.

Quizá Eunbin sí es su vecina favorita. Quizá, incluso, se ha convertido en una muy buena amiga.

—¿A dónde vas, por cierto? —pregunta Yoongi siguiendo a Eunbin de nuevo hasta la sala.

—No te pongas celoso, pero es una cita —responde guiñando un ojo desde la puerta, poniéndose los zapatos.

Rodando los ojos por la respuesta, Yoongi se desploma en el sillón, poniendo los pies automáticamente sobre la mesita de centro.

—Oye, respeta mi casa, vago —lo regaña Eunbin antes de abrir la puerta—. Llámame a cualquier hora si pasa algo —es todo lo que dice antes de irse y cerrar la puerta detrás de ella sin siquiera darle tiempo a Yoongi de desearle suerte.

En la mesita de centro en la que Yoongi aún tiene reposados sus pies, hay un florero con una flor seca. Es lo único fuera de orden que Yoongi puede encontrar en el departamento. Siempre le ha gustado estar en el departamento de Eunbin. Siempre le ha parecido cálido, siempre huele bien y siempre hay comida. De verdad se siente como un hogar. Eunbin es la definición de un adulto exitoso y responsable, y Yoongi espera algún día ser como ella. Espera algún día al menos poder tener llena de comida la nevera.

La calma del departamento sirve como una canción de cuna para Yoongi. Se permite cerrar los ojos y recostar su cabeza en el respaldo del sofá solo para descansar sus ojos. Se siente cómodo, muy cómodo. Y no le cuesta nada dejar que el sueño se adueñe de él de nuevo.

Uninvited Sunshine | SOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora