III

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La mañana había sido tan productiva, comenzó levantándose temprano para entrenar solo, sus queridos estudiantes no estaban en la aldea, recientemente se les había encomendado una misión a las afueras del país del fuego, nada tan complicado como para que él tuviera que ir a supervisarlos.

Gai estaba orgulloso, el equipo Gai se estaba volviendo más fuerte cada día,  ya no eran los niños sin talento, egoístas o pesimistas que solían ser cuando los conoció.
Ahora Lee tenia un dominio de taijutsu impresionante, en poco tiempo con el adecuado entrenamiento y apoyo se iba a convertir en un maestro de taijutsu incluso mejor que Gai.

Neji dejó de ser tan reservado e indiferente hacia sus compañeros y maestro, si bien aún se irritaba por cosas que los demás miembros hacían, ya no se alejaba, incluso se divertia con ellos cuando iban a la casa de su sensei.

Dejó de ver a Lee como un perdedor y comenzó a verlo como su compañero, aceptó que el trabajo duro y la determinación pueden superar al talento natural.

Tenten también avanzaba, no únicamente en su habilidad con las armas ninja sino con su autoestima.
Al principio Gai vio a una niña frustrada y enojada por no ser lo suficientemente fuerte como sus compañeros. Ahora se estaba convirtiendo en una kunoichi formidable, no podía realizar ninjutsu médico como Tusnade-sama pero Gai estaba seguro de que llegaría a ser tan grande como la mujer a quien admiraba.

Recordar la determinación de sus alumnos le hacia recobrar su energía, la pasión con la que vivian sus vidas era digna de admirar, tanto que le daban ganas de entrenar más tiempo para no quedarse atrás,  tal vez si no tuviese tanta hambre lo haría, pero no, un cuerpo sano necesita de alimento y descanso para seguir funcionando, fue algo que Gai aprendió por la fuerza en su época como genin gracias a los consejos de Choza-sensei.

El hombre era amable en extremo, pero si alguien cuestionaba o ignoraba sus ordenes sobre la alimentación se podía enojar a tal grado que ni siquiera podías verlo a la cara. Por lo que en lugar de recordar la imagen furiosa de su antiguo maestro más tiempo, Gai decidió ir a la aldea por algunos alimentos para preparar una deliciosa comida.

Al salir del campo de entrenamiento que usualmente visitaba, caminó por un sendero que atraviesa la zona más tranquila del pueblo, un área donde los shinobis retirados decidían mudarse a tener una vida tranquila, Gai cree que si alguna vez se jubila le gustaría vivir en un lugar como éste.

Al llegar al mercado de Konoha decide pasar a la tienda donde compra su comida, dentro lo recibe una mujer mayor con una sonrisa amable, la mujer lo conoce desde que era pequeño y venía con su padre.

-Buenos días Michiko-sama, ¿cómo ha estado estos días?- dice haciendo una pequeña reverencia, no era necesario después de todo Michiko-sama le había dicho que lo veía como parte de la familia, aun así Gai no podía olvidar lo que su padre le había enseñado, mostrar respeto a las personas mayores, sin importar que tan familiarizado estuviera.

-Buenos días Gai, he estado bien, la cadera ya no me molesta tanto como antes, gracias a los consejos que me diste

-Eso es bueno, me alegra haber sido de ayuda - La última vez que vino vio a Michiko quejándose por el dolor mientras caminaba, Gai al ser un experto en dolores óseos y musculares debido a su profesión le dio algunos consejos.

- Y, ¿Qué planeas llevar hoy?-

-Estaba pensando en algo simple, un caldo dashi- dijo mientras tomaba un poco de alga kombu

-Umm, suena bien, toma mejor este acaba de llegar esta mañana- la mujer le extendió un paquete de algas frescas- también llegaron berenjenas tal vez puedas preparar una sopa de miso

Quinto Hokage: Uchiha Obito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora