A través de los años, incluso Lance había olvidado cómo eran las flores de montaña, así que incluso si lo deseaba, su llanto no podía detenerse.
Era como si llorara todo lo que no pudo sacar en todo ese tiempo; como si encontrara consuelo en esos rosados pétalos de las flores debajo de él.
Por una fracción de tic, incluso él había olvidado la situación en la que estaba, incluso pensó que era un sueño dulce, uno en el cual podía escapar de su cruel realidad. Para ese momento, era difícil diferenciar si su llanto era de dolor o de alegría.
Por una fracción de tic, pudo saborear la libertad que tanto anhelaba...
Detrás de él podía verse a Allura, quien en silencio se puso de pie, contemplando también aquél lugar, mirando al cielo ponerse de un cálido color naranja, en busca de aquello que le daría pistas sobre dónde estaban.
—Lance...—. Musitó tratando de no perturbar el pequeño momento de paz del príncipe, acercándose despacito para abrazarlo, aunque fuera un poco. —Esto no es Altea...—. Soltó con un profundo dolor en su corazón, escuchando como el llanto de su príncipe de pronto se detuvo.
—Lo sé...—. Lance no era nada tonto, lo sabía desde el momento en que vio el cielo; incluso si era cálido, el sol no estaba ahí y, de hecho, no había sombra alguna que le dijera la hora del día.
Pero incluso él sabía lo difícil que pudo haber sido construir una celda a esa escala, y ni hablar el trabajo que pudo haber sido conseguir una flor de un planeta que llevaba más de 10,000 años destruido, y cultivarla, hasta lograr crear un paisaje en tonos verdes, celestes y rosas.
Un tirano, tomándose la molestia de preparar todo eso para él.
Por un momento, Lance se sintió especial.
Sin embargo, muy dentro de su corazón sabía que para Lotor, él no era más que un objeto; la herramienta definitiva que lo llevaría al trono Galra sin oposición alguna.
Era usado, no diferente a ser un bonito centro de mesa.
Mientras más exploraban juntos esa hermosa prisión, más cosas descubrían en ella, desde aquél precioso lago de aguas tan cristalinas, hasta incluso un pequeño sauna, por no mencionar los árboles de frutas que conocían, y otras, que no habían visto jamás.
Las horas transcurrían, y terminaron por ceder a las comodidades que nunca tendría una celda en cualquier crucero Galra; ropa limpia, un baño caliente y comida decente.
Incluso, aquella cúpula de cristal con la casi mágica cama que resguardaba era suficiente para que bajaran la guardia y pudieran descansar un poco, lo más cerca que pudieron uno del otro.
Descansando, sin saber que eran vigilados por unosojos tan negros como la noche misma.
Keith estaba casi tan cansado como un soldado de las filas más inferiores, y no era por nada; Lotor lo hacía trabajar casi tanto como si tuviera 8 brazos y pudiera hacer todo a la vez, mientras a Shiro lo tenía únicamente como guardia personal y para asuntos más especiales, nada de pepeleo para él. Se atrevía a decir incluso, que lo trataba de esa manera por ser un mestizo, aunque por lo menos agradecía por no decírselo a nadie más.
El monitor frente a él lo arrullaba por lo aburrido que era vigilar a un par de prisioneros que dormían plácidamente por horas, haciendo que no tuviera mejor opción que ponerse a revisar todos los demás pendientes que, por supuesto, en su mayoría era aburrido papeleo, órdenes que dar y cosas por ese estilo.
Y justo en el momento en que se atrevía a cerrar los ojos, una alarma lo despertó; Lance se había levantado de la cama, y comenzaba a aproximarse a la única salida que había en el lugar.
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Flores De Montaña.
RomanceLance, Príncipe de Altea y uno de los últimos Alteanos del universo, tendrá que hacer lo posible por restaurar la paz del universo y liberar a todos los habitantes de él. Un futuro emperador, Lotor, con sentimientos encontrados sobre él, que hará lo...