1. Desconocido

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Lucy

Siento un escalofrío recorrerme la espalda; es de nuevo esa sensación, esa sensación de incomodidad, de no estar segura, de que alguien me observa.

Desde hace unos días ese mal presentimiento se hace cada vez más constante, más intenso. Todo comenzó esa noche en la que fuimos a Sabertooth; luego de que Juvia se esfumara y el tipo que conocí demostró ser un idiota que no quería más que "divertirse" por una noche, decidí que lo mejor sería abandonar el lugar. De cualquier forma, Cana ya estaba casi inconsciente, mientras que Gajeel y Levi estaban tan afectuosos que el lugar podría estar en llamas y no se darían por enterados.

Aprovechando una de las infinitas llamadas de Virgo, le pedí que me recogiera al notar que nuestro conductor elegido iba en la fase de "los amo a todos" de la ebriedad.

El problema, el primer momento en el que me sentí observada fue cuando puse un pie fuera del establecimiento. De inmediato pensé que se trataba de algún indigente, así que solo apuré el paso para entrar al auto; sin embargo, esa sensación no se fue hasta que el sueño me obligó a dormir.

Esa horrible paranoia no ha hecho más que incrementar y hacerse más frecuente, más prolongada, sin importar la hora o lugar.

—¿Todo está en orden, princesa? —la voz de Virgo me trae de regreso a la realidad.

—No es nada, en serio —niego de inmediato con una sonrisa nerviosa—. Y ya hemos hablado de esto, no me llames así en público... es vergonzoso.

—Me disculpo, malinterpreté la situación. ¿Merezco un castigo? —pregunta como si fuera lo más normal del mundo. En serio no entiendo lo que pasa en la cabeza de esta chica.

—¡Por supuesto que no! —niego de inmediato, no quiero ni imaginar lo que pensaría alguien si escucha esta conversación ahora.

Estoy por añadir algo más, pero soy incapaz de conectar las palabras. Un vistazo al chico del otro lado de la calle me deja petrificada; lo que más salta a la vista después de su cabello rosa alborotado es la extravagante ropa que trae puesta, pero lo que me impide pensar con claridad son un par de ojos verdes que no dejan de observarme fijamente.

Siento que mi pulso se acelera y un extraño bochorno comienza a apoderarse de mí. Nunca lo había visto, pero su sola presencia causa que un miedo intenso e irracional me invada por completo. Solo tengo una cosa clara: este sujeto es peligroso.

—Señorita Lucy —la chica que me acompaña me llama con preocupación, por lo que volteo a verla.

—¿Podemos apurarnos? —pregunto en voz baja—. No me gusta nada el tipo de la otra acera.

—Sabe que estoy entrenada para protegerla de cualquier peligro, pero lamento decir que no consigo ver a nadie en esa dirección.

—¿Cómo es que no lo ves? —le replico, angustiada—. Está justo... —me quedo con la frase sin terminar porque ya no encuentro a ese sujeto por ninguna parte. Mis ojos recorren un par de veces todo el panorama, pero es como si se hubiera desvanecido en el aire—. Yo... solo vámonos —indico, continuando el recorrido que tomamos a diario. En lo que resta del camino, Virgo me pregunta un par de veces si todo está en orden, a lo que prefiero contestar que sí para que no piense que estoy paranoica o que he perdido la cabeza.

Una vez que nos separamos, no tardo mucho en llegar al salón de clases, donde solo me queda esperar a que el aula se llene lo suficiente para que el profesor comience a explicar.

Todo va en orden, incluso me está interesando el tema del día, sin embargo, esa burbuja de tranquilidad se desvanece cuando me distraigo por un momento con la ventana y ahí está él de nuevo, es inconfundible. Intento no perderlo de vista, pero un parpadeo es suficiente para que desaparezca una vez más. Comienza a preocuparme la opción de que en verdad esto sea producto de mi imaginación.

Alma perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora