Intro: Él Toca Nuestra Puerta

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"Después de tanto tiempo no dejo de tener ese sueño; Vuelvo a Casa. Buscando respuestas, pero ya todo es diferente. Me siento vacío, me siento solo. Las personas que amé y que me amaron ya no están. Y no logro entender aún esa voz que levemente me dice: 𝗔𝗯𝗿𝗲𝗺𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝘂𝗲𝗿𝘁𝗮."

—Ábreme la Puerta; Onell Díaz

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He pasado largos períodos alejada de Él, sumida en distracciones que, poco a poco, me seducían hacia el olvido de su perfecto amor.

Reflexiono sobre las palabras de 1 Juan 4:18: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor." Estas palabras resuenan con fuerza en mi corazón, especialmente ahora que reconozco cómo mi relación con Él se enfrió, no solo estancándose, sino retrocediendo de manera alarmante y abrupta. Esta desconexión me deformó volviéndome en alguien dominada por el temor, alguien que aún no había sido perfeccionada por su amor.

Mi vida se convirtió en una montaña rusa emocional, donde la desesperación a menudo me hacía sentir que estaba al borde del colapso. No solo me alejaba de Él por elección; las turbulencias de la vida me empujaban aún más lejos, sumiéndome en un desorden emocional y espiritual que terminaba afectando incluso mi salud física.

Sin embargo, en esos momentos oscuros, Él nunca me abandonó. Siguió esperando pacientemente en el mismo lugar donde lo había dejado, justo fuera de mi casa, llamando suavemente a la puerta.

Me maravilla cómo Él, en su infinita paciencia, persiste y espera por mí, deseoso de compartir un momento de intimidad.

En este tiempo de reflexión, he comenzado a entender que Jesús siempre quiso establecer su morada en mí y convertirse en mi confidente más cercano. Él llama a la puerta no solo para estar con nosotros, sino para que nosotros también estemos con Él en una relación profunda y personal.

A lo largo de los años, mi vida se complicó con una lista interminable de preocupaciones—distracciones, traumas, desafíos familiares, y luchas con la autoestima—llenando mi existencia de amargura y dolor. Sin Él, todo parecía desmoronarse, sumiéndome en un caos existencial del que parecía imposible escapar.

Hoy, en septiembre del 2024, mientras edito este libro, me siento como la protagonista de esta historia. Mi vida está desordenada, encerrada en mis miedos, tristeza, ansiedades y soledad.

Sí, tal como leen, yo, una persona que se dedica a escribir historias que buscan llevar esperanza y acercar a Cristo, quien se ha parado en un altar para adorar y ha guiado a un pueblo en alabanzas a nuestro Señor y Salvador, me encuentro en un momento de gran vulnerabilidad. Estoy atravesando por una intensa tristeza que me hace clamar noche y día al Señor por la restauración del gozo de la salvación, pues me siento abrumada. Los golpes de la vida, los rechazos, las pérdidas y otros traumas me han llevado a un punto de extenuación, pero mantengo mi fe y mi esperanza en Jesucristo, a quien amo con devoción. Creo firmemente que Él traerá sanación y orden a mi vida y con todo el corazón, aún roto, espero que Él pueda hacer lo mismo por ti.

Este libro es muy personal y especial para mí, y espero que aquellos que hayan sentido algo similar puedan encontrar consuelo en sus páginas. Deseo que nunca pierdan la esperanza y que se mantengan cerca de Jesucristo.

Dios es infinitamente bueno, y juntos saldremos adelante. Esta es mi esperanza.

"Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos." (2 Corintios 4:13)

Su amor persistente sigue llamando a la puerta, anhelando entrar para traer sanación y orden a nuestras vidas. La decisión de abrir, sin embargo, yace en nuestras manos.

Cuando oigo su dulce llamado a través de la puerta, su voz serena diciéndome "quiero entrar", el miedo y la duda me paralizan, pero hay una promesa en su tono que me reconforta y sigue dándome seguridad. Me asegura que su visita no es para condenar, sino para saciar la sed profunda de mi alma.

"Porque te amo, llamaré siempre a tu puerta y escucharás siempre mi voz, tierna y amorosa. Si tú me abres, pues, yo entraré para saciarte. La sed de tu alma; solo mi amor puede saciarte. Porque te amo como nunca nadie te amarará jamás." (Doris Machin; "Porque Te Amo")

Por ese amor desvanece todas mis dudas y me impulsa a abrirle. Su voz, resonante como muchas aguas, me llama, proclamando su amor eterno, asegurándome que "ni lo alto, ni lo profundo, ni lo ancho, ni nada de lo creado en este mundo o en los cielos, podrá separarme de su amor por mí."

La decisión estaba en mis manos; era hora de abrir.

Ahora, la pregunta es para ti:

¿Abrirás tú la puerta a quien pacientemente espera detrás?

Te invito a explorar esta historia corta, donde su protagonista enfrenta una decisión similar a la que enfrenté yo. ¿Te atreverás a descubrir qué decisión eligió?

MENSAJE ESCRITO POR AUTORA

Génesis García

Aquel que Toca mi Puerta | Cuento Cristiano | ACTUALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora