Warriorblood - La búsqueda de Neoland--

Cap2. El estúpido capullo insensible.

Kitti se arrepentía de llevar al delincuente, apestaba más que una pocilga, pero toda ayuda era necesaria para su plan. No podía fallar, no debía fallar, si eso pasase acabarían siendo comida para los cerdos y todos ellos lo sabían.

A Kitti le rugieron las tripas, al pensar en aquellas deliciosas criaturas que no se podían permitir, la gata se arrepintió de la oportunidad perdida de engatusar algún hombre para quedarse con su dinero. Pero en vez de eso estaba cargando con un mugroso ladrón.

Se hubiera sentido muy mal, pero estaba acompañada por las brillantes y hermosas estrellas, y también por los otros dos planetas, pero el único que le importaba era Warnet esperando que su madre la estuviera viendo también desde aquel lugar hostil.

Kitti estaba demasiado ocupada fantaseando con la vida que pudo haber tenido en su planeta natal, y no se dio cuenta del carruaje que se acercaba a ellos.

—¿Otra vez absorta en tu increíble vida? —Preguntó sarcásticamente el cochero.

Kitti asintió, su compañero Magnum Mitrídates había venido a por ella, si no fuera porque Kitti lo conocía estaría muy asustada de Magnum, ya que su apariencia era digna de un monstruo de las oscuridades típica de pesadillas para niños. Su piel pálida, sus ojos marrones que no transmitían brillo ninguno, su rostro lleno de cicatrices como su cuerpo, su grasiento pelo negro, su nariz amputada, su alta estatura, su torso lleno de quemaduras y llevar siempre ese respiradero negro de conectado a aquellas grandes botellas plateadas haciendo que siempre vaya encorvado por el peso. Su figura siempre estuvo persiguiendo los sueños de Kitti volviéndolos pesadillas cuando ella era una niña.

—Hubiera sido una gran vida... O eso creo...—Respondió Kitti.

—No creo, hubieras muerto en una de las diez guerras que ocurrieron desde que naciste hasta el día de hoy.—Comentó Magnum.—Tu madre quería lo mejor para ti.

—Lo se...—Dijo Kitti volviendo a mirar al cielo.

—¿Y eso que llevas en la espalda que es?—Preguntó Magnum.—¿Has conseguido engatusar a un noble?

—Ya quisiera, la recompensa olería mejor y pesaría menos.—Se quejó Kitti.—En vez de esto tengo un desvanecedor.—Magnum parecía sorprendido y feliz.—Me apena tener que llevármelo de su hogar, seguro que quiere volver cuanto antes.

—¿Cuántos años tiene?, porque parece que hablas de alguien que acaba de nacer.

—Debe tener mi edad.

—¡¿Tu edad?!, ¿ha burlado durante tanto tiempo a los jueces?—Se sorprendió Magnum.—Bueno, tiene sentido si es un desvanecedor.

—Debe de ser alguien muy cauteloso...—Dijo Kiti.—Pero dudo que pueda con algún noble.

—Siempre he dicho que un plebeyo elemental es mejor que un noble elemental.

—Puedes no mentir, me molesta no oír lo mismo que lo que piense.—Dijo una voz joven que salía de dentro del carro.

—¡Qué te he dicho sobre leer la mente!—Gritó Magnum metiendo su cabeza bajo la lona del carro.—¡Puede ser muy peligroso si lo haces todo el tiempo!—Todo se quedó en silencio un momento. Sacó la cabeza y miró a Kitti.—Lo siento. Yo también me he encontrado a alguien, más bien el jefe lo encontró y me pidió que fuera a buscarlo, junto con el que el jefe quería hablar... Vamos a tener nuevos reclutas. Tenemos más posibilidades para ganar al gran emperador.

—Sé que no debería decirlo pero odi...—Intentó decir el chico pero un gallo le salió de la garganta y le cortó.

—¡Si sabes que no debes decirlo no lo digas!—Gritó Magnum.—¡Y deja de leer la mente!—Magnum cogió un poco de aire.—Ya le hicieron la prueba, no es como tú, es solo un lector.