Hoseok se parece mucho a esos primeros rayos de luz por la mañana que atraviesan su ventana. Entran en su habitación, haciéndolo cerrar los ojos y gruñir por el descaro de molestarlo sin ninguna invitación. Son esos mismos rayos de luz, sin embargo...
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Se despierta porque hay un leve golpeteo haciendo ruido en su habitación. Cuando abre los ojos, puede ver que los pequeños golpecitos son gotas de lluvia contra su ventana, el inicio de junio haciéndose notar con la temporada de lluvias. El cielo está oscuro y nublado y Yoongi no puede ver el sol a través de las nubes negras cargadas de agua, pero sabe que ya es de día.
Trata de cerrar los ojos de nuevo, pero ya no puede volver a dormir. Su cuerpo se siente incómodo en la cama y quedarse acostado sólo está ocasionándole un dolor en la espalda. En contra de todo lo que cree, se obliga a levantarse.
Son las siete de la mañana de un domingo y Yoongi no puede creer que está a punto de prepararse el desayuno. En la televisión se reproduce el noticiero matutino (sólo porque Yoongi se siente un poco más adulto si lo hace) anunciando que se espera que llueva sin parar todo el día. A Yoongi le gustan los días lluviosos, le gusta escuchar el sonido ahocado del agua afuera del edificio, lo hace sentir menos solo.
Sin saber de dónde viene el sonido, Yoongi escucha su celular sonar. Los huevos revueltos que se preparó se quedan esperándolo en la mesa de la cocina cuando él va hasta su habitación para ver sus notificaciones. Es un mensaje de Jimin.
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Le toma unos segundos entender el mensaje de Jimin.
Anoche, cuando quiso contarles sobre su cita (si es que se le puede llamar así) con Hoseok, el sueño y el cansancio terminaron venciéndolo, y había terminado contando sólo a mitad de lo que había pasado. Más específicamente, había descrito sólo hasta la parte en la que Hoseok lo había sorprendido con el florero.
Se ríe en voz alta antes de responder.
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