Capítulo 002| Castigo.

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-ADVERTENCIA: Capítulo con contenido de automutilación, cabe resaltar que no es una práctica que yo apoye, sin embargo no juzgo a quienes sí, así que pido discreción, y la suficiente madurez para leer.

Estaba asustada, su corazón latía más rápido de lo normal, y las palmas de sus manos sudaban, causándole más incomodidad, si es que era posible. No quería entrar a clases por miedo al "qué dirán". Volvió a bufar, apartó la vista del cielo y la posó en sus manos, dónde las heridas recién comenzaban a cerrar; merecía aquel dolor, le servía como recordatorio para no volver a hacer la misma estupidez, era su castigo, su sello.

Apretó los dientes con fuerza y atravesó la afilada navaja, creando un corte profundo, de él cual apenas salía sangre, mezclado con un espeso líquido negro, recordándole lo que era, un puto demonio.

—Doy tanto jodido asco...—espetó entre dientes, creó una nueva herida, cerró los ojos y respiró hondo, sentir el ardor de la herida le causaba alivio, pero no lo suficiente.

Siguió cortando, atravesando su blanca piel, creando cortes en vertical y horizontal, entremezclando algunos, haciendo un grotesco deleite de alivio, de alguna forma la ayudaba, a olvidarse, a recordarse qué no debía hacer.

Finalmente cuando el sol comenzó a asomarse se colocó las vendas, ocultando las heridas. Aquello ya era algo periódico, cuando dejaba escapar un mínimo más de su poder se castigaba, no podía permitirse aquella libertad, y no solo por la reacción de los demás, conocía de primera mano todo el daño que su Quirk podía hacer, no quería volver a herir a nadie cercano. Limpió sus ojos con cuidado, cuidando no arruinar su delineado perfecto, y sin más saltó del alto edificio, aunque nunca llegó a caer, pues abrió sus alas para bajar con total seguridad, ganando las miradas sorprendidas de los alumnos más jóvenes.

Quiso asomar una sonrisa, pero ni una miserable mueca alcanzó su rostro, molesta consigo misma lanzó un suspiro, revolvió su cabello y apuró el paso, no soportaba un segundo más las miradas, pues su mente se empeñaba en hacerle creer que todos hablaban de ella.

«Si mi orgullo no hubiera podido más que yo, tal vez no habría pasado esto.», pensó con recelo, culpándose, como en todo, inconscientemente apretó las manos, haciendo arder sus recientes heridas, calmandola al instante.

—¡Koi!—la llamaron a sus espaldas, la albina se detuvo con brevedad y miró sobre su hombro, encontrando a Jiro corriendo hacía ella.—Hey, ¿Qué tal?—indagó al llegar a su lado, pese a sonreír, la de orbes oxidiana podía notar la preocupación en ella.

Le dedicó una sonrisa y comenzaron a andar de nueva cuenta.—Todo bien.—afirmó sin más, encogiéndose de hombros.

—Oh, ya veo.—murmuró confundida, pero sin perder su sonrisa.—¿Te sientes bien? Ayer te salió mucha sangre después de lo de los c-cuernos.

—¿Podemos solo no hablar de eso?—preguntó echando la cabeza hacia atrás, mirando el techo.

La de hebras púrpura asintió apenada, apartó la vista y tan solo murmuró un pequeño:—Bien, lo siento.

Finalmente llegaron al salón, Koi se detuvo antes de entrar y la encaró.—Escucha, perdón si te hice sentir mal, no es personal.—le aseguró, revolvió su cabello y sonrió.—Solo, me incómoda el tema, ¿Okey?

Jiro sonrió de igual manera y asintió.—Entiendo, no le echaré alcohol a la herida.

Sin más entraron, separándose, cada una yendo hasta sus respectivos pupitres. Los ojos negros y afilados de Koi viajaron hasta los púrpura de Shinso, quien la miraba apenado, el mayor apartó la vista apenas hicieron contacto visual, incapaz de mirarla. Ella maldijo en su interior, pues sabía lo que se aproximaba.

I am NOT an Angel [SHOTA AIZAWA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora