Capítulo 2

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La oficina, ya de por sí sofocante, parecía haberse convertido en una prisión para YoonGi. Las luces fluorescentes parpadeaban de vez en cuando, como si también quisieran renunciar a la vida en aquel lugar. El aire acondicionado, traidor y siempre inservible, dejaba que el calor se acumulase hasta convertir cada rincón en un pequeño horno. Sobre los escritorios, montañas de papeles amarillentos por el tiempo y vasos desechables de café contaban historias de jornadas interminables.

YoonGi, con la camisa arremangada y el cabello pegado a la frente, se hundía en su silla. A su alrededor, el silencio de la oficina vacía era roto ocasionalmente por el tic-tac de un reloj de pared que parecía burlarse de él, recordándole lo lenta que avanzaba la noche. Sus dedos tamborileaban sobre el escritorio, incapaces de encontrar algo más productivo que hacer después del desastre del ventilador.

A su lado, JiMin estaba inquieto. Se removía en su silla, cambiando de posición cada pocos minutos como si su cuerpo estuviera en guerra con él mismo. YoonGi lo observaba de reojo. No era alguien que se interesara particularmente en los problemas de los demás, pero incluso para él, el comportamiento de JiMin empezaba a ser extraño.

—Voy a buscar agua —dijo JiMin, rompiendo el silencio. Su voz sonó insegura, casi temblorosa, como si el simple acto de levantarse fuese un reto monumental.

Lo vio incorporarse tan rápido que la silla rodó hacia atrás, golpeando con fuerza el borde del escritorio y enviando una pila de papeles al suelo. Algunos volaron por el aire antes de aterrizar, desparramándose como si celebraran la pequeña catástrofe.

YoonGi arqueó una ceja, apoyando el codo sobre el escritorio mientras lo miraba.

—¿Quieres ayuda o piensas arrasar con todo tú solo?

—¡No, no! Estoy bien —se apresuró a responder JiMin, arrodillándose para recoger los papeles. Sus manos temblaban ligeramente, y en su apuro, no midió bien el espacio, entonces, su frente chocó contra el borde del escritorio con un golpe seco.

—Ay...

YoonGi suspiró, recostándose más en su silla y observando la escena como quien contempla un espectáculo que no solicitó. "¿Es en serio? Es como ver a un cachorro resbalando por un piso encerado".

Cuando JiMin finalmente recogió los papeles y desapareció en dirección a la cocina, YoonGi se permitió cerrar los ojos un instante. El calor, el silencio y la monotonía lo asfixiaban tanto como el aire viciado de la oficina. "Si sobrevivo a esta noche, merezco un premio. O al menos un aire acondicionado que funcione", pensó mientras masajeaba sus sienes.

Pero, como era costumbre, la calma duró poco.

Desde la cocina llegó un ruido estruendoso, seguido de un sonido metálico que resonó como un eco en la oficina vacía.

—¿Qué demonios...? —YoonGi se levantó, arrastrando los pies con el entusiasmo de quien sabe que va a enfrentarse a un desastre en lugar de una solución.

La cocina, un espacio estrecho y mal iluminado, estaba envuelta en humo. La pequeña ventana apenas servía para ventilar, y la luz parpadeante del techo hacía que todo pareciera aún más caótico. JiMin, con la cara roja y los ojos ligeramente aguados, luchaba por abrir la puerta del microondas, que emitía un pitido irregular como si rogara por su vida.

—¿Qué hiciste ahora? —preguntó YoonGi, cruzándose de brazos mientras evaluaba la escena.

JiMin se giró, sosteniendo una taza con un diseño de flores que parecía sacada del museo más raro del planeta.

—Solo intenté calentar agua... —murmuró, mirando la taza como si quisiera que esta se defendiera por sí sola.

—Claro, y seguro tenía un borde de oro, ¿verdad? —YoonGi dejó escapar una carcajada seca, llevándose una mano a la cara.

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⏰ Última actualización: Nov 18 ⏰

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ALFA, OMEGA , ¿Y YO? | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora