𝑂𝑛𝑒 𝑆ℎ𝑜𝑡 ( 𝑃𝑎𝑑𝑟𝑒 𝑒 ℎ𝑖𝑗𝑜 )

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𝙊𝙉𝙀 𝙎𝙃𝙊𝙏

𝘼𝙙𝙫𝙚𝙧𝙩𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖: 𝘼𝙥𝙩𝙤 𝙨𝙤́𝙡𝙤 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙥𝙪𝙗𝙡𝙞𝙘𝙤 𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙚𝙨𝙖𝙙𝙤

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Era mi culpa, no suya, él sólo lo hizo porque me quería, pero no era lo que cualquier padre normal haría, la forma en que supo comprenderme queda fuera de mi entendimiento, pero los hechos estaban ahí, flotando en un charco de las peores cosas que eh hecho, si mi madre se enterara, si mis abuelos o amigos lo supieran, no quiero imaginar lo decepcionados o asqueados que estarían, en fin, fue algo así...
Papá había estado unos años en la cárcel cuando yo era niño, por ese razón nuestra convivencia inició mal desde un principio, no por sentirme avergonzado de las cosas que había hecho, todavía no entendía eso, pero era casi un extraño al que admiraba, a la figura de autoridad que se ausentaba en mi vida y a la que ansiaba poseer. Cuando comenzó a querer acercarse, no lo detuve, por el contrario, pero yo era demasiado tímido y hasta la fecha, por ello le costaba entenderme y la paciencia, estábamos cerca, pero había un paso de distancia entre el hombre alegre y confiado y el niño distraído e inseguro.
A los doce años me enteré de que quería volver a casarse, mi madre y él ya no sentían nada entre ellos, por eso a ella le valía un soberano cacahuate, pero para mí, yo sentí que me querían arrebatar algo precioso, a partir de ahí no fue lo mismo, no quise verle durante los tres años que estuvo casado hasta el divorcio, trató de allegarse a mis sentimientos, pero yo lo repelí con fuerza, lo hubiera odiado si hubiera tenido otro hijo, llegaba conmigo apestando al perfume de otra mujer, no lo soportaba, la idea de que su afecto le pertenecía a una mujer, de que sus brazos pasaban el tiempo dándole los abrazos que no me dio a mí, de que sus labios la besaban... en mi cabeza la verdad encendió como mecha, era egoístamente posesivo, sino obsesivo con papá.
Cuando se divorció celebré a lo grande en privado dentro de mi habitación, donde nadie me fuera a ver cómo me regocijaba la desgracia.
Una tarde cuando me invitó un mes después de la ocasión para que le hiciera compañía en su nueva casa, muy fea, improvisada y temporal, no me negué, me invitó a beber unas cervezas con él, ya era grande, creía que podía manejarlo, pero no era así.
Después de marearme tanto como si hubiera recibido un tranquilizante para caballos, le grité todo el resentimiento que tenía en mi pecho, mi intención no era herirlo, sólo salió y no podía pararlo.
Desperté en una cama que no era la mía, confundido, con dolor de cabeza y el olor a comida que me revolvía el estómago, no corrí al baño pues no recordaba donde quedaba, fue suficiente un bote de basura dentro del cuarto para no hacer nada más vergonzoso.
De soslayo lo vi de pie junto al marco de la puerta y él me vio vomitando sentado en su cama.
-Lo siento- Le dije cuando pude hablar.
-No te disculpes, yo fui el que te ofreció beber- Cierto, pero aun así.
-Siento todo lo que dije- Guardó un poco de silencio.
-Es la verdad- Eso fue todo y pude sentir un aire triste en su voz, era yo el que se sentía más mal y el que quedó como el villano, detestaba eso, odiaba lo mal que convivíamos, pero ¿qué podía hacer?, no fui importante para él como su hijo o si lo fui, no era la sensación que buscaba, necesitaba algo más, algo que compensara el tiempo perdido.
Lo acompañé en el desayuno sintiendo como la escena se hizo más silenciosa por mi causa, lo que menos quería.
-¿Qué va a pasar con lo de... emm tú ya sabes?- Pronunciar su nombre me desagradaba, mi curiosidad no podía empeorar nada.
-Quién sabe- Quería que creyera su despreocupación, pero no funcionaba -Quizás pierda mi auto- Y de su casa ni se diga. Suspiró cansado y se desvió del tema -Nunca eh tenido buena suerte con las mujeres- Se notaba -Es cierto lo que dicen, las mujeres son de venus y los hombres de marte, nunca eh podido entenderlas ni a tu madre-
-Mamá sólo quería que dejaras de meterte en cosas malas- ¿Era tan complicado?
-Una vez que haces cosas malas, éstas te persiguen y no te dejan ir- Le costaba trabajo encontrar algún empleo bien pagado, me daba lástima a decir verdad -¿Pero sabes una cosa?, hay tres cosas de las que no me arrepiento en esta vida- Habló mientras me miraba con una sonrisa -Uno- Las enumeró con los dedos su mano -Haber conocido a tu madre, a la linda señorita que trabajaba como asistente a una oficina que yo solía ir- Yo pensaba que esa era de las primeras cosas de las que se arrepentía, me sorprendió escucharlo decir eso -Dos, haberla invitado a salir y habernos embriagado tanto que no recuerdo como terminamos en la cama- Ganas no me faltaron de querer golpearlo a él y su sonrisa tonta -Y tercero, tú- Me señaló a mí -Aunque tu mamá me odie y mi otra ex-mujer también, tú eres el único que no quiero que me odie- Su voz había adquirido seriedad -Quería decírtelo desde anoche, pero estaba seguro de que no me escucharías, lamento ser un padre del asco y que te avergüence llamar padre, pero nunca eh tenido la intención de hacerte nada malo, al contrario, siempre quise mantenerte al margen de alguien como yo y sus malas amistades, pero no hice tampoco eso bien, no debería haber regresado contigo, pero quería verte- Empezó a ponerse triste aunque lo disimulaba muy bien -Quería que me llamaras papá, a una basura como yo- Maldición, no era momento para ponerme sentimental.
-Papá- Mi voz se vio afectada, un poco ronca y áspera, las pequeñas lágrimas que no dejaba salir me ahogaban.
Fue entonces cuando lo entendí, cuando sus palabras dulces me sedujeron y me ablandaron, cuando me sentí una escoria entre todo lo malo, cuando creí que todos mis pensamientos eran peores que todas sus acciones juntas.
-No es para tanto- No quería que llorara.
Me puse de pie y rodeé la mesa para quedar de pie frente a él, no había razón lógica para que cometiera semejante barbaridad al exponerme, sólo se trataba de la chispa ante mi descubrimiento y sucia verdad, una asfixiante que luchaba por respirar saliendo a flote. Puse una mano en la mesa y me incliné, me miró confundió y debió creer que quise decirle algo de cerca, no que estuve a punto de poner mis labios en los suyos.
Al último segundo me detuve, ¿estaba seguro de lo que iba a hacer?, claro que no, lo recapacité cuando noté sus ojos sorprendidos y escépticos, que me observaban atentos y más abiertos de lo normal.
-No te odio- Murmuré sin moverme, a un centímetro o menos de su boca. 'Todo lo contrario, te amo, te amo más que todas esas mujeres, yo nunca me atrevería a dejarte' -Yo...- Titubeé, estaba tan cerca y estaba tentado -Yo te quiero papá- Impuse la distancia necesaria, en lugar del beso, acaricié su barbilla, como una despedida de mi cordura y para él, la barba con cuatro días sin afeitar no me incomodaba, me gustó tocarla, era muy atractivo con ella.
Sonreí y me di la vuelta para que no viera como me ponía mal, pálido y con los ojos rojos.
-Voy... a bañarme- Con suerte y me calmaba para entonces.
-Hey- Escuché como empujó la silla y alcanzó a detenerme cuando iba por el umbral de la puerta de la cocina -¿Qué fue eso?- Interrogó sujetándome de un brazo y yo enterré la cabeza entre los hombros.
-Lo siento- Intenté que me soltara.
-Está bien- La otra mano la puso sobre mi hombro -Sólo explícame lo que quisiste hacer-
-No puedo- Quería que lo viera de frente.
-Sí puedes, no voy a regañarte, sólo tienes que explicarme...- Lo fulminé con una mirada enojado.
-¡No lo entenderías!- Alcé la voz -Es más, sabes exactamente que pasó y suéltame-
-¡Espera!- No quería soltarme.
-¿Qué?- Lo encaré, eso quería y se quedó helado, parecía como si quisiera decirme algo, pero nada salía de su boca, entonces yo seguí -Dime una cosa, ¿me perdonarías si yo fuera la peor persona del mundo?-
-Sí- No sabía lo que decía.
-No te creo- Aproveché la oportunidad para alejarme y no verlo por ese día y por dos años más.
Él tenía treintainueve y yo todavía era un mocoso de dieciocho, me había resignado a negar lo que sentía y forzado en mi cabeza una idea distorsionada de la felicidad, eso era mi novia y mis planes por seguir con ella unos años más y casarme, hubiera seguido ese plan si no hubiera sido obligado a servir como enfermero temporal para alguien a quien no quería volver a ver.
Estaba solo, ni siquiera tenía un perro y había vuelto a ser un borracho, no quería pensar que fue mi culpa, porque así lo era. En su trabajo como constructor había sufrido un golpe en la cabeza y yo estaba para ahorrar dinero inútilmente en una enfermera.
Cuando llegué con una maleta a su casa previsto para pasar una semana ahí, vi el lugar tan sucio y desordenado como esperaba.
-No tienes por qué limpiar- Me dijo sentado en una silla, simplemente no lo convencía de que se quedara en cama a descansar.
-Sí tengo que, eres un asco- Me daba asco tanto desorden, hubo silencio y me quedé pensando en lo que dije, sintiéndome culpable -No quise...-
-Está bien- No quería una disculpa -Es la verdad- En el fondo me sentí todavía más culpable, odiaba que pensara así de sí mismo.
Lo que pude ver durante tres días, fue que era un hombre solitario, triste y necesitado, la lastima terminó por hacer de mí que me acercara, ese amor no se había ido y yo estaba para lo que necesitara.
-Sabes que no deberías tomar esto- En cuanto pase cerca de la mesa le quité la cerveza que tenía a un lado.
-¿Y de qué sirve?, igual me voy a morir tarde o temprano- Lo miré triste.
-No deberías pensar así-
-Sí, lo que tú digas- Había mucha aspereza entre ambos.
Estábamos ahí sin hacer nada y con el reloj avanzando muy lentamente, la curiosidad picó en mí como la hiedra venenosa para que preguntara.
-¿Qué has hecho en estos dos años?-
-Ahh... Nada nuevo, trabajar como un burro, gastar mi dinero y pagarle a una que otra puta de vez en cuando- ¿Estaba enojado o me lo imaginaba?
-Una vida que envidiar- Imité su sarcasmo y yo fui quien se bebió la cerveza que quedaba.
Un silencio sepulcral flotaba en la atmosfera, no podría aguantar una semana así.
-¿Por qué tú y tu mamá se mudaron?- Preguntó de repente.
-Porque yo se lo pedí-
-Tanto me odiabas- Se sentía la amargura.
-Yo no...- Mis acciones no hacían más creíbles mis palabras -Olvídalo-
-Cariño- La palabra me forzó a posar la mirada en sus ojos, tan tristes y melancólicos, no me llamaba así desde que era un niño pequeño -No te vayas por favor, no me importan los demás, pero por favor tú no te alejes- Todos lo decepcionaron incluyéndome, por qué seguía teniendo fe en mí.
-No puedo...- Tuve que desviar la mirada de sus ojos.
-Lo... entiendo-
-¡Maldición!, ¡no!, ¡no lo entiendes!- Exploté, demonios, tanto tiempo para ir a explotar en ese instante, no sé ni de donde salió -Y si te interesara insistirías un poco más- ¿Para qué?, yo no quería que hurgara más -Quiero estar contigo, ¡quiero poder estar siempre contigo!, quiero...- ¡Maldición! -Papá eres un idiota- El idiota era yo.
-Hey- Se puso de pie acercándose a mí -No llores-
-¡No soy un niño!- Le grité -Y no estoy llorando- Era un hombre, exacto, era un hombre y lo que yo quería estaba doblemente mal -Papá- Llamé su atención, lo que no pude hacer antes lo hice en un segundo.
Sus labios un poco resecos con los que yo soñaba incesantemente, presionando contra los míos que se deleitaron por la sensación y el sobresalta de mi estómago, me encantó y por lo mismo debería negármelo más, no eran algo reservados para un mocoso impulsivo, pero igualmente los disfruté, sería lo último que tuviera, merecía que me tomara mi tiempo.
-Espero que puedas entender- Se volvió de piedra mirándome justo como antes, tan pasmado y sorprendido -Si me odias, no me importa- Lo toqué, las puntas de mis dedos acariciaron esa barba rasposa que tanto me gustaba -Yo te amo- Seguía sin reaccionar -Perdóname por ser un mal hijo, no pude negar lo perverso que en realidad soy- Una confección un tanto tardía. No quité mi mano de su rostro porque esperaba que la apartara de forma abrupta y me lastimara, quería una razón para alejarme, quería dolor, que me hiriera para no volver a confiar en nadie.
Respiró por la nariz y como atontado parpadeo mirando a todos lados.
-No estoy borracho, ¿tú acabas de... de...- Se puso rojo -...de besarme?-
-No estás borracho- Lo afirmé -¿Qué vas a hacer?, estoy listo para irme si quieres, no eh desempacado todo- ¡No!, no estaba listo para nada, quería desparecer en el momento.
-¿Irte?- Despejó un poco la cabeza -No, no, no quiero que te vayas-
-¿No estás enfadado?- No podía creerlo, una sensación de confianza y alivio me embargó.
-No, claro que no- ¿Entonces?, ¿podía tener una oportunidad?, ah, era demasiado rápido, no estaba seguro de que hacer.
-¿Puedo?- Sostuve su rostro con miedo acercándome nuevamente una vez con la intención de besarlo, esa emoción se disipó con la mirada de sus ojos.
-No, ¡claro que no!- Desaprobó por completo la idea inclinándose hacia atrás, lejos de mí.
-Pero...- Se suponía que no se había enojado.
-Eres mi hijo- No era tan impactante como me lo esperaba, debía ser porque siempre había aguardado una respuesta así -Mi propia sangre, puede que no lo recuerdes, pero yo te vi nacer- Fue cuando comenzó a alterarse y a tener una sensación repelente hacia mí -Y no soy gay- Era lo que menos me importaba, finalmente se puso de pie, alterado, la intranquilidad a penas lo había invadido con un efecto tardío.
-Lo siento- Me disculpé.
-Es mi culpa, ¿verdad?-
-No- Retrocedió un paso,
-Claro que es mi culpa, algo hice mal-
-No hiciste nada mal- No podía dejar permitiendo que se culpara por más cosas, avancé ese paso y volví a sostener su rostro lleno de decepción hacia sí mismo -Papá realmente, lo siento, lo siento- Lo abracé, no recordaba la última vez que estuvimos así de juntos -Eres una buena persona, entiéndelo, tú no hiciste nada malo- Al contrario siempre fue bueno.
-Pero tú...-
-Mejor olvida lo que dije- Acomodé mejor la barbilla sobre su hombro, sería el último momento en que disfrutara de algo así.
-¿Me pides que lo olvide?-
-Sí-
-¿Cómo me puedes pedir eso?- Sentí sus manos tocar mi espalda, también estaba abrazándome -Estoy demasiado traumatizado para eso- Bromeó, me sorprendió que no hubiera perdido su humor, me reí más melancólico que feliz.
Nos quedamos un prolongado rato abrazados, podía sentir como mi demonio egoísta no quería soltarlo y pedía más, el monstruo que devoraba la parte racional de mi cordura, codicioso, mis manos sutilmente se movieron por encima de él, conociendo un pequeño pedazo de su figura desconocida para mí y de alguna forma alcancé a acariciar su cuello con mis labios.
-¿Qué haces?- Se percató.
-¿Es tan malo?- Tuve el descaró de aplicar presión en su cuello y hacer el sonido característico de un beso.
-Creo haberte explicado por qué- Interpuso sus manos sobre mi pecho, pero la forma en que me empujaba no bastaba para que cediera, mi mente estaba sedada, no podía pedirle que me ayudara con mi problema.
-Puedo ser mejor que todas esas mujeres- Prácticamente se lo estaba rogando, ¿por qué no me escuchaba?
-¿En qué demonios estás pensando?- Deslicé mis manos por su espalda.
-Dame una oportunidad, puedo ser bueno, puedo complacerte más, te lo prometo- Besé en verdad su cuello, acariciándolo lujuriosamente con mis labios, me pidió que me detuviera, pero no lo escuché, seguí buscándolo, deseándolo, implorando, cada vez más mis manos se ponían más inquietas y mis labios presionaron el límite de su paciencia cuando quise hacerle un chupetón.
Me golpeó, debía estar muy cabreado como para haberme dado semejante golpe en el rostro que me hiciera tambalear hasta chocar con una pared y deslizarme al suelo, no era bueno con los golpe ni agresivo, por lo mismo no hice ningún intento por vengarme, sino que me quedé sentado sintiéndome miserable y aceptando que era mi culpa.
Era mi culpa, ¿por qué papá se disculpaba?, se arrodilló para ver si estaba bien y sus dedos me tocaron con cuidado, si tan sólo todo el tiempo fueran gentiles, no hallaba la forma de como disculparse conmigo y tampoco me dio tiempo de decir una palabra, lo vi en el brillo de sus ojos, como se castigaba a sí mismo una y otra vez, no quería que sufriera, nunca lo quise.
-Papá...- ¿Eh?, conectó sus labios con los míos, ¿un beso?, de un lado debí sacar la estupidez, ¿era su disculpa? -Papá...- No tenía por qué hacerlo.
-¡Por Dios cállate!- Bien, me callé, con una sonrisa interna disfruté el beso que quizás sería el único.
Su boca mucho más experimentada que la mía se sentía tan bien, no era un beso cualquiera, le ponía empeño a lo que hacía, aunque muy monótono, casi robótico, por curiosidad abrí los ojos y me divirtió verlo con los parpados cerrados y fuertemente apretados, se notaba ansioso y tenso, incluso así sus labios eran tan dulces.
-Tranquilo- Susurré cuando tuve la oportunidad, lo único que no me gustó fue sentir su intento forzado, quería que lo disfrutara tanto como yo, era mi turno.
Envolví su cuello que por cierto lo asustó y esperé a que se calmara para con más tranquilidad mover las líneas de nuestras bocas y besarnos con serenidad, no quería que estuviera presionado u obligado a hacer nada, quería que lo disfrutara.
Lamí sus labios y le pedí que abriera un poco su boca, casi fui escéptico cuando accedió y separó sus labios y los dientes, dejándome disfrutar del sabor del interior de su boca, me volví un poco loco, no podía creer que pudiera estar besando a mi padre, todo lo que siempre quise y era tan real, tanto que mi pantalón comenzó a molestarme, me dio pena pensar en el motivo de mi excitación, pero...
-Basta- Me pidió cuando solté su cuello y deslicé los dedos por su pecho fuerte.
-¿Qué?- No quería detenerme -Lo haces con las putas, ¿pero no puedes hacerlo con tu hijo?, ¿necesitaría se una puta para que lo hagas conmigo?-
-Cállate- Se enojó.
-Puedes tratarme como una si eso te excita- Con tal de convencerlo me vestiría hasta de mujer.
-Te dije que te calles- Me asusté un poco, pero el susto pasó, sólo me había empujado al suelo y subido sobre mí, me sentí dichoso cuando vi que mi cometido había sido cumplido, me excité desde el primer beso que le di y no me avergonzaba admitirlo, pero papá..., se me hizo agua la boca con la idea de ponerla en práctica, él estaba excitado también, demonios, comenzó a besarme como Dios mandaba, mordiendo mis labios y acariciando con su lengua mi paladar, no tardé en comenzar a jadear y desear esas fantasías con que soñaba volverse realidad, siempre más, ansiaba que me quitara la castidad, era una idea morbosa que me emocionó.
Se detuvo por un momento y tuve miedo a que fuera a detenerse a la mitad, las palabras habían funcionado, podía seguir intentándolo, no perdía nada.
-¿Qué?, ¿ya estás muy viejo para seguirme el ritmo?- Sonreí socarronamente.
-¿Viejo?- Funcionó para herir su orgullo.
-¿Necesitas un viagra?-
-Date la vuelta, maldito mocoso- Rápido lo obedecí levantando la cadera a una altura apropiada y desabrochando el cinturón de mi pantalón por cuenta propia para no entorpecer lo que de por si me había costado tanto obtener.
Mi corazón se agitó de la felicidad y sin que me viera, sonreí mirando el suelo, íbamos a follar, no había nada mejor, mis manos temblaron desesperadas por desabrochar el botón, ya no aguantaba más, quería correrme sintiendo a mi padre dentro de mí, que pensamiento más asqueroso, mi vientre cosquillo placenteramente, la imagen de ese hombre cometiendo tal barbaridad vino a mi mente y mordí mi labio para controlar lo hiperactivo de mi mente.
Jadeé con más fuerza cuando tocó mi trasero y más de los mismos calambres cosquillaron por mi cuerpo, estaba ardiendo y le estaba tomando mucho tiempo.
-¿Qué esperas?- Lo quería ya, llevaba esperando toda la vida para ello.
-Es un poco...-
-¿Te da miedo metérmela por el culo?, no me vas a embarazar ni nada de eso- Solté una risa nerviosa más que otra cosa, aun así lo noté nervioso -Te prometo que se va a sentir tan bien como una vagina- Ni la menor idea, sólo lo dije porque sí, no se me ocurrían mejores cosas, únicamente me ofrecía como la mercancía que quería que tomara.
-Deberías callarte- Se estaba enojado otra vez.
-¡Ah!, enojado me haces sentir como un niño que se portó mal- Por Dios, ¿mi voz se escuchó así?, soné como una autentica ramera lujuriosa, gimiendo de deseo en cada palabra, me avergoncé, así no era yo -Papá...- Mi gemido me interrumpió, era muy grande y caliente, era inimaginablemente doloroso, clavé con todas mis fuerzas las uñas en el suelo -¡Papá!- Si hubiera estado poniendo atención se hubiera dado cuenta que mis gritos no eran de placer, al demonio el sexo, quería que no siguiera, ardía como el infierno sintiéndolo entrar en mi interior, así como si nada -¡Papá!...- Me salieron lágrimas de los ojos, para que se dieran una idea de lo doloroso de era. Me mordí el labio e intenté relajarme, me tragué todo mi orgullo -¡Se siente tan bien!- Gemí, tenía que continuar, mínimo hasta que eyaculara adentro.
Se deslizó más hacia adentro y me hizo preguntarme cuánto le faltaba, cómo a una mujer podía caberle eso.
-Te quedaste sin palabras- Sostuvo mi cadera para empujar con todas sus fuerzas.
-¡Ah!- Estaba tan feliz, pero...
-Gime perra- Movió su cadera.
-¡Papá!- Iba a romperme los dedos, el inferior me dolía tanto como el recto -¡Dios!-
Pasaron unos minutos y la quemazos disminuyó, permitiéndome apreciar otras cosas que pasaba por alto, lo más evidente y de lo primero que me olvidé, lo que al recordar, me inundó de una satisfacción no sólo física, mi corazón se calentó al ver hecha mi fantasía realidad, aunque se alejara de un cuento de hadas perfecto, papá estaba teniendo sexo conmigo, con su hijo, con su sangre, con un mocoso impertinente como yo, tenía su polla llenándome, empujando contra mi interior, haciéndome sentir lo que era dolor y placer ante la idea.
-¡Hazlo más fuerte!- No me resistí, la forma como su cadera revotaba contra la mía, no había cosa más vulgar y más pecaminosa, escuchaba el sonido de la piel chocando y aunque no sintiera un placer directamente en mi trasero, me excité pensando en todo el conjunto de cosas, en los sonidos, las sensaciones, su significado, en todo, era suficiente para empezar a temblar y creer que poco me faltaba para manchar el suelo debajo de nosotros.
Escuchaba sus jadeos y los pequeños sonidos que apagaba dentro de su boca, como maldiciones y gemidos, era yo el que hacía más ruido y cuando alcancé un clímax, mi palabra favorita salió de mis labios como un grito, me estremecí sintiendo el éxtasis elevarme y luego bajar, recargando mi pecho contra el suelo y la cabeza, tenía pensado dejarlo terminar mientras seguía sintiendo un par de calambres, que penoso, yo era quien terminaba más pronto cuando había sido el último en comenzar a disfrutarlo.
-No me aprietes tanto- Se quejó moviéndose más lento que antes, gruñó y se aferró de mi cadera, un segundo orgasmo o lo que fuera, me sobrecogió cuando sentí un calor diferente siendo derramado dentro de mí, un éxtasis distinto tanto o más placentero que el verdadero clímax, así debió sentirse mamá muchas veces, ahora tomaba su lugar siendo llenado por el semen de mi progenitor, caliente y espeso en mi interior, toqué mi vientre, ¿qué tan profundo habría ido?
Salió de mí al terminar, me hizo sentir inesperadamente vacío y un poco frío.
-¡Maldición!- Debía seguir costándole la idea de que acaba a de sodomizar a su hijo, mientras yo todavía babeaba en mi éxtasis que quería repetir -¿Estás bien?- Rodé en el suelo para quedar boca arriba y verlo angustiado, me limité a asentir, mi cabeza daba vueltas, fue grandioso.
-Se sintió tan bien- Puse una sonrisa tonta y satisfecha, pero él se enojó y me obligó a que me pusiera de pie para ir a tomar una ducha -¿No quieres acompañarme?- Muy bien, mi error, mío, lo sabía, no tenía que deprimiere por la mirada disgustada que me lanzó antes de desaparecer.
A la mañana siguiente me levanté temprano para prepararle el desayuno, estaba tan feliz, pese al dolor de mi trasero, me sentía como nuevo y liberado, un inusual entusiasmo que me hacía tener ganas de correr y saltar, una emoción que no podía contener, la sonrisa de oreja a oreja ya me había entumecido el rostro, sólo faltaba algo, ¿dónde estaba papá?
-¡Papá!- Fui a buscarlo por la casa, no me tomó mucho tiempo, lo encontré en su propia habitación.
Un alivio me llenó por dentro, por absurdo que pareciera pensé un momento que había escapado o una tontería similar, que había huido de mí después de anoche.
Entré a su habitación empujado con cuidado la puerta y antes que nada abrí las ventanas para ventilar el lugar. Me puse de pie frente a su cama y no pensé con mucho detalle mis acciones, me subí al colchón recostándome a su lado en la cama matrimonial, al principio me parecía divertido, pero...
-Papá- Lo agité entre sus sueños para que despertara, insistiendo hasta que me respondió.
-Cinco minutos más- Ya estaba muy viejo para eso, me hizo reír.
-Ya está el desayuno- Me levanté de la cama para adelantarme e ir a la cocina, pero me detuve al verlo que volvía a dormirse -Papá- Tuve una idea.
Me arrodillé en el suelo para estar a su altura y girar un poco su rostro a mi conveniencia, lo besé sin restricciones que siguieran deteniéndome, sin la vergüenza y la cohibición de desear su tacto.
Exageré un poco, con el primer roce de sus labios, no me contuve en volverlo uno pasional y necesitado, el recuerdo del día anterior no superaba a la sensación de tenerlo al momento, me devolvió las intensas caricias con torpeza y cuando metí la lengua en su boca para acariciarla, ansioso por su sabor y la cálida sensación que me excitaba, las caricias se detuvieron y gimió en mi boca antes de alejarse.
-Buenos días- Me apresuré a decir -Debo suponer que estabas soñando despierto- Dije mis pensamientos en voz alta, no debía esperar tener tanta suerte, una esperanza efímera -Te esperó en la cocina- Me fui dejándolo solo con sus pensamientos y me senté en la mesa a comer, estaba nervioso, por supuesto, pero no había forma de retroceder.
Se tomó su tiempo y para cuando puso un pie en el lugar yo ya había terminado.
-Sobre lo de ayer...- Por qué tan directo, intervine deprisa.
-Si vas a disculparte no quiero tu lastima- Lo vi a los ojos con una mirada aguda y seria -Y si vas a pedirme que lo olvidemos, yo no lo voy a olvidar, ha sido lo mejor que me ha pasado en años- Me puse de pie para no tenerlo que mirar hacia arriba -Soy un asqueroso hijo que ve a su padre como todo en la vida, esa es la verdad papá, no sé si querías escucharla o no, pero ya lo sabes- Caminé hasta estar frente a él y picarlo en el pecho mientras mi voz aumentaba de intensidad -Te amo y eso no va a cambiar, no puedo cambiarlo y tú no puedes aceptarme, lo sé y no pienso en permitir que haya una excusa entre los, ya no voy a esconderme- No seguiría huyendo después de haber obtenido tanto -Aquí me tienes papá, este soy yo, este es tu hijo, desnudo, sin más mentiras frente a ti, ¿qué vas a hacer?- Se quedó muy serio y el silencio entre los dos era igualmente tenso, lo vi nervioso, casi asustado.
-No lo sé- Cerró los ojos.
-¿No lo sabes?- Bueno, era mejor que 'estás enfermo, voy a llevarte con un psicólogo o en qué rayos estás pensando, claro que no'
-No puedo saberlo tan rápido, no me presiones- Gruñó abriendo sus ojos y mirando al suelo enrojecido un poco -En verdad que soy un padre horrible- Lo abracé -Hey, ¿qué haces?-
-Anoche descubrí una cosa- Sonreí, estaba muy nervioso -Papá eres un sucio- Me reí cerca de su oído -Estuviste diciéndome muchas cosas que jamás te había escuchado decir- Giró la cabeza en otra dirección.
-Y no deberías- Frunció el entrecejo -Quítame las manos de encima, que no te haya criticado nada no significa que esté apoyando lo que haces-
-Entonces que significa, follaste con tu hijo sólo porque se te antojó- Abrió la boca seguramente para decirme algo y lo hice callar -Si no es eso, de todas formas haces que lo parezca- Yo también me podía molestar -Y no voy a soltarte, te lo dije, ya no voy a correr, tengo pensado presionarte y presionarte hasta que obtenga una respuesta- Por Dios estaba saliendo mejor de lo pudiera imaginar en mis sueños más exorbitantes.
-No veo como pretendes hacer eso- Era evidente como quería mantenerme alejado, arisco ante cada uno de mis contactos.
-Seduciéndote- Besé su mejilla y lo solté aprovechando que estaba un poco acalorado por mis encantos.
Podía estar sonriendo ladino, pero por dentro me estaba comiendo las uñas de las manos, no quería meter la pata y no veía forma de no hacerlo si no me arriesgaba, era un juego de apuestas riesgosas, pero poco a poco comenzaba a ver como mis probabilidades se inclinaban a mi favor.
-¿Y quieres desayudar o...?- Deslicé las puntas de mis dedos por su vientre hasta la altura del elástico de su ropa interior -Prefieres comerme a mí- Escurridizo me evitó moviéndose a un lado.
-No digas estupideces y ponte a desayunar-
-Ya desayuné- Tuve una idea -Aunque se me antoja algo más- Lamí una comisura de mis labios.
-Agg no, das asco- Me entendió desaprobándolo y me hubiera herido si no hubiera agregado la razón por la que no quería hablar de eso -Estoy a punto de comer, no digas esas cosas- Se sentó esperando comer en la mesa y me reí, papá no era alguien malo que fuera a despreciarme.
-Estoy feliz- Sonreí con más alegría incapaz de contenerme como lo había hecho hasta el momento -Por primera vez en años siento que estuviera en verdad junto a ti, todo el tiempo me sentí como un extraño- Y ahora que no fingía me sentía mucho mejor.
Dejó los cubiertos a un lado y me miró de frente para dedicarme toda su atención.
-¿Hablas en serio?-
-Am, sí, sabes que me aleje de ti para...-
-No, ¿eso no?- Me interrumpió -Habló de lo que sientes por mí-
-Hablo muy en serio- Asentí enérgico y suspiró relajando un poco sus hombros.
-Tenía un amigo que no estaba seguro de si le gustaba su madre o sólo la quería mucho, siempre le compraba muchos tacones y se los regalaba, pero demasiados, a la mujer debían gustarle mucho o él quería comprarle su afecto, como sea, su madre no era nada fea, incluso yo pensé en que era atractiva, pero estar enamorado de ella, nunca me gustó pensar en ello y tampoco podía imaginarme en sus zapatos, bueno, no hasta ahora- Me miró a mí cruzándose de brazos y soltó otro suspiro -Contigo...- Gruñó sin agresividad y en un volumen tan bajo que apenas escuché -Dejemos esta conversación para después, me duele lo cabeza-
-Puedo agregar algo en mi defensa- Me acerque a él y sospecho mis intenciones al inclinarme pues puso su mano sobre su boca. Plan B.
Me arrodillé en el suelo evitando la mesa, eso si no se esperaba, que tirara de su ropa y abriera la ropa interior para sacar eso con lo que estuve fantaseando anoche mientras tomaba una ducha, tener la mano sobre su boca le ayudó a contener sus maullidos, wow, sólo lo había tenido en mis manos y estaba tan duro que pude meterlo en mi boca con facilidad, no sin primero saborearlo como se merecía.
Levemente salado, no pasé por alto su sabor yo mismo me emocioné por lo que estaba haciendo, sintiendo como mi rostro comenzaba a calentarse y mi respiración se agitaba, lamerlo y chupar la punta, fueron insuficientes cuando noté como estaba haciendo un esfuerzo exagerado por mantenerse silencioso, ¿cuántos años tenía de experiencia?, ¿en verdad necesitaba cubrirse la boca?, a no ser...
-También te excita pensar que soy yo el que te está dando una felación- Sonreí -Mira papá- Lo hice abrir sus ojos -Tu hijo está a punto de tragarse tu polla- La recargué contra mi mejilla, para ver primero sus ojos mientras lamía la circunferencia de la base
¿Qué era eso?, ese sentimiento, ¡madre mía!, no había hecho casi nada y sentía mi cuerpo como después de haber practicado un ejercicio arduo, me fallaba la respiración y mi corazón latía como colibrí.
Apenas tocó mis labios y papá tuvo una eyaculación precoz, me quedé pensando unos segundos, antes de comprobar que había cubierto mi boca y mi mejilla de pegajoso blanco, muy poco había entrado en mi boca y en cuanto lo probé, el pecado se hizo tan real que el tridente del diablo atravesó mi vientre, ¿eyaculación precoz?
Limpié mi rostro con una mano, pero no supe que hacer con lo que la manchaba, papá me asustó al sujetar mi muñeca y no pude ver su expresión antes de que se pusiera de pie y me arrastrara a su alcoba.
De algo estaba seguro para esa tarde en que descansaba recostado abrazando de su cintura y dibujando mi amor sobre su pecho desnudo mientras dormía, no iba a dejar que otra mujer se le acercara, conmigo era más que suficiente, era mío y tenía las marcas de propiedad sobre él, yo no lo dejaría como lo hicieron mamá y su ex-mujer, yo estaba para quedarme a su lado.

𝙄𝙣𝙘𝙚𝙨𝙩𝙤 (𝙋𝙖𝙙𝙧𝙚 𝙚 𝙃𝙞𝙟𝙤) 𝑂𝑛𝑒 𝑆ℎ𝑜𝑡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora