Un reino no puede funcionar con sus gobernantes ausentes y ese era el caso de Arendelle. A tan solo 4 meses de la coronación de Elsa, el pueblo estaba estático. No había trabajado para las personas en el puerto. Las importaciones y exportaciones se habían paralizado porque no había acuerdos con comerciantes de países vecinos, ni siquiera con las Islas del Sur.
La gente exigía que su reina actúe, que no deje que ese reino caiga. Pero ella no tenía ánimo de gobernar, nunca fue su deseo. Fue el deseo de su padre.
Anna por otra parte, quería ser reina pero no tenía la mayoría de edad para alcanzar el trono.
Elsa solo se encerraba en su escritorio a pensar en su amado pelirrojo. Su ayudante, su mayordomo, que trataba de guiarla en lo que más podía, comentó:
- Su Majestad, ¿usted no piensa hacer nada por Arrendelle? - se acercó a ella. - El pueblo la necesita.
- Yo no quería esto.
- Mi reina, ¿Qué es lo que realmente quiere? - le pregunto acariciando su cabello.
- Quiero que traigas al príncipe Hans aquí. - dijo sin mirarlo.
- ¿Al príncipe Hans? ¿En qué puede ayudarle él? - confundido.
- Necesito hablar con él, solo eso.
En ese momento, la albina se levantó de su asiento y salió de la habitación. Camino por los pasillos del enorme castillo, estaba pensando.
Ojalá pudiéramos darnos más instantes y demostrarte lo importante que te volviste en mi vida, ahora cada mañana abro los ojos y sé que ya no estás más, nunca estuviste en mi cama pero siento tu ausencia, siento tu lugar vacío.
El verano casi llega a su fin y con el sol que iluminaba mi corazón, sentía florecer girasoles en mi alma por ti, los días tenían más color, las noches eran nuestras todos los días.
Vivo cada instante los recuerdos, tu voz retumba en mi mente, mis sueños te reclaman, mi corazón te está gritando que me mires unos segundos, que los días han pasado y el amor, tu amor, mi amor... ¡nuestro amor! ¿Ya murió?
El aún más confundido mayordomo se sentó en el escritorio a redactar una carta al codiciado príncipe sureño. La reina lo solicitaba de inmediato y él no tenía idea porqué.
Entonces se me vino un recuerdo vago a la mente... el día de la coronación. Elsa lo eligió a él para bailar sin chistar, hubo magia esa noche, porque en un momento los perdió de vista a ambos.
Escribió rápido la carta y salió corriendo al puerto para enviarla directamente a las Islas del Sur.
- Mi señor, ojalá llegue pronto. - dijo al viento, con esperanza de que él quizás podía arreglar todo.
Pasaron 2 meses hasta que el príncipe se hizo presente en el reino de Arrendelle, la carta había llamado poderosamente su atención y le sorprendió que la reina lo solicitara puesto que él no tenía idea de cómo gobernar ni hacer papeleo ni nada.
Es que la verdad, se sentía a gusto con su título de príncipe. Lo único que anhelaba era una vida feliz y pacífica.
Al pisar tierra firme el mayordomo y un séquito de sirvientes lo estaban esperando, estaban ansiosos por verlo.
- Señor, ¡finalmente llegó! - celebro una mujer ajena a la servidumbre.
- Príncipe Hans, Arrendelle lo necesita. - dijo el mayordomo escoltándolo al palacio. - La reina lo quiso solo a usted.
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"Cartas de amor para mi Asesino" Parte 2 - Helsa
RomanceVamos a reiniciar el universo. Estoy asumiendo mis derechos en el destino, voy a jugar mi parte Viviendo recuerdos dolorosos, amando con todo mi corazón Hecho en el cielo, hecho en el cielo, eso fue todo lo que significó Hecho en el cielo, hecho en...