Pasado pisado

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Como siempre Gabi haciendo esperar, tardó en aparecer unos diez minutos más de lo previsto y tuve que acaramelarme al taxista cincuentón con cara de pocos amigos.

- ¿Y esa cara de póker? 

- Gabi cariño, un poco más y llega nochevieja, y eso que estamos a principios de junio...

- Era llegar un poco tarde y guapa o pronto y  hecha un adefesio y ya sabes que soy la soltera de oro número uno del grupo.

- La soltera de oro que ataca cada dos por tres a una nueva presa, doy fe.

- A mí la monogamia ya sabes que no, sexo y diversión es mi religión. Deberías aprender de mí, que después tengo que hacer de paquete de kleenex porque os fijáis en cada mastodonte...

Gabi es de esas personas que no puedes enfadarte con ella por mucho que quieras, abre la boca y a mitad de frase ya te estás destornillando de la risa. A veces pienso que si solo fuera la mitad de lanzada que ella para todo en general, sería mucho más fácil.

Llegamos al Lolo's bar después de quince intensos minutos con mala suerte incluida ya que el taxista en lugar de tomar el camino más corto pensó que era buena idea el más extenso para asegurarse un par de euros más a su bolsillo. Pero se perdió entre calles llena de gente un tanto extraña. Yonkis hablando en claro. Tuvimos que usar nuestro propio Google Maps del móvil. Fuck. Chao datos.

Menos mal que fue llegar y ver que habían conseguido la única mesa disponible en la terraza, porque con el buen tiempo apetecía cero quedarse dentro del local. Primera norma del grupo: no sentarse a no ser que no haya otra opción dentro de los locales, no queremos parecer antisociales. Suena un poco a que nos importa lo que piensen los demás pero no, simplemente si quieres conocer un ganado nuevo, no puedes sentar tu culo en un espacio cerrado juntándote con el mercado viejo. Y esto es así. Pero bueno vamos al asunto, ahí estaban mis chicas: Emma colocándose sus nuevas amigas, sus lolas como ella las llama. Se puede decir que Emm es la más explosiva de todas nadie lo dudaría, pero al menos goza de sentido común y no se le fue la cabeza poniéndose dos cocos enormes, sino algo más sutil como le aconsejamos. A lo lejos aparece Natalia, casi entre empujones y dedicando sus gestos de mala leche (y con razón). Con su pelazo rubio interminablemente largo, y con dos martinis, intuía que uno era para mí. Me conocía bien. Nat era la que siempre me acompañaba siempre hasta la hora del cierre y cuando éramos más jóvenes era todo aún más intenso. Tanto que una de las veces nos echaron con la copa en la mano a las seis de la mañana porque el pub cerraba y seguíamos en medio de la pista dándolo todo. Mi cuerpo dejó de aguantar ese ritmo, como es lógico. Y el suyo sin embargo, seguía el mismo ritmo sin problema.

- Ya era hora, creía que me ibas a dejar bebiendo sola, y eso sería delito. - dice Emma mientras da un sorbo que podrían ser perfectamente cuatro al mismo tiempo que se acomoda en la silla.

- No pienses que voy a pillarme un ciego del quince, dos o tres como mucho que mañana es viernes pero quiero ir sin resaca a trabajar, la última vez abusé del ibuprofeno y de no salir del despacho..

- Venga Noor, que además te los has ganado. Por aguantar tantas semanas como alma en pena y sin decirnos nada. Aunque intuíamos que algo te pasaba guapa. - dice Gabi

Decido no responder por dos motivos: hacia tiempo que no nos juntábamos las cinco para tomar algo y segundo, hablar de ello me hacía mal. Algunas personas necesitan hablar largo y tendido cuando algo les pesa en el alma explicando con pelos y señales y abriéndose en canal... pero yo no funcionaba así. Prefería dejarlo pasar y desconectar.

Esto no es el principio de otra estúpida película de NetflixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora