Capítulo 1

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" - Te encontré"

- ¡No!

Mi propio grito me despierta. Abro los ojos lentamente y observo el techo de mi habitación.

"Es solo una pesadilla, una pesadilla. "

Intento calmarme. Mis manos se posan en mi rostro lleno de lágrimas y seguido palpan mi mesilla en la oscuridad. Encuentro un pañuelo y me seco con él las lágrimas que cubren mi rostro. Respiro profundamente varias veces para intentar relajarme.

En ese momento recuerdo que no estoy sola en la habitación. Mi compañera de habitación, Abby, sigue totalmente dormida. Lo sé porque se escuchan unos suaves ronquidos. Suspiro tranquila. De haberla despertado no sabría decir que habría sido peor, la pesadilla o Abby enfadada.

Después de un rato en silencio consigo conciliar el sueño.

Esta vez es el ruido de mi despertador el que me saca de mis sueños. Sin abrir los ojos me destapo y siento como una corriente de aire frío invade mi cuerpo. Por muy desagradable que sea es la única forma de levantarme. La alarma vuelve a sonar y no tengo más remedio que levantarme. A tientas busco la bolsa de baño. Después de tropezar con varias cosas la encuentro encima de una silla. Me pongo unas chancletas y salgo de la habitación. Los pasillos de la resistencia están totalmente vacíos. Todavía no es la hora de levantarse, pero el problema es que dentro de media hora las duchas estarán totalmente llenas, por lo que ducharse sería más bien "misión imposible". Deambulo como una sonámbula por los pasillos hasta los aseos. De hecho, parezco sacada de una película de terror; las luces parpadeantes de los pasillos y la oscuridad fuera del edificio que se filtra por los cristales de las ventanas, y en medio de esa escena de terror, alguien en pijama que va arrastrando los pies a lo largo del pasillo. Pero tengo demasiado sueño como para emparanoiarme con que puede que haya un asesino a la vuelta de la esquina. Llego a los aseos, y antes de entrar me froto los ojos en un intento de despejarme. Nada más entrar las luces automáticas se encienden. Me abro paso hasta las taquillas y meto mis cosas, sacando justo lo necesario. La ducha me sienta tan bien como lo recordaba. Me quedo inmóvil bajo el chorro de agua caliente durante varios minutos. Y no es hasta que oigo un ruido cuando apago la ducha. Apoyo mi cabeza en los fríos azulejos y agradezco el contraste. Cuando oigo las voces lo suficientemente lejos, me envuelvo en mi toalla y hago lo mismo con mi pelo. Regreso de nuevo a la taquilla y después de recoger mis cosas salgo de los baños.

El aire frío del pasillo me golpea y mi cuerpo entero empieza a temblar. Camino a paso ligero por los pasillo ignorando a los estudiantes que se cruzan a mi paso. Al llegar a mi habitación me encuentro a Abby totalmente vestida. No se da cuenta de mi presencia hasta que cierro la puerta. Se gira y me dedica una sonrisa y me dice adiós mientras se cuelga la mochila al hombro y sale por la puerta.
Dejo caer las cosas sobre la cama y empiezo a vestirme. Al terminar me dejo caer en la silla y me seco el pelo. Rápidamente me lo peino y me hago una trenza. Recogo las cosas y hago la cama. El reloj indica que queda media hora para que empiecen las clases. Resoplo y me siento en la cama a meter las cosas en la mochila. Abro el armario y saco una manzana y una barrita de cereales. Me cargo la mochila al hombro y salgo de la habitación, cerrando al salir. Los pasillos ya están llenos, personas de aquí para allí, en pijama y con toallas alrededor del cuerpo.
Cuando salgo al exterior no puedo evitar soltar un suspiro. El sol ya yace en el cielo y los primeros rayos de octubre me acarician la cara. Camino dirección a la clase de historia mientras me como la manzana.

La mañana pasa más rápida de lo que me esperaba. Cuando me doy cuenta ya es hora de comer. Me dirigo a mi habítación y me cambio de ropa. Me pongo la camiseta del trabajo y unos vaqueros. Meto una rebeca negra en el bolso y me lo cargo en el hombro. Salgo de la habitación y con las llaves en la mano intento encajarla en la cerradura, pero fallo. Un temblor azota mis manos y las llaves caen al suelo. Me quedo quieta observando como tiemblan las manos. En lo que lleva de día solo me he fumado dos cigarrillos, y parece que no me sienta bien. Trago saliva y me agacho para recoger las llaves del suelo. Mientras me levanto oigo unas voces. Decido pasarlas por alto y me concentro en la llave y en la cerradura. Una vez cerrada la puerta me dirijo a la entrada. Doy la vuelta a una esquina y entro en el penúltimo pasillo. Las voces a las que había decidido ignorar vuelven a sonar, pero esta vez delante de mí. A mi sorpresa solo hay una persona en el pasillo. Me la quedo mirando sorprendida. Un hombre alto y musculoso se encuentra de espaldas a mí. Lleva unos vaqueros y una camisa negra que deja a la vista unos tatuajes a lo largo de sus brazos. Su pelo es negro y corto. A juzgar por su aspecto diriía que tiene unos veintidos años. Nunca lo he visto por el campus. En ese momento se da la vuelta mirando hacia una puerta y la da un puñetazo que hace temblar toda la madera. Me estraña que no se haya partido en dos. Se le empiezan a caer lágrimas por las mejillas y vuelve a aporrear la puerta una y otra vez.

- ¡Abre la puta puerta Ash! ¡He dicho que la abras! ¡Joder! - Da otro puñetazo a la puerta. - ¡Caguen Dios! ¡Cómo no la abras la voy a tirar! ¿Me has oido? - Vueve a lanzar el puño contra la puerta. - ¡No te hagas la sorda! - Da una patada. - Ash, este es mi último aviso, como no...

La puerta se abre y una rubia que podría ser perfectamente una modelo de Victoria's Secret sale al pasillo.

- ¿Qué quieres Mike? ¿No te quedó bastante claro ayer que lo nuestro se había acabado cuando te estabas enrrollando con esa puta?, bueno, por si no te ha quedado bastante claro; Lo nuestro ha terminado. - Dicho esto se mete dentro y le cierra la puerta en las narices.

Mike se ha quedado en medio del pasillo sin pestañear. Las piernas le empiezan a flaquear y se sienta en el suelo. Apoya la espalda en la pared y se agarra las rodillas con las manos. Las lágrimas se le desbordan y introduce la cabeza entre sus dos piernas. No me doy cuenta de que me he movido hasta que estoy al lado suyo. Observo como la sangre gotea de sus nudillos. Rebusco en el bolso y saco un paquete de pañuelos y una botella de agua. Le agarro suavemente el brazo y se lo aparto del cuerpo. En un primer momento pensé que no se iba a dejar ayudar por mí, pero por la visto me equivocaba. Me siento al lado suyo y le poso su mano en mi rodilla. Mojo un pañuelo con agua y le limpio la sangre que le brota de los nudillos. Después de acabar, saco un pequeño bote de agua oxigenada y empapo un pañuelo con él. Paso el pañuelo por las heridas y noto como un escalofrío le recorre el cuerpo. Le dejo la mano apoyada en la rodilla y me dispongo a cogerle la otra mano cuando él levanta la cabeza de las rodillas y aparta la mano. Su pelo negro le cae por la sudorosa frente. Sus ojos rojos dejan constancia de las lágrimas que ha derramadas. Sus labios estan hinchados y sus mejillas aún están húmedas. Sus ojos son de un gris oscuro.

- Vete. - Me mira fijamente y al ver que no reacciono me lo vuelve a repetir. - Vete.

All is lostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora