Secretos confesables.

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Pues hoy hago un mes aquí y la verdad ya una se acostumbra. De vez en cuando hecho de menos mi Skydiving, es mi pueblo y pues siempre lo extrañaré.
Hoy toca clase de lengua y poco a poco mi vocabulario va haciéndose mayor. Teníamos que escribir un poema.
-Lucy, su turno-
Tomé aire y dije:

-Princesa. Eso es lo que no era. No le iban esos royos. No le gustaba. Una guerrera. Eso es lo que sí era, de las que corren el riesgo, las que se la juegan, las que viven al borde y si hace falta se tiran al fondo de cabeza. Las que ven cada muro que les pone la vida como un obstáculo que pueden saltar, un reto, una aventura, una diversión. ¿Llorar por un hombre? Era la última vez que lo hacía, ya quitó su armadura una vez para dejar a la vista su corazón, pero jugaron con él aún sabiendo lo frágil y delicado que era. ¿Preocuparse por el futuro? Lo que tuviera que venir que viniese. Que ella podría contra cualquier problema que se plantase en su camino. ¿Soñar? Todos los días. Pero con los pies en la tierra, bien amarrados al suelo con sus botas de buena tela.Nada de zapatos de cristal. Nada de coronas. Nada de vestidos. Nada de estupideces. Nada.-

Todos me miraron, desconcertados, extrañados. La verdad es que sus miradas me intimidaban.

La maestra habló y rompió el hielo:

-Muy bien Lucy. Austin su turno-

Austin me miró de una forma que era casi imposible de explicar. Sus ojos verdes se clavaron en mis pupilas.

Y Austin dijo:

-Me miras y el corazón se me pone a mil. Me sudan las manos, mi mente no puede pensar racionalmente, yo intento evitarlo pero no puedo. Nunca pensé volver a sentir todas esas sensaciones que ya daba como causas perdidas, nunca creí sentir de nuevo algo así por alguien. Quisiera poder odiarte por hacerme sentirme todo esto nuevamente.-

Fue decirlo y mirarme. No sé me daba la sensación de que era una indirecta.

-Wow, Austin y Lucy vuestros textos me han dejado sin palabras...- Dijo la profesora.

Como siempre mi hermano vino a recogerme pero esta vez llegó puntual:

-Llevo media hora esperándote enana.-

-No me digas enana, joo que no soy tan pequeña-

-Tú sabes que es de cariño ehh.-

-Sí, lo sé.-

En tan sólo un mes mi hermano y yo hicimos las paces y volvimos a ser los hermanos que éramos antes.

De repente, apareció Thomas:

-¡Hey!-

-Hola.- le respondí seca.

-Esto... bueno mejor me voy no quiero molestar.- dijo

-Sí, lárgate de una vez antes de que te parta la cara.- Dijo mi hermano, agresivo.

Volvimos a casa y mi hermano me dió una lista para ir a comprar, entonces cogí mi bicicleta como todos los días y me choqué con Austin.

Fue tan fuerte el choque que me caí y me hice daño en la nuca:

-¿Estás bien Lucy?-

-Sí, Austin. Gracias.-

-Oye, me gustaría saber más de tí.-

-Algunos secretos son inconfesables.-

-¿Secretos? ¿Quién eres?.-

-Algún día lo sabrás o... puede que nunca llegues a saberlo...-

Me fuí lo más rápido que pude de allí y por un descuido dejé mi bicicleta allí.

Luego me acordé de que dejé allí cosas que me delataban, como era mi escoba.

Os explico: Mi escoba puede cambiar de forma depende del sitio en donde esté y al estar en el cesto pues su tamaño disminuyó.

Austin ya lo debe saber...

Estuve sin ir al instituto una semana debido al tema. Me encontré a Austin por casualidad en la calle y me dijo:

-Intenté no enamorarme de tí pero tienes algo que no tienen las demás... Lucy, te quiero.-

Me quedé atónita. Esa respuesta no me la esperaba. No sé si creerle sabiendo como es...

-Cuando estoy contigo siento esa pequeña magia llamada amor.-

Seguí sin decir ni una palabra. Un minuto de silencio absoluto, nada más hablaban nuestras miradas; sólo ellas.

-Austin, yo...-

Se me acercó y me besó. No sabía que hacer y la verdad yo tabién sentí esa pequeña magia llamada amor.

Y no me quedó de otra que corresponderle pero mi acción fue otra. Le dí un guantazo y me fui.

Llegué a mi casa, sobresaltada y muy roja. Mi hermano me preguntó:

-Enana, ¿qué te pasa?-

-Esto... me besó... ¡NADA!.-

-¿A quién hay que pegar.?-

-A nadie de verda, yo fuí la que le dió el guantazo.-

-¿Pero, porqué?-Me miró de una forma tierna y me extrañé.

-Era...era Austin...-

Otro silencio, pero mucho más incómodo.

-Hermano, me voy a dormir.-

-Venga, descansa.-

-Adios.-

A la mañana siguiente fui al instituto y Tiffany se acercó y me preguntó:

-¿Sabes que le pasa a Austin?-

-Emm.. no.-

-Sí lo sabes, dímelo.-

-Que no lo sé.-

-¿Qué paso ayer.?-

-¿Eres una espía o qué?-

-Soy la hermana de Austin.-

-¿¡QUÉ!?-

-Eso, que es mi hermano.-

-Bueno, sí nos besamos.-

-¿Y por qué le pegaste?-

-Fue un acto reflejo.-

-Pues ese acto reflejo dejó casi sin mano a mi hermano.-

-¿Sin mano?-

-Sí, le dió un puñetazo a la ventana y pues ahora está en el hospital.-

Le dije sin pensar de ir a verle y fuimos.

Entré a la habitación y dejé mi bolso en la silla. Austin se giró y le dije:

-Perdón por el guantazo...-

-Un acto reflejo lo puede tener cualquiera.-

-Respecto a lo que pasó antes del guantazo, yo también.-

-Tú también ¿qué?.-

-Yo... también te quiero.-

The WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora