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Obito estaba cansado, la reunión de esta tarde fue sumamente aburrida, se sentó durante horas escuchando a los representantes de los clanes de Konoha hablar sobre la distribución de las tierras que habían quedado libres después de la última guerra.

Era un conflicto que incluso su antecesor no pudo resolver. El clan Nara abogaba por que se les repartiera a las personas sin patrimonio, a las personas que habían sido de ayuda en la guerra y deseaban mudarse a Konoha, aquellos que vivian a las afueras de la aldea sin ser parte del todo de ella.

Mientras que los clanes Uchiha y Hyuga pedian (exigían) el permiso para poseer esas tierras, argumentando que le darian un mejor uso.

Cuando finalizó la reunión sin llegar a ningún acuerdo todos se retiraron molestos. Obito tenia más trabajo por hacer, no podía pasar todo el dia con ellos, así que acordaron otra reunión dentro de una semana.

Después regresó a su oficina a continuar con la pila enorme de documentos que debió haber terminado varios días atrás. Repasó algunos permisos de misiones, leyó las cartas del Daimyo, aprobó vacaciones, días libres, etc...

Eran más de las siete de la tarde, debía apurarse si quería llegar a tiempo a la cena en casa de Minato sensei, decidió dejar lo que estaba haciendo, el trabajo seguiría ahí mañana, aunque lo más probable es que él no si llegaba tarde.

Siempre fue el favorito de Kushina pero eso no lo iba a eximir de su ira.

Llamó a Itachi haciéndole saber que era todo por hoy, él también podía dejar sus deberes del día para ir a casa con su hermano. Itachi agradeció su generosidad y se retiró.

Mientras caminaba rumbo a su casa varias personas lo saludaron respetuosamente, civiles y shinobis, algunos niños lo miraban con asombro en sus pequeños rostros, uno de ellos incluso le obsequió una pequeña flor, Obito sonrió agradeciendo el regalo y continuó su camino.

Al llegar a su departamento fue recibido por la soledad del mismo, cuando entró no fue recibido con una sonrisa alegre, con un abrazo cálido o con un beso en la mejilla. Suspirando dió un paso hacia el genkan y encendió la luz mientras cerraba la puerta, dejó su sombrero sobre el gancho de la pared que usaba para sostenerlo y se quitó las botas junto con la bata.

Fue directamente al baño, no se detuvo a ver las imágenes de la sala de estar que aún no había tenido el valor para retirar, en ellas había un equipo genin liderado por un hombre de cabello amarillo sonriendo a la cámara, en ellas había una niña, una adolescente, una mujer con marcas moradas en las mejillas sonriendo, abrazando a un niño con lentes protectores, un adolescente lleno de vendas en el rostro, a un adulto vestido con su limpia e inmaculada bata de Hokage.

Se quitó la ropa faltante para meterse debajo de la regadera, el agua caliente relajó sus músculos tensos, tomó la barra de jabón sin aroma para lavar su cuerpo, mientras lo hacia pudo ver los moretones que comenzaban a formarse por su entrenamiento matutino con Kakashi, no eran muchos en comparación a los que tenia en la espalda por las manos y uñas de Gai.

Recordar a Gai le traía sentimientos extraños. Cuando se despertó solo en la habitación de hotel con un Anbu a lado llamándolo no sabia que hacia ahí, después de haber calmado el punzante dolor de su cabeza, se dió cuenta que había bebidio con Gai en el bar, lo arrastró hasta ese lugar y tuvo sexo con él.

No podia evitarlo, después de todo tenia que asignarle misiones, cuando tuvo que hacerlo afortunadamente estaban sus estudiantes con él. Los envió a una misión de cinco días, tiempo suficiente para aclarar su mente sobre lo ocurrido.

Se sentía culpable, eran superior y subordinado, además se conocían desde la academia.
Había un sentimiento de malestar y de confusión.

Se suponía que él amaba a Rin, era la única mujer con quien había estado, ella fue su primera vez en todo. Estaba seguro que no existia persona en la tierra que pudiera hacerle sentir atracción, ella fue la dueña de sus pensamientos desde la infancia.

Quinto Hokage: Uchiha Obito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora